Unión Europea
Los 50 días de Trump que desinflaron el «efecto Wilders»
El tormentoso inicio de mandato del presidente de EE UU y la improvisación de la primera ministra británica, Theresa May, en la activación del Brexit influyeron en los votantes holandeses que pudieron cambiar su sentido del voto.
El tormentoso inicio de mandato del presidente de EE UU y la improvisación de la primera ministra británica, Theresa May, en la activación del Brexit influyeron en los votantes holandeses que pudieron cambiar su sentido del voto.
Coblenza, 21 de enero. A las orillas del Rin, los líderes de las extrema derecha europea exhibieron músculo de cara a un 2017 marcado por las decisivas citas electorales en Países Bajos, Francia, Alemania (y quizás Italia) crecidos tras el triunfo del Brexit y la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Con la colíder de Alternativa para Alemania (AfD), Frauke Petry como anfitriona, los tres tenores del populismo europeo, la francesa Marine Le Pen, el holandés Geert Wilders y el italiano Matteo Salvini, predijeron el final del proyecto europeo y el renacimiento del Estado nación. «Ayer, una nueva América; hoy, Coblenza, y mañana una nueva Europa», proclamaba Wilders, que prometía que en las elecciones del 15 de marzo los holandeses darían el pistoletazo de la salida a una «primavera patriótica» que acabaría con la tiranía de la burocracia de Bruselas. A su lado, la frentista Le Pen se mostraba convencida de que, tras la avanzadilla anglosajona, «2017 será el año del despertar de los pueblos de la Europa continental».
Apenas dos meses después de esta exhibición de fuerza, el viento no parece soplar en la dirección que desean los partidos euroescépticos, reunidos en el Parlamento Europeo en el grupo de Europa de las Naciones y las Libertades (ENL). El veredicto de las urnas holandesas demostró el miércoles que, parafraseando a Mark Twain, los rumores sobre la muerte de la UE eran exagerados. Si bien el Partido de la Libertad (PVV) mejoró su resultado y ganó cinco escaños, fracasó en su apuesta por ser el grupo más votado y llave de la futura formación de Gobierno. Los votantes, en cambio, prefirieron otorgar su confianza a los proeuropeos. De hecho, los más entusiastas con la integración europea, GroenLinks (verdes) y D66 (demócratas liberales) vieron aumentar su apoyo de formar espectacular. Por el contrario, la caída de los liberales conservadores del primer ministro, Mark Rutte, y sus socios socialdemócratas (PvdA) es atribuida al desgaste de cuatro años de coalición. En cifras, de los 150 diputados de la Cámara Baja holandesa, unos 102 son abiertamente pro Unión Europea.
El tormentoso comienzo del mandato de Trump, así como la improvisación que muestra el Gobierno de Theresa May ante un Brexit para cuyo triunfo no estaba preparada, pueden haber influido en el resultado holandés. Así los cree Lars Rensmann, experto en extrema derecha en la Universidad de Groningen. «Inicialmente, la victoria de Trump alzó a la ultraderecha europea, pero puede que tenga un efecto negativo para Wilders y Le Pen dado sus controvertidos primeros dos meses en la Casa Blanca», explica a LA RAZÓN. En su opinión tanto el líder xenófobo holandés como el presidente estadounidense «prometen desilusión, falsas noticias y propuestas que no se pueden contrastar con datos económicos y sociales».
Como resumía el jueves el diario «Trouw» en su editorial, «Países Bajos ha mostrado una vez más ser un país en el que la moderación es clave. Nuestra sociedad no está abierta al extremismo. El PVV y su hostilidad al sistema ganaron muchos menos escaños que lo que auguraban las encuestas». Las dificultades de los populistas para capitalizar en las urnas sus buenas estimaciones en los sondeos se debe, según Adrian Schout, experto en política europea del «think tank» holandés Clingendael, a que «Wilders es más euroescéptico e islamófobo que sus potenciales votantes». «El voto de protesta no es extremista necesariamente, por eso luego estos ciudadanos no le votan», añade. Aunque es pronto para conocer cómo influirá el «efecto Wilders» en las próximas citas electorales en Francia y Alemania, Louise Hoon, especialista en política europea y euroescepticismo en la Universidad Libre de Bruselas, considera que «el mensaje es muy claro: es un ‘‘no” al populismo y a otra pieza de dominó que se puede caer. Y esto está enviando una señal muy fuerte a Alemania y a Francia».
A pesar de que Rutte, apodado «el héroe europeo por una noche» por el diario alemán «Die Welt», saca pecho y presume de que «los holandeses han parado el ‘‘efecto dominó’’ del populismo en la UE» y los socios europeos y las instituciones comunitarias no pudieron disimular su alivio, algunos expertos consideran que es pronto para soltar las campanas al vuelo. Es el caso de Schout que en declaraciones a LA RAZÓN admite que «Países Bajos lo ha hecho bien», pero que, por ejemplo, es preocupante que en «Italia la confianza en Europa sea muy baja y aumenten las críticas a la UE» de la mano del Movimiento 5 Estrellas y la Liga Norte. Según Schout, «la relación Brexit, Trump, Wilders y Le Pen que presentan los medios no es precisa. Hablamos de países diferentes con circunstancias políticas particulares». En el caso holandés, añade, «la victoria de Rutte está directamente vinculada con la crisis con Turquía».
A la espera de la primera vuelta de las presidenciales francesas el 21 de abril, es cierto que se perciben ciertos «brotes verdes» en el apoyo ciudadano a la UE. Más allá del resultado holandés y de la victoria del ecologista Alexander Van der Bellen en las presidenciales austriacas de diciembre, los europeos empiezan a movilizarse. «Pulso de Europa» es una asociación sin financiación pública y sin vínculos partidistas que ha salido a las calles en apoyo de Europa en medio centenar de ciudades de Alemania, Francia, Países Bajos, Bélgica e, incluso, Reino Unido. Sus miembros han decidido actuar para que los euroescépticos dejen de marcar la agenda política de sus países.
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