Eslovaquia
Los eslovacos se rebelan contra la corrupción
El asesinato en febrero de un periodista que investigaba los vínculos del Gobierno con la mafia italiana colmó la paciencia ciudadana
El asesinato en febrero de un periodista que investigaba los vínculos del Gobierno con la mafia italiana colmó la paciencia ciudadana.
«Las masas mueven montañas y una sociedad organizada e indignada derrumba políticos. Lo estamos viendo», asegura a LA RAZÓN David Nagy, teniente de alcalde en Nove Zamky, una ciudad a una hora de Bratislava. Ha ido hasta la capital eslovaca para ver con sus propios ojos un momento que considera histórico. Desde la caída del régimen comunista, el país no vivía una agitación social en las calles de esta envergadura. En el Palacio de Grasalkovie, sede de la Presidencia, se congregaron el pasado 20 de abril más de 50.000 personas para pedir una investigación imparcial por la muerte del periodista Jan Kuciak y su prometida, Marina Kusnirova.
«Jan ha hecho que con su investigación podamos vivir mejor», reza uno de los miles de comentarios que los compañeros de profesión han ido dejando en el portal de noticias donde el reportero trabajó hasta que fue encontrado sin vida junto a su prometida a finales de febrero en su casa, a 50 kilómetros de la capital del país. Por ahora, la Policía ha detenido a un total de siete personas relacionadas con el crimen, entre ellos se encuentra Antonino Vadala, de origen italiano y a quien se vincula directamente con la mafia italiana asentada en Eslovaquia.
Una de las líneas de investigación del periodista se centraba en demostrar los vínculos existentes entre la élite gobernante en Eslovaquia y la Ndrangheta, la mafia de Calabria (Italia). La corruptela investigada por Jan se centraba en los contratos millonarios obtenidos por parte de un grupo de empresarios italianos con causas pendientes en su país de origen por crimen organizado a través de los Fondos Estructurales de la Unión Europea para el desarrollo agrícola. «A través de su investigación Jan pedía ayuda a los únicos capaces de derrocar a unos político cuya confianza había sido perdida», asegura Nagy, que tiene previsto ser candidato a las elecciones al Parlamento Europeo de mayo de 2019. Esta ayuda se está materializando en movilizaciones no sólo en la capital eslovaca, sino en las pequeñas ciudades a los que estos fondos de la UE nunca llegaron. Ganaderos y granjeros siguen abandonando por un dia sus tierras para acudir cada domingo a plazas y ayuntamientos en toda Eslovaquia para pedir responsabilidades políticas más allá de las dimisiones.
La coalición de tres partidos que gobierna el país centroeuropeo se empezó a tambalear con la dimisión del ministro de Cultura, Marek Madaric. A este le siguió el ministro del Interior, Robert Kalinak. Un puesto fuertemente ligado al papel de la Policía eslovaca, pero que hasta el momento no se había cobrado ninguna destitución. En medio de una espiral de disputas políticas que fueron desde la dimisión del recién estrenado ministro de Interior, Tomas Drucker, que según han apuntado varios medios locales renunció por la negativa del Gobierno a destituir al que sigue siendo jefe de la Policía, Tibor Gaspar. El presidente, en un intento de calmar el clamor que retumba en las ventanas de su oficiona, anunció que está buscando un sucesor para Gaspar y que éste abandonará su cargo a finales de mayo.
«En este punto, lo peor de esta crisis política ha terminado. Ahora toca al nuevo primer ministro demostrar fuerza y ser capaz de mantener unida a la colación», asegura a este diario Martin Reguli, investigador en el Instituto Hayek de Bratislava.
El asesinato del periodista de investigación y su prometida y la respuesta social al suceso parecían haber abierto la veda a la celebración de nuevas elecciones, pero «lo que pide la sociedad es que se renueve el Gobierno y que esto sea a través de purgas radicales en el Ejecutivo y en la Policía», apunta el investigador. Tras la dimisión del primer ministro, el socialdemócrata Robert Fico, su compañero de partido Peter Pellegrini ha saltado a la primera línea política con el objetivo de mantener unida a la coalición que forman junto con los nacionalistas y la minoría húngara.
Eslovaquia ingresó en la UE en 2004 y adoptó el euro en un tiempo récord. Con un desempleo que ha descendido ocho puntos en los últimos tres años, hasta situarse en el 6%; con los sueldos y las pensiones en ascenso, y un, hasta ahora, indice de percepción de la corrupción bajo mínimos todo parecían noticias. La presión de la calle «ha destituido a figuras clave sí, pero tras ellos existe una gran red que siguen manteniendo la misma o mayor influencia sobre las instituciones del Estado», concluye el investigador.
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