Estados Unidos
México avisa a EE UU de que no acepta políticas unilaterales
Las directrices migratorias que autorizan las deportaciones indiscriminadas centraron el encuentro en México DF entre el secretario de Estado, Rex Tillerson, y el ministro de Exteriores mexicano, Luis Videgaray, quien no ocultó su «cólera» por la hostilidad de Trump y auguró un «diálogo largo y difícil»
México expresó hoy "preocupación e irritación"ante los secretarios de Estado y de Seguridad Nacional de Estados Unidos, de visita en el país, por las políticas del Gobierno del presidente Donald Trump.
México recibió con frialdad a los enviados de Trump: el secretario de Estado, Rex Tillerson, y el secretario de Seguridad Nacional, John Kelly. Durante una tensa rueda de prensa el ministro de Exteriores mexicano, Luis Videgaray, no ocultó su «irritación y preocupación» por las nuevas directrices migratorias que autorizan las expulsiones masivas y cuyo artífice –Kelly– se encontraba frente a él. El ministro reconoció que «tenemos grandes diferencias con Estados Unidos». Mientras, Tillerson intentó romper el hielo con los mexicanos al recordarles que se siente muy cercano a su cultura porque «soy de Texas». Sin embargo, la broma no funcionó. «Somos vecinos que a veces tenemos tensiones. Escuchamos de forma cuidadosa. Reafirmamos nuestra cooperación en economía, inmigración y seguridad», indicó Tillerson, que también recordó el flujo migratorio que llega de Centroamérica. Por su parte, Kelly quiso aplacar los temores de los mexicanos y negó que vayan a producirse «deportaciones masivas». «No habrá uso de fuerzas militares en operaciones migratorias», agregó el secretario de Seguridad Nacional.
Antes de la reunión, el ministro Videgaray tildó de «unilaterales» y «sin precedentes» los memorandos dados a conocer antes del viaje de Tillerson sobre cómo se debían poner en práctica los decretos migratorios, que suponen una nueva bofetada para el vecino del sur. Videgaray aseguró que «ni México ni los mexicanos van a aceptar medidas unilaterales» y planteó la posibilidad de acudir a organismos internacionales para defender sus intereses nacionales. Después del encuentro con los periodistas de Tillerson y el ministro mexicano, que se retrasó, el presidente Trump mantuvo una conversación telefónica con el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, cuyo país también firmó el controvertido tratado comercial (NAFTA, por sus siglas en inglés), con el que, según el republicano, México se aprovecha de Estados Unidos. Sin embargo, desde la Casa Blanca, se intentó restar importancia a las tensiones provocadas por Trump e hizo hincapié en el intento de Tillerson de limar asperezas en México.
Ya desde la campaña presidencial empezó la controversia cuando aseguró que México manda «lo peor de lo peor a Estados Unidos, que en su mayoría son criminales y violadores». Después de jurar el cargo el 20 de enero, el presidente Enrique Peña Nieto tuvo que cancelar su viaje a Washington debido a las tensiones que provocaron la firma del decreto en el que ordena la construcción de un muro que quiere que pague México. Fue entonces cuando Peña Nieto respondió en Twitter. «Lo he dicho una y otra vez: México no pagará ningún muro», zanjó de forma contundente el presidente mexicano, que ordenó que los 50 consulados en Estados Unidos reforzasen sus medidas de protección para que se conviertan «en auténticas defensorías de los derechos de los migrantes».
El presidente de EE UU convocó ayer una reunión con los consejeros delegados de las compañías a las que ha amenazado por tener fábricas en México, mientras el secretario de Estado se encontraba en este país. Entre los empresarios que acudieron a la Casa Blanca, destacó Michael Dell, de Dell Technologies; Andrew Liveris, de Dow Chemical Company; Mark Sutton, de International Paper, o Gregort Hayes, de United Technologies. Trump no ocultó que el viaje de su secretario a México «es difícil», pero insistió en que él tiene la obligación de «recuperar miles de puestos de trabajo».
Hoy Trump recibirá el informe solicitado con los datos sobre la ayuda de Estados Unidos a México. Marcado en rojo se encuentran los más de 1.000 millones de dólares de la «operación Mérica», un acuerdo bilateral de ayuda contra los grupos de crimen organizado, mejora del sistema judicial y modernización de la frontera. Firmado en 2007, fue la respuesta de las dos capitales a la narcoguerra que asoló el norte de México. Desde que se firmó el acuerdo, el Congreso ha aprobado más de 2.800 millones para diferentes programas, de los que México ha recibido 1.600 millones. Sin embargo, lo que más preocupa a los mexicanos son las amenazas de órdenes de deportación, ya que las remesas que mandan sus familias desde EE UU suponen la segunda fuente de ingresos del país, con 25.000 millones de dólares al año.
Estas tensiones son un capítulo más en la historia de las relaciones bilaterales entre México y EE UU, enfrentados tradicionalmente por cuestiones comerciales, migratorias, fronterizas y el uso del agua, entre otros asuntos. Sin embargo, sí es la primera vez, según fuentes consultadas por LA RAZÓN cercanas al Gobierno mexicano, en las que desconoce cómo actuar, debido al comportamiento imprevisible de Trump.
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