China
Los periodistas chinos tuercen el brazo a la censura de Pekín
El Gobierno de Cantón negocia un acuerdo con el semanario en huelga
La redacción del «Nanfang Zhoumo» (Semanario del Sur), uno de los medios más prestigiosos e independientes de China, mantuvo ayer su desafiante protesta contra la censura, repitió la ruidosa manifestación que ya realizó el lunes a las puertas de la redacción y cosechó nuevos apoyos en las redes sociales e Internet, incluidos los de varios intelectuales y periodistas de todo el país.
La rebeldía de este medio de la región sureña de Cantón, que se desató después de que el 1 de enero el organismo regional de propaganda reescribiese un artículo hasta dejarlo irreconocible, se ha convertido en la mayor campaña en favor de la libertad de expresión que vive el régimen comunista en las últimas décadas. Ya el lunes la censura intentó silenciar la polémica e incluso llegó al extremo de restringir en la red el uso de las palabras que componen el nombre del semanario, tales como «sur» o «semana».
Mientras, la propaganda se encargaba de redactar y distribuir artículos atacando al «Nanfang Zhoumo» y a poner en duda sus principios, así como la posibilidad de que en China exista algún día una prensa similar a la occidental. Entre bambalinas, sin embargo, el Gobierno de Cantón (la región más próspera y liberal de China) parece haber estado maniobrando para evitar que crezca el escándalo y apaciguar a los periodistas. En un país donde las protestas contra el orden establecido se suelen resolver a palos, la actitud negociadora para resolver conflictos con la población es cada vez más frecuente entre las autoridades de esta región, considerada el «laboratorio» de China. Según fuentes consultadas por la agencia Reuters, el gobernador de Cantón, Hu Chunhua, nombrado hace poco más de un mes y considerado una estrella ascendente de la política china, habría decidido hacerse cargo personalmente del asunto, proponiendo un pacto a los periodistas del «Nanfang Zhoumo». A cambio de que ellos abandonen las protestas y vuelvan al trabajo, Hu habría prometido no tomar represalias e incluso rebajar el celo de los censores.
Dentro del semanario parece que la propuesta se considera aceptable e incluso se habría celebrado como una victoria. Como sucede a menudo con los reformistas chinos, quienes luchan desde dentro por la libertad de expresión buscan ir cambiando el sistema pasito a pasito, enfrentándose a los burócratas más «duros», pero no plantando cara frontalmente, una actitud que sería suicida. De hecho, los reporteros y editores de esta publicación tienen un largo historial de combate, aunque nunca hasta ahora habían llegado tan lejos.
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