Bruselas
Las otras Escocias de Europa
El Brexit ha dado alas a los movimientos secesionistas del Viejo Continente, encabezados por la amenaza de un nuevo referéndum en Edimburgo. Los partidos rupturistas de la UE rozan la veintena aunque la mayoría carece de apoyo ciudadano
El Brexit ha dado alas a los movimientos secesionistas del Viejo Continente, encabezados por la amenaza de un nuevo referéndum en Edimburgo. Los partidos rupturistas de la UE rozan la veintena aunque la mayoría carece de apoyo ciudadano
El portazo de Reino Unido a seguir formando parte de los Veintiocho no sólo ha supuesto una encrucijada para el sueño de integración del Viejo Continente sino también una seria crisis política interna, con Escocia como principal foco de incendio. Esta pasada semana, su ministra principal, Nicola Sturgeon, fue recibida por el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude- Juncker, y el del Parlamento Europeo, Martin Shulz, en un gesto de alto valor simbólico que, sin embargo, no fue secundado por el presidente permanente del Consejo, Donald Tusk. Estas reuniones se produjeron en paralelo a la cumbre informal de jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete, el primer encuentro sin Reino Unido después de que el premier británico, David Cameron hubiera abandonado Bruselas en su última cumbre europea. Tusk, sin embargo, consideró que una entrevista de este tipo no era adecuada y el tiempo le ha comenzado a dar la razón.
Las primeras quejas por parte de algunos gobiernos europeos ya se han producido. Tanto España como Francia se oponen a que una región como Escocia pueda convertirse en interlocutor directo de Bruselas, aunque prefieren no opinar sobre una eventual independencia e ingreso o reingreso en la Unión Europea que debería contar con el respaldo unánime de los Veintisiete miembros restantes. El propio Juncker, consciente de las suspicacias que este paso puede entrañar de cara a establecer posibles paralelismos con otras regiones europeas como Cataluña, defendió el derecho de Escocia a «ser escuchada».
Según asegura a LA RAZÓN Jean-Claude Piris, padre del Tratado de Lisboa, la situación de Escocia no puede ser comparada con la de Cataluña ya que ésta última «no podría ser candidata como país independiente a ingresar en la UE en contra de la Constitución del país al que pertenece. Esto estaría en contra de los principios del Derecho». A pesar de la letra de los Tratados, es evidente que las extrapolaciones ya han comenzado por parte del propio movimiento independentista catalán y esto sólo podría ser el principio. Según la investigadora del «think tank» europeo Centre for European Policy Studies, Cinzia Alcidi, es lógico que España vigile los acontecimientos muy de cerca y que tenga un «interés específico en intentar influir, ya que se podría crear un precedente, lo que no serían buenas noticias para Madrid», y esto también podría «suponer un contagio a otras regiones en Italia, Francia, Holanda y Bélgica».
Precisamente, este último debate europeo muestra que hay otras Cataluñas y otras Escocias, con un poder más o menos pujante en sus respectivos países y en la propia agenda europea. La Alianza Libre Europea (EFA por sus siglas en inglés) agrupa a 40 partidos de 17 Estados miembros– apuesta por una «Europa de los pueblos» y defiende las conversaciones directas entre Edimburgo y Bruselas como una oportunidad para crear un nuevo orden de cosas y critica la postura de España y Francia. Estos son algunos ejemplos de tensiones territoriales en Europa.
Bélgica: el histórico deseo secesionsta de Flandes
Bélgica mantiene un Estado federal sui generis en el que progresivamente el Estado central ha perdido competencias a favor de las regiones, con dos comunidades, flamencos (norte, lengua neerlandesa) y valones (sur, francoparlantes), que viven de espaldas la una de la otra, y la región de Bruselas como nexo de unión y la única parte del país bilingüe. Los liberales francófonos gobiernan en coalición con, entre otros, los flamencos de N-VA, partido de centro derecha que oscila entre la defensa de un modelo confederal con menos competencias para el Gobierno central y la vía secesionista pacífica, y que actualmente es el más votado del país.
Córcega, en contra del centralismo italiano
En uno de los estados más centralistas de Europa, el nacionalismo corso vive un momento dulce. La lista regionalista de Gilles Simeoni se alzó con la victoria el pasado 13 de diciembre con el 35,34% de los votos, lo que, con el sistema mayoritario de reparto de escaños en la asamblea de la Isla, le da derecho a casi la mitad (24) de los 51 asientos. Jean-Guy Talamoni ostenta el cargo de presidente de la asamblea regional y defiende tesis independentistas.
El independentismo catalán, cada vez más débil
Los resultados que obtuvo Cataluña en las últimas Elecciones Generales en España constataron que el independentismo no atraviesa su mejor momento, aunque sí logra mantenerse con vida. De los 47 diputados catalanes que ocuparán un escaño en el Congreso, 17 son soberanistas hoy día.
Las proclamas separatistas pierden fuelle en Cerdeña
La isla italiana también cuenta con un movimiento nacionalista que en los años 80 consiguió que Mario Melis fuera presidente de la región. Ahora mismo, esta tendencia nacionalista está fragmentada en diferentes partidos lo que le otorga una presencia marginal y le ha hecho perder fuelle. En las elecciones regionales, estos partidos consiguen una representación que oscila entre el 15 y el 20%, pero por separado no superan el 5% de los sufragios.
La minoría húngara de Transilvania
En Rumanía, la minoría húngara tiene una fuerte presencia (alrededor del 20% de la población) en esta región autónoma que cuenta con el partido Unión Democrática Magiar de Rumanía en defensa de sus intereses. La región de Transilvania formó parte del Reino de Hungría hasta el 1 de diciembre 1919, cuando representantes de la mayoría rumana reunidos en la ciudad de Alba Iulia votaron la integración de Transilvania en Rumanía
Eslovaquia: la influencia del 10% de la población magiar
La minoría magiar también cuenta con presencia en este país. El Partido de la Minoría Húngara, que posee un 10% de apoyo electoral, defiende la creación de un nuevo Estado o la unión con Hungría de la minoría magiar que vive en el sur de Eslovaquia.
Chipre y la marcada influencia turca
La invasión turca de Chipre en 1974 supuso la división de la isla en dos Estados, incluida su capital, Nicosia. El norte, bautizado como República Turca del Norte de Chipre aunque actúa de facto como un Estado, sólo es reconocido como tal por Ankara y no pertenece a la Unión Europea.
✕
Accede a tu cuenta para comentar