Estado Islámico
Lesaca: «Daesh ofrece aventura y nihilismo»
Para el experto español en terrorismo Javier Lesaca el Estado Islámico triunfa en las redes al dirigirse a un público frustrado.
Para el experto español en terrorismo Javier Lesaca el Estado Islámico triunfa en las redes al dirigirse a un público frustrado.
Posiblemente el mayor desafío que presenta el autodenominado Estado Islámico a los gobiernos occidentales sea su uso sofisticado y estudiado de las plataformas digitales y los medios audiovisuales para hacer llegar y potenciar su mensaje dirigido a los núcleos urbanos de las sociedades europeas. Mientras que serán militarmente derrotados en Irak y Siria más pronto que tarde, la guerra ideológica que han emprendido en internet no ha hecho más que empezar. El investigador español Javier Lesaca se ha convertido en un referente al que acudir para discutir estos asuntos. Acaba de publicar su nuevo libro, “Armas de seducción masiva. La factoría audiovisual de Estado Islámico para fascinar a la generación millennial” (Península). El académico trabaja para la Universidad George Washington en Estados Unidos y tuvo el honor de participar en una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU en octubre de 2015. Lesaca se ha sentado con LA RAZÓN para reflexionar sobre el fenómeno de la radicalización y la respuesta que deben dar los gobiernos europeos.
Una de las conclusiones de su libro es que hace falta crear sociedades más inclusivas y eficientes en la gestión para reducir la atracción del mensaje islamista. ¿Cómo se explica entonces que incluso Suecia, un país con una economía y un sistema de protección social generosos, también tenga problemas con la radicalización?
Hay que ganar la batalla de las percepciones. Por supuesto, para mejorar las percepciones se empieza con una buena gobernanza. No solo vale con crear la percepción de que se está gobernando bien, sino que realmente hace falta hacerlo. Daesh se dirige a un público frustrado. Si no estás frustrado es muy difícil que acabes optando por opciones violentas y extremistas de cualquier tipo. Pero la frustración es subjetiva. El terrorismo no es un fenómeno vinculado a la pobreza, sino a las burguesías frustradas. Ahí es donde la batalla de las percepciones tiene lugar, y ahí es donde opera muy bien Daesh. Consiguen canalizar la frustración hacia donde les interesa. En el libro hablo de que hay que poner de nuevo de moda la democracia y el Estado de derecho. Es necesario crear una percepción de las democracias liberales que seduzca a los jóvenes en riesgo de radicalización. Un joven de Toulouse no debería de tener ningún motivo para irse a morir a Irak o Siria. En Francia tiene acceso a una educación y un sistema de salud gratuito y oportunidades laborales. Pero tiene la percepción de que está fastidiado y marginado. Y hay unos tipos que le ofrecen aventura y nihilismo. Le ofrecen algo por lo que vivir y morir. Por lo tanto, hay que crear la percepción de que Europa ofrece algo mejor.
¿Qué pueden hacer los Gobiernos occidentales para combatir el yihadismo en las redes?
Daesh ha pillado a todo el mundo por sorpresa. Han faltado datos y evidencia científica sobre por qué están seduciendo de una manera tan eficaz a los jóvenes. El problema es que Daesh ha llevado la batalla del terrorismo desde el ámbito operativo al ámbito de la opinión publica. Y las democracias liberales no están acostumbradas a entrar en batallas ideológicas. Esto presenta un nuevo desafío, hay que decidir qué oferta contracultural hacemos. Y luego hay que ver qué voces son creíbles para difundir ese mensaje. Daesh sabe que ni sus propios líderes son efectivos apelando a los jóvenes. Por eso casi nunca muestran a Al Bagdadi, porque saben que es un señor mayor en una mezquita, y eso no interesa a su joven audiencia. Lo que han hecho es sacar a 800 jóvenes de todo el mundo, con todo tipo de aspectos, explicando porque se habían unido a Daesh. Por eso hace falta responder con voces efectivas para difundir ese mensaje contracultural. Y hay que hacerlo de una manera estéticamente y culturalmente aceptable para las audiencias, algo que no sea aburrido. Vamos a utilizar la industria del entretenimiento y las plataformas digitales donde está teniendo lugar la conversación.
¿Qué rol tienen en esa batalla los gigantes de internet como Facebook, Youtube o Twitter?
Las empresas tecnológicas están empezando a eliminar contenidos digitales extremistas. Pero son demasiado lentas haciéndolo y podrían hacer mucho más. Aparte, el problema es que los softwares que utilizan están pensados para darle al usuario lo que quiere, para predecir sus gustos. Crean cámaras de retroalimentación. Uno de los personajes de los que hablo en el libro es un británico de Birmingham que se fue a hacer la ciberguerra a Siria. Él contaba en una entrevista que primero descubrió la causa palestina en internet. Después, se interesó por la causa chechena y de eso pasó al conflicto en Cachemira entre India y Pakistan. Internet le iba sugiriendo los temas, y cada vez se enfadaba más. Estos softwares acaban fomentando que una persona ya de por sí proclive a ciertas ideas extremistas entre en un proceso de radicalización porque solo recibe esos productos de información.
¿Hasta qué punto es importante para el Estado Islámico ocupar un territorio para poder producir todo este contenido?
Ya se están preparando para perder Irak y Siria, que saben será en breve. Se encuentran en un proceso a la defensiva. Ahora están intentando crear una estructura de comunicación mínima que les permita mantener el califato digital desde cualquier parte del mundo. Y los hechos demuestran que en los últimos seis meses han sido capaces de producir y difundir una media de diez vídeos al mes y cinco publicaciones diarias entre notas de prensa, infografías y reportajes fotográficos. Todavía tienen una capacidad de comunicación potente. Aunque no tiene nada que ver con lo que llegaron a tener cuando controlaban prácticamente el 30% de Irak y el 30% de Siria y hacían casi cien vídeos mensuales, que es una barbaridad. Esa capacidad estructural la han perdido. Y les ha hecho tanto daño la pérdida de territorio como la pérdida de sus principales líderes y responsables de comunicación.
¿Podrá el Estado Islámico seguir golpeando en Europa una vez que pierda su territorio en Irak y Siria?
Paradójicamente, a corto y medio plazo será mucho más letal para Europa. La ONU calcula que en dos años se fueron 35.000 jóvenes de cien países distintos a Irak y Siria. Esos van a volver. Y lo harán igual de enfadados, pero con entrenamiento militar y habiendo matado ya a gente. Por lo tanto, surge el problema de que cuanto más se derrote a Daesh en Oriente Medio, más atentados va a haber en Europa.
A largo plazo, todo dependerá de cómo se gestione Irak y Siria en el futuro. Por supuesto, es completamente legítimo derrotar militarmente a Daesh. Pero habrá que involucrar a la población suní en los estados de Irak y Siria. Hay una situación de estado fallido que hay que resolver. Daesh desaparecerá como gran amenaza terrorista al igual que pasó con Al Qaeda. La clave será impedir que no vuelva a resurgir algo parecido.
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