Colombia
No hay un «plan B» para los guerrilleros
El rechazo al acuerdo de paz deja en el limbo la reinserción de los ex combatientