Libia

Las siete claves del caos en Libia

El futuro del país, tras la firma ayer de un acuerdo para formar un Gobierno de unidad nacional, auspiciado por la comunidad internacional.

Foto de familia con el primer ministro libio Faiz Serraj (c) hoy en la ciudad marroquí de Sjirat, donde los dos gobiernos rivales en Libia firman un acuerdo político
Foto de familia con el primer ministro libio Faiz Serraj (c) hoy en la ciudad marroquí de Sjirat, donde los dos gobiernos rivales en Libia firman un acuerdo políticolarazon

Las claves para entender la actual situación en Libia, tras la firma ayer de un acuerdo para formar un Gobierno de unidad nacional, auspiciado por la comunidad internacional.

Durante 42 años, el dictador Muamar Gadafi dirigió Libia con puño de hierro tras alcanzar el poder en 1969. En esa fecha, y después de un golpe de Estado contra el rey Idris, Gadafi manejó los hilos de la ex colonia italiana, y el primer país africano en conseguir la independencia, convirtiéndolo en uno de los regímenes más sanguinarios y a la vez un socio interesante para Occidente ante sus enormes reservas de petróleo. Sin embargo, los pilares de esta dictadura comenzaron a tambalearse en 2011 con motivo de las Primaveras Árabes lideradas por ciudadanos que pedían libertad, derechos y democracia en países en los que estos principios brillaban por su ausencia. Entonces el país se dividió en dos. Los grupos opositores se asentaron en las ciudades de Tobruk, Derna, Misrata y Bengasi, principalmente, mientras que los fieles de Gadafi lo hicieron en Trípoli, Sirte y Sabha.

La guerra civil se cobró, según la ONU la vida de 2.000 personas y miles de desaparecidos. El dictador libio contó con el apoyo de mercenarios venidos de Chad para aniquilar a las voces críticas y numerosos bombardeos destrozaron decenas de poblaciones. Ante la situación de emergencia, el 17 de marzo el Consejo de Seguridad de la ONU, a través de la famosa Resolución 1973 estableció una zona de exclusión aérea y a los dos días se inició el operativo “Odisea al amanecer”.

Francia, EE UU y Reino Unido fueron quienes encabezaron la misión internacional contra el régimen Libio que acabó el 20 de octubre con la muerte de Gadafi. A partir de ese momento, se inició la descomposición del Estado libio que se observa en la actualidad.

Tras la caída de Gadafi surgió el Consejo Nacional de Transición (CNT) con sede Bengasi, la segunda ciudad libia, y más tarde fue trasladado a Trípoli. La ONU reconoció su legitimidad. En 2012 se celebraron elecciones para establecer el Congreso General de la Nación (CGN), que supuso la disolución del CNT. Este órgano legislativo tenía como objetivo convocar elecciones en el país, las cuales finalmente se celebraron el 25 junio 2014. De ahí surgió el primer Parlamento libio tras la muerte del dictador. Sin embargo, las tensiones que seguían en aumento y los constantes ataques de las milicias, les obligaron a trasladar su sede desde Trípoli a Tobruk, la única zona “segura”. Desde entonces, los diputados reconocidos intercionalmente viven bajo altas medidas de seguridad en el hotel Dar el Salam, donde realizan las sesiones parlamentarios. El actual primer ministro interino del Gobierno de Tobruk es el militar libio Abdula al Thani, el cual anunció en agosto su dimisión, pero más tarde se comprometió a seguir en el cargo hasta encontrar una solución al caos libio.

Por otra parte, está el Gobierno de Trípoli no reconocido por la comunidad internacional. Dicho Ejecutivo nace como vestigio del CGN después de que este organismo no reconociera las elecciones de 2014 y agrupara a sectores más islamistas liderados por Nuri Abu Sahmain, que fue presidente del CGN y se niega a dejar el poder. Tanto el Parlamento de Tobruk como el de Trípoli cuentan con el apoyo de determinadas milicias que utilizan la violencia para imponer su ley.

Estos grupos armados son clave para alcanzar la paz en Libia. Son el brazo armado de ambos Gobiernos, las cuales desde 2014 se enfrentan a diario sembrando el caos en el país. Las principales milicias y sus alianzas con los Gobiernos de Trípoli y Tobruk son las siguientes:

► Amanecer de Libia

Se trata de una coalición de varias milicias la cual apoya al Gobierno rebelde de Trípoli. La mayoría de sus luchadores provienen de la ciudad de Misrata, de donde surgieron los principales grupos de oposición a Gadafi en 2011.

► Escudo de Libia

También integrada por varios grupos menores armados. Es fiel a las autoridades de Trípoli, incluso se presenta como el Ministerio de Defensa del Gobierno Rebelde. Sus líderes tienen fuertes vínculos con Al Qaeda.

► General Gen Jalifa Haftar

Este militar se ha convertido en el máximo representante de la lucha anti islamista en el país. Apoya al Gobierno de Tobruk y en 2014 anunció la Operación Dignidad con la intención de derrocar al Congreso y aplacar a todas las milicias islamistas. En marzo de 1015 fue nombrado por el Parlamento como Comandante de las Fuerzas Armadas. Varias milicias, como Al Saiqah le han jurado lealtad.

