Represión en Venezuela
Maduro ordena un desfile militar para amedrentar a la oposición
El presidente venezolano, arrinconado en la calle, organiza una exhibición de fuerza.
El presidente venezolano, arrinconado en la calle, organiza una exhibición de fuerza.
Una demostración de fuerza en la antesala de la gran marcha opositora. El presidente Nicolás Maduro hizo desfilar a sus tropas desde el amanecer para enviar varios mensajes a la oposición, pero también «al Imperio» que tanto teme. Los militares cierran filas en torno al presidente, convertido en títere de los generales. «Con el primer canto del gallo», como ordenó el propio Maduro, cientos de militares de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) marcharon desarmados para conmemorar el séptimo aniversario de la milicia.
El presidente venezolano anunció en la víspera que la FANB honraría con un desfile a la milicia y que ayer arrancaría también «una jornada en defensa del honor, de la unión y del compromiso de la FANB contra los ataques que se vienen haciendo» contra Venezuela, en referencia a las protestas antigubernamentales. Solían verse como una amenaza que no terminaba de materializarse dada la resistencia que había durante el Gobierno del fallecido presidente Hugo Chávez, pero la Milicia Nacional Bolivariana cobró fuerza en Venezuela, fortalecida aceleradamente desde el ascenso al poder de Maduro.
Al principio, cuando el actual mandatario tomó el poder no confiaba en las Fuerzas Armadas, dirigidas en la sombra por el «número dos» del Gobierno, Diosdado Cabello. Es por eso que eligió rearmar al pueblo, una especie de «guardia pretoriana» ante posibles golpes de Estado. Hoy, muchos de estos milicianos han pasado a integrar grupos motorizados que actúan como paramilitares y bandas de delincuentes. Son los causantes de varias de las muertes acontecidas durante las marchas. Durante las últimas dos semanas, el Ejército ha sido criticado por la oposición venezolana debido a su actuación frente a las protestas antigubernamentales que han dejado al menos siete muertos, un centenar de detenidos y varias decenas de heridos.
Por eso Maduro, cuando asumió las riendas de Venezuela, también se dedicó a ascender a varios comandantes que ocuparon ministerios y sectores estratégicos de la economía. Además, el presidente mira hacia otro lado, dejando que los «halcones» del Ejército sigan llenando sus bolsillos con el narcotráfico a través del cártel de los Soles, constituido con militares. Por otro lado, Maduro hizo una «limpia». Anticipando días de furia, el presidente inició una nueva depuración de las Fuerzas Armadas, dando de baja a oficiales cuya lealtad a la Revolución es cuestionada y persiguiendo a viejos compañeros de Chávez que ahora son vistos como inconvenientes o directamente como una amenaza. El 6 de enero, se «retiró» a más de 100 oficiales que estaban activos, según una resolución firmada por el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López. La mayoría de ellos se encontraban en puestos sin comando de tropas, pero el Gobierno decidió pasarlos a retiro para sacarlos de los cuarteles, ya que muchos de ellos ejercían influencia sobre otros oficiales activos.
El recién formado Comando Antigolpe del Gobierno, encabezado por el nuevo vicepresidente Tarek El Aissami –conocido como «el Inquisidor»–, es quien comanda «la caza de brujas» dentro de las Fuerzas Armadas. «Con la casas en orden», los jueces de su lado y las arcas medianamente abastecidas gracias a las últimas transacciones con empresas rusas y chinas, a través de la estatal PDVSA, Maduro se siente preparado para enfrentarse a su rival: la oposición. Además no siente que por ahora la injerencia externa, sobre todo por parte de la Administración Trump, sea una amenaza real. El enemigo está en casa.
Desde que el Tribunal Supremo de Justicia emitiese su sentencia contra la Asamblea Nacional, que luego suprimió, Venezuela se ha sumido en una crisis institucional agravada por los problemas sociales y de desabastecimiento de productos básicos.
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