Extrema derecha

Las bases socialdemócratas se resisten a un pacto para entrar en el Gobierno alemán

Primera reunión formal entre el SPD y la CDU/CSU, ayer
Primera reunión formal entre el SPD y la CDU/CSU, ayerlarazon

Cuenta atrás para un nuevo Gobierno en Alemania. Ayer comenzaron oficialmente las negociaciones entre la Unión Cristianodemócrata (CDU), la Unión Socialcristiana bávara (CSU) y el Partido Socialdemócrata (SPD) para formar una Gran Coalición. La sede de la CDU, la Konrad Adenauer Haus, acogió durante noventa minutos a los 45 miembros de la delegación conservadora y a los 30 de la socialdemócrata para acordar la metodología de unas conversaciones que se prolongarán entre cuatro y seis semanas. Un total de doce grupos de trabajo deberán allanar las diferencias que aún separan a los tres partidos, como el salario mínimo interprofesional o la política fiscal, para que Alemania cuente con un nuevo Ejecutivo antes de Navidad.

Para satisfacer las demandas de sus futuros socios, la canciller Angela Merkel está dispuesta a invertir 11.000 millones de euros en infraestructuras, según informa la revista «Focus», de los que 7.000 saldrán de los peajes en las autopistas. Esta demanda fue uno de los diez puntos «no negociables» que impuso el SPD durante la conferencia del pasado domingo para entrar en el Gobierno.

Pese al amplio apoyo del máximo órgano entre congresos para abrir negociaciones con la CDU/CSU (191 votos a favor, 31 en contra y dos abstenciones), las bases del partido no se muestran tan entusiastas. Veit Lemmen, el líder de las juventudes socialdemócratas en el «Land» más grande de Alemania, Renania del Norte Westfalia, recuerda que «en la campaña electoral luchamos por un cambio político» que no pasa por compartir el poder de nuevo con los democristianos. Mientras, en Facebook, muchos militantes no dudan en llamar «traidor» al presidente del SPD, Sigmar Gabriel. «Por delante hablan de consultar a los miembros y por detrás ya trazan las líneas gruesas [para una coalición]... Eso se lo toman a mal», escribió el jefe de una pequeña agrupación socialdemócrata del sur de Alemania.

Precisamente, serán los 475.000 militantes del SPD quienes en una consulta por correo en diciembre tengan por primera vez la última palabra sobre el programa de gobierno que negocian ahora los tres partidos. En opinión de Marc Debus, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad del Manheim, «la cúpula sabe que tiene que dar más participación a los afiliados para que no se marchen frustrados». Para el politólogo, este plebiscito es más una herramienta para presionar a Merkel en la mesa de negociaciones que una sincera demostración de democracia interna.

Con todo, lo cierto es que incluso antes de pactar un Gobierno de coalición, la CDU/CSU y el SPD actuaron como tal en la apertura del nuevo Bundestag el pasado martes, cuando se repartieron los principales puestos de la Mesa del Parlamento. Mientras que conservadores y socialdemócratas contarán cada uno con dos representantes, Los Verdes y La Izquierda tuvieron que conformarse con uno. Anticipo del rodillo que los dos grandes partidos alemanes, que suman 504 de los 631 diputados de la Cámara Baja, ejercerán durante esta legislatura.