► Batallones de Al Zintan, Al Sawaiq, Al Qaqa

Operan especialmente al oeste de Libia luchando contra grupos islamistas. La más fuerte es la milicia Al Zintan, la cual ha librado numerosos enfrentamientos contra Amanecer de Libia. Mantiene presos a varios oficiales de Gadafi y a su hijo, Saif al Islam.

Los errores cometidos por la comunidad internacional en el conflicto libio han marcado un antes y un después en las intervenciones de la OTAN y la ONU en terceros países. Los expertos insisten en que nunca hubo un plan de transición post Gadafi y que Estados Unidos, Reino Unido y Francia se retiraron tras abatir al dictador permitiendo que grupos islamistas, mafias y traficantes ocuparan eses vacío de poder. De hecho, Rusia y China se niegan a aprobar una resolución como la que activó el operativo en Libia acusando a Occidente de haber aportado pruebas falsas con la única finalidad de intervenir en el país. Por este motivo, resulta prácticamente imposible que del Consejo de Seguridad de la ONU salga una resolución para intervenir en Siria y habrá que conformarse con coaliciones independientes, como la que actualmente lidera Estados Unidos.

Sí. La primera ciudad en la que izaron su bandera fue en Derna. Una localidad costera, cercana a la frontera Egipcia de unos 100.000 habitantes. No les fue difícil apoderarse de la ciudad, pues en 2014 el país ya estaba sumido en el caos y la ciudad ya era famosa por su islamismo radical. Poco a poco fueron tomando más localidades del norte de Libia y diversos grupos terroristas comenzaron a rendir pleitesía al Estado Islámico al ver sus logros en Siria e Irak. Muchos de las milicias islamistas y otros miembros de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) o Ansar el Sharia también sucumbieron a los encantos de este grupo terrorista y Libia se comenzó a llenar de campos de entrenamiento de yihadistas. Turquía comenzaba ser más restrictiva y en cambio Libia era un país sin ley. Fueron expandiéndose hacia el oeste. En febrero, difundieron un macabro vídeo de una matanza. Un grupo de encapuchados decapitaba a una veintena de coptos egipcios ante las cámaras, recordando que las aguas que se teñían de sangre eran las mismas que llegaban a Italia.

En Sirte han establecido finalmente su “capital libia”. Cuentan que Abu Bakr al Bagdadi maneja la zona como su fuera su colonia. De 200 combatientes han pasado a 5.000 en apenas un año. La población que no ha huido vive un auténtico infierno, similar al de Raqa (Siria). Los ojos de Bagdadi también están centrados en el petróleo libio, desde Sirte hasta Egipto se localiza el 66% del crudo de Libia. Desde Sirte se han gestionado los atentados de la vecina Túnez y ya son muchos los expertos que han alertado de que los líderes del Estado Islámico, tras todas las naciones que bombardean Siria, ya se han desplazado hasta Sirte, su capital en el norte de África.

Hasta hoy, en Libia han regido dos Gobiernos con sus respectivos parlamentos. La comunidad internacional reconocía la de Tobruk, pues había salido de las urnas, mientras que en la histórica capital, Trípoli, los rebeldes también reconocían estar al frente del país. En parte por sus vínculos históricos y en parte porque Sirte, tomada por el Estado Islámico, se encuentra a 300 kilómetros de Sicilia, Italia ha liderado la presión internacional para que se solucionara la crisis en Libia. Roma asegura que un Gobierno unido podría frenar el avance de los yihadistas. Sin embargo, no hay que olvidar que en la primavera, cientos de barcazas con miles de refugiados y migrantes a bordo parten desde las costas hasta las italianas en busca de asilo y una vida mejor.

Aunque parezca hipócrita, sin la crisis de los refugiados no se hubieran acelerado las negociaciones. Lo cierto es que en esta ocasión, la comunidad internacional sí tiene que mediar y mirar para que los objetivos del Gobierno de unidad nacional triunfen, pues es en parte a su intervención militar por lo que en el país impera el caos.

Según recoge Europa Press, el siguiente paso es aprobar una resolución en el Consejo de Seguridad que “reconozca y ampare al nuevo Ejecutivo como el único representante legítimo”. Para el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, el caos en Libia es "probablemente el conflicto más importante para España pues afecta a la seguridad, a la inmigración ilegal y a los intereses económicos españoles ya que, Repsol, por ejemplo "era una compañía importante en este país".

Sí. Los periodistas han perdido las cuentas de las veces que en la misión especial para Naciones Unidas en Libia se ha puesto una fecha límite para llegar a un acuerdo entre ambas facciones para después saltárselo por falta de consenso y voluntad política. Incluso el aclamado acuerdo de ayer tuvo sus primeros detractores por lo que hay que tomarse la alegría tras la firma en Sjirat (Marruecos) con cierto escepticismo.

“Si quieren un país democrático, lo deben hacer de una forma democrática, no pueden forzarnos a aceptarlo. Y si quieren convertirlo en una colonia, entonces llamen a Libia una colonia, pero no nos lo vendan como un regalo de Naciones Unidas”, señaló Jamal Zubia, el portavoz del gobierno rebelde tras la firma del acuerdo.