Terremoto
Marruecos acepta la ayuda de cuatro países, entre ellos España
Defensa envía a la zona afectada a militares que se unirán a un equipo de bomberos y a la ayuda humanitaria de Exteriores
El Marruecos sufre. El terrible terremoto que asoló la nación norteafricana en la madrugada del 9 de septiembre ha provocado más de 2.000 fallecidos, una cifra que sube con los minutos, mientras miles de españoles reciben con una aparente alegría la desgracia de nuestros vecinos. Los comentarios de algunos usuarios en la red social X pueden calificarse como despreciables cuando se vincula la percepción del ciudadano marroquí con las políticas de Estado marroquíes que buscan menoscabar a España. Pero los marroquíes sufren bajo los escombros, esta es la realidad, sufren lo inimaginable escarbando en ellos, igual que sufrían antes y sufrirán el tiempo que sigan atados a una monarquía alejada de su pueblo.
El ansia expansionista de Marruecos, escenificada en la conocida política del Gran Marruecos y que tanto perjudica los intereses de España, no deja de ser una forma de manipulación social. Esta idea degenerada de las fronteras creadas tras la descolonización implica que el Sáhara Occidental, Mauritania y zonas del norte de Mali y del este de Argelia pertenecen históricamente al conjunto nacional marroquí. Además de las plazas españolas en el norte de África e incluso las islas Canarias. Una desvirtualización de la realidad desde que una amplia mayoría de estos territorios integrados en el Gran Marruecos jamás pertenecieron al reino alauí.
Lo que nació como un fuelle del nacionalismo marroquí durante la colonización francesa se ha convertido en un engranaje fundamental para el mantenimiento de la monarquía y una élite política nacida tras el colonialismo. Según su idea, la culpa de la decadencia marroquí recae sobre las naciones que impiden la creación de este Gran Marruecos, entre las que evidentemente entraría España. Mientras que todo logro obtenido en busca de este objetivo se venderá a la población como una victoria patriótica que liderarán las élites del país y su monarquía.
El Gran Marruecos es un espejismo. Sus mayores víctimas son los marroquíes, privados de la ayuda internacional tras el terremoto pese a que decenas de países han ofreciendo todo tipo de asistencia a Rabat. Han tenido que pasar 24 horas valiosas para que el gobierno marroquí acepte el ofrecimiento de ayuda, cuando el horror era ya innegable, y solo de 4 países: España, Reino Unido, Qatar y Emiratos Árabes Unidos. Una ayuda que, más que pedir, acepta con cuentagotas y de forma limitada.
Según fuentes del Ministerio español de Defensa, España activó el operativo después de que el Marruecos solicitará ayuda de manera oficial el Gobierno en funciones. Ya está en Marruecos un equipo de Búsqueda y Rescate Urbano (USAR) de la Unidad Militar de Emergencias (UME) compuesto por 56 militares y 4 perros para colaborar en la búsqueda y rescate de supervivientes del devastador terremoto. Sin embargo, una fuente diplomática marroquí ha explicado a EFE que, tras aceptar la participación de equipos de rescate de España, Reino Unido, Emiratos Árabes y Catar, el país magrebí no tiene de momento necesidad de otros tipos de ayuda.
¿Cómo encajaría la imagen de un Gran Marruecos incapaz de hacer frente por sí mismo a la catástrofe que hoy le desangra? ¿Cómo se sostendría la idea de una potencia mundial, de su monarquía asfixiada en el lujo parisino, si sus ciudadanos perecen bajo los escombros? Pedir ayuda, o mejor, aceptarla, pone hoy en duda un sistema cuya base siempre fue una ficción.
Un claro ejemplo de este orgullo tóxico de las élites se daría con las tiendas de campaña que ha rechazado Marruecos de las naciones que ayudarán. Según considera el país africano, no necesita tiendas de campaña, por lo que «no serviría de nada gestionar almacenes de tiendas de campaña cuando no hay la necesidad». Mientras tanto, se observan en los medios de comunicación imágenes de miles de personas durmiendo y pasando el día en la calle, sujetas a los caprichos de las temperaturas. El sol golpea inclemente, las ancianas reposan en la dureza del suelo; pero el Gran Marruecos no necesita tiendas de campaña. Aunque le hagan falta.
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