Elecciones en Alemania
Merkel o el centro infinito
Tras doce años en el poder todas las encuestas otorgan hoy una victoria para la canciller alemana, Angela Merkel, que asumirá su cuarto mandato. El éxito se entiende por su capacidad inédita de estirar su centro político e introducir en su partido ideas propias de la izquierda como el salario mínimo, el apagón nuclear o la apertura a los refugiados.
El congreso que la Unión Cristianodemócrata (CDU) celebró en Hannóver hace ahora diez años quedó marcado por una frase de la canciller Angela Merkel: «En el centro estamos nosotros y solo nosotros». Como testigos, los 1.000 delegados de una formación que dieron su visto bueno a un nuevo programa –tras los aprobados en 1978 y en 1994–, que tuvo como principal objetivo marcar el camino a seguir por el partido para los próximos años. Muchos entonces no supieron entender a la canciller, ni mucho menos las implicaciones que podían suponer sus palabras para la formación. Por aquel entonces, la CDU era un amalgama en la que, con unas raíces conservadoras, convergía el principio cristiano social con el liberal, bajo las premisas de la libertad, la solidaridad y la justicia. Todo ello con el garante de un patriotismo consciente del pasado alemán y al que ahora había que añadir el calificativo «centro». Merkel llevaba dos años en la cancillería y aún así muchos, desde la prensa, se preguntaron quién era la persona que gobernaba Alemania desde 2005 y principalmente, hacia dónde llevaría al país. Solo el tiempo pudo dar sentido a la frase que pronunció el 3 de diciembre de 2007.
Merkel aspira a revalidar su victoria e iniciar su cuarto mandato, como en su día consiguió su predecesor Helmut Kohl. El secreto de su éxito es precisamente su capacidad inédita de estirar su centro político. Para muestra, cualquier mitin de los más de cincuenta que ha celebrado durante esta campaña. En la tribuna, ella; enfrente, no solo un importante número de simpatizantes, sino también un buen puñado de detractores entre los que se adivinan seguidores de la izquierda junto a votantes del partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), su principal quebradero de cabeza. Críticos aparte, y dejando de lado un marco puramente ideológico, Merkel ha conseguido transformar la CDU a su imagen y abrir el partido a todas las tendencias sociales de forma que todos, o ninguno, puedan encontrarse y sentirse representados. En cualquier caso, parece irrelevante hablar de una CDU de Merkel. Sin embargo, y contrariamente a lo que sucedió durante los años del canciller Helmut Kohl que dirigió su política hacia el centro del partido, Merkel la condujo hacia el centro de la sociedad.
Como entonces resumió la prensa alemana, «Kohl no era nada sin la CDU y hoy la CDU no es nada más que Merkel». Una líder que ha hecho de los obstáculos, vínculos de conexión entre los alemanes como se comprobó en marzo de 2011 cuando bajo la impresión causada por la catástrofe del reactor en Fukushima, la canciller dio un cambio radical y anunció el apagón nuclear. Una de las principales exigencias de Los Verdes desde hace décadas.
También ese mismo año, decidió cancelar el servicio militar obligatorio para espanto de su propio partido pero como guiño a un sector muy importante de la juventud que lo reclamaba. El verdadero empujón de la formación conservadora hacia el centro comenzaba a tomar forma. Poco después, propuso el acceso a las guarderías para todos los niños menores de tres años, como una forma de dar respuesta a la tan reclamada necesidad de conciliar la vida familiar y laboral y de paso, hacer suya una exigencia que el partido de La Izquierda venía exigiendo desde largo. No obstante, fue ella –una política de derechas–, quien lo puso en marcha. Similar situación sucedió el pasado 30 de junio cuando el Bundestag aprobó el matrimonio homosexual. Merkel votó en contra pero dejó libertad de voto a su formación para que votaran a conciencia a sabiendas de que esta decisión permitiría que se aprobase el matrimonio entre personas del mismo sexo. Con esta maniobra, eliminó de los programas de la izquierda y en concreto de su reival socialdemócrata, Martin Schulz, una de sus principales propuestas.
Más peliagudo fue el tema de la inmigración. En un país en el que una de cada cuatro personas es de ascendencia extranjera, Merkel supo detectar la relevancia del tema y llevar a la práctica las exigencias al respecto. Cuestión que vivió su momento más complicado cuando la canciller decidió abrir las puertas a los refugiados en 2015. Llegaron más de un millón ante la fascinación de la izquierda y la perplejidad y crítica de la CDU. Cuando la cultura de bienvenida se fue de de control, dio un giro que contentó a sus correligionarios y con el que llegaron las repatriaciones y una serie de acuerdos con otros países para restringir la afluencia de refugiados. Entre otros temas, la canciller también implantó el salario mínimo y desde que Donald Trump anunció que Estados Unidos abandonaría el Acuerdo de París, ella es la protectora del medio ambiente. Los expertos en demoscopia afirman que los alemanes valoran positivamente este aspecto y la canciller conservadora vuelve otra vez a atribuirse un tema muy candente, marginando así a la oposición.
Pero todo no ha sido positivo. Muchos votantes cristianodemócratas han dejado de ser afines a esta formación tras el viraje ideológico dado por Merkel. Votantes que, en algunos casos, se ven ahora más identificados con los nuevos postulados del partido populista AfD. Una circunstancia que le ha hecho perder votos a cambio de ganar críticas de aquellos que le recriminan que su posición poco derechista ha favorecido la irrupción de ese partido, ya que dejó demasiado espacio a la derecha de su formación. La irrupción de AfD será sin duda el contrapunto a la victoria de Merkel.
Todas las encuestas aseguran que obtendrá un cuarto mandato. «Vivimos en una época en que muchas cosas están sufriendo profundos cambios», dijo en una entrevista por estos días. Cambios en los que en buena medida ella fue la artífice, y agregó: «quiero configurar precisamente esta fase, con toda mi experiencia, de manera que nuestro país trace las vías correctas». Merkel está dispuesta a perfilar la Alemania del siglo XXI como Khol lo hizo del siglo XX.
Schulz anima a la participación frente a los antidemócratas
El candidato a la Cancillería alemana por los Socialdemócratas alemanes, Martin Schulz, ya ha depositado su voto en las elecciones parlamentarias de las que saldrá el líder del país, y lo ha hecho haciendo un llamamiento a la participación ciudadana en los comicios a favor de los partidos democráticos. Schulz, cuyo partido aspira a ser la segunda fuerza política por detrás de la Unión Cristiana Demócrata de la actual canciller y favorita indiscutible, Angela Merkel, ha depositado su papeleta acompañado de su mujer, Inge, en su ciudad natal de Wuerselen, cerca de la frontera holandesa.
Tras entregar el voto sobre las 10.00, Schulz agradeció el buen tiempo reinante, que espera que sirva de aliciente para una alta participación.
"Espero que hoy ejerza su derecho a votar tanta gente como sea posble y fortalezca un futuro democrático para la República Federal de alemania a favor de los partidos democráticos", ha declarado en una velada alusión al partido filonazi Alternativa para Alemania, que aspira hoy a entrar en el Parlamento como tercera fuerza política y, si finalmente el SPD de Schulz forma coalición con Merkel, como primera fuerza de oposición.
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