California

Manifestantes quieren arruinar el sábado el desfile militar a Trump

El toque de queda nocturno no frena las protestas en Los Ángeles, con 80 manifestantes más detenidos

La ciudad de Los Ángeles sigue bajo el eco de disturbios, con más de 80 personas arrestadas y una fuerte presencia policial tras las protestas por las redadas de inmigración organizadas por el gobierno federal. Según el Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD), la mayoría de los detenidos enfrentan cargos por no dispersarse, aunque también se registraron arrestos por violación al toque de queda, agresión con arma mortal contra oficiales y resistencia a la autoridad. Las fuerzas de seguridad admitieron haber usado municiones "menos letales" para controlar a los manifestantes.

Las manifestaciones, que comenzaron como expresiones pacíficas en rechazo a las redadas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), se intensificaron durante la semana, lo que llevó a la alcaldesa Karen Bass a declarar toque de queda en zonas del centro de la ciudad. El incidente más polémico ocurrió el jueves por la mañana, cuando agentes identificados con chalecos de la unidad HSI (Investigaciones de Seguridad Nacional) chocaron un vehículo civil durante un operativo. El automóvil transportaba a un hombre, una mujer y dos niños, quienes, según un abogado de la familia, fueron expuestos a gases químicos durante la detención del sospechoso, Christian Damián Cerno-Camacho, acusado de agredir a un agente de la Patrulla Fronteriza.

Los Ángeles no ha sido la única ciudad con manifestaciones. Desde Nueva York y Chicago hasta Austin, Las Vegas y Seattle, miles de personas han salido a las calles esta semana para protestar contra las redadas de inmigración y las políticas del gobierno de Donald Trump. En varias ciudades, las autoridades han impuesto toques de queda tras registrarse enfrentamientos con la policía.

En Texas, el gobernador Greg Abbott anunció el despliegue de más de 5,000 miembros de la Guardia Nacional y 2,000 efectivos del Departamento de Seguridad Pública estatal, en anticipación a protestas previstas para el fin de semana. “Cualquiera que participe en actos violentos o destruya propiedad será arrestado y juzgado con todo el peso de la ley. No se metan con Texas ni con nuestra policía”, afirmó Abbott en un comunicado.

Al mismo tiempo, el presidente Trump firmó resoluciones que anulan el plan de California de prohibir la venta de automóviles nuevos a gasolina a partir de 2035, desatando otra controversia con el gobernador Gavin Newsom. Además, la Casa Blanca ha ordenado revisar subsidios federales al estado con el objetivo de recortar financiamiento en represalia por su postura frente a la crisis migratoria. El cara a cara entre ambos políticos es la muestra más clara de lo que parece ser un “despertar” del Partido Demócrata que empieza a hacer resistencia más activa a las medidas del republicano.

Todo este clima de tensión ocurre a solo días del desfile militar organizado por la Casa Blanca para celebrar el 250º aniversario del Ejército de EE.UU. y coincidir con el cumpleaños 79 de Trump. El evento, calificado por críticos como una exhibición autoritaria, incluirá tanques, vehículos blindados y vuelos de aviones militares.

Frente a esto, grupos como Refuse Fascism convocaron a una protesta masiva frente a la Casa Blanca el sábado. "Al marchar aquí, donde el mundo tendrá la mirada puesta, queremos darle fuerza y coraje a los millones de personas que no votaron por Trump, que no quieren la pesadilla que él representa", dijo Sunsara Taylor, portavoz de la organización. También subrayó que la manifestación será una prueba de resistencia civil frente a las amenazas del presidente.

Trump, por su parte, volvió a echar leña al fuego al declarar que los manifestantes son "agitadores pagados". “Son profesionales, insurreccionistas, problemáticos… y sí, creo que están pagados”, declaró el mandatario durante un evento en la Casa Blanca. Agregó que el Departamento de Justicia investigará las identidades de los manifestantes.

Taylor respondió que esa afirmación refuerza la urgencia de movilizarse. “¿Vamos a entregar voluntariamente nuestro derecho a la Primera Enmienda? ¿O vamos a salir con el valor necesario, aunque implique sacrificios, para defender los derechos básicos y el futuro de la humanidad frente a este régimen fascista?”, cuestionó.

Aunque los organizadores no han estimado cuántas personas asistirán al acto, han dejado claro que la batalla simbólica se jugará no solo en Washington, sino en las calles de todo el país. El movimiento No Kings, por ejemplo, ha optado por evitar la capital y organizar actos descentralizados para "contar otra historia de América: la de las comunidades que se unen para rechazar la corrupción y el autoritarismo".

A medida que se acerca el desfile militar del sábado, Estados Unidos vive una escalada de tensiones entre una ciudadanía movilizada y un gobierno que responde con fuerza para ganar la que desde ahora se anticipa como la prueba de popularidad más grande del segundo gobierno de Trump.