Alemania

Los refugiados, el talón de Aquiles de la canciller

La decisión de Merkel de abrir las fronteras en 2015 creó una brecha insalvable con la derecha bávara

La Razón
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La decisión de Merkel de abrir las fronteras en 2015 creó una brecha insalvable con la derecha bávara.

Sin duda Angela Merkel pasará a los libro de historia por como la canciller que abrió en el verano de 2015 las fronteras de Alemania a un millón de refugiados. Esa política de puertas, de la que ha dicho no arrepentirse, demostró la humanidad de una líder vista normalmente como pragmática, fría y cerebral. Pero también abrió una brecha insalvable con los sectores más a la derecha de Alemania, sobre todo su partido hermano, los bávaros de la Unión Social Cristiana (CSU), con lo que comparte alianza electoral desde hace casi 70 años. A semejanza de la relación entre el PSOE y el PSC en España, la Unión Democratacristiana (CDU) de Merkel no presenta a las elecciones regionales en Baviera y los diputados de la CSU comparten grupo parlaementario en el Parlamento federal.

Desde aquel verano de 2015, que puso patas arriba la política de asilo en Europa, el líder bávaro, el dimitido Horst Seehofer, presionó a la canciller para dar una vulta de tuerca a la política de refugiados y limitar a 200.000 al año las solicitudes de asilo de Alemania. Pero esto sólo fue la primera batalla, pues la derrota de la Gran Coalición en las elecciones federales de septiembre pasado, la CSU cargó contra Merkel y su giro a la derecha, que había costados al blque conservador once puntos en las urnas. Un millón de esos votos fueron a parar a la xenófoba Alternativa para Alemania (AfD), que supo rentabilizar en las elecciones el miedo de muchos alemanes a la inesperadad llegada al país de extranjeros.

La difícil formación de Gobierno puso de manifiesto las diferencias entre los dos partidos hermanos. Finalmente, tras seis meses de negociaciones (primero con liberales y verdes) y luego con los socialdemócratas, se logró fumata blanca para reeditar la Gran Coalición entre la CDU/CSU y el SPD. A cambio, Merkel tuvo que aceptar que los bávaros ostentaran la delicada cartera de Interior, que con Seehofer al frente velaría para que Alemania no volviera a abrir sus fronteras a los refugiados.

Precisamente, la crisis actual es resultado del «no» rotundo de la canciller a uno de los 63 puntos de Plan Maestro sobre Refugiados que había elaborado el ministro del Interior, lo que obligó a Seehofer a suspender su presentación pública el 12 de junio pasado. Mientras que Merkel estaba dispuesta a rechazar en la frontera a aquellos refugiados cuya solicitud de asilo ya había sido rechazada en Alemania, el líder bávaro aspiraba a blindar unilateralmente las fronteras germanas a la «migración secundaria», es decir a todos aquellas personas que ya habían presentado su solicitud en otro país de la UE.

Enojado, Seehofer dio un ultimátum a su jefa de Gobierno para alcanzar un acuerdo con sus socios europeos para frenar los flujos migratorios. Sin embargo, el pacto de mínimos alcanzado la madrugada del viernes en Bruselas por los Veintiocho no ha sido suficiente para la derecha bávara, que ve cómo las encuestas le arrebatan su tradicional mayoría absoluta por el auge de AfD.

De nada sirvió el anuncio filtrado oportunamente por la CDU de que Merkel había alcanzado acuerdos bilaterales con 16 socios comunitarios para devolverles los demandantes de asilo que ya hubieran realizado el papeleo en dichos países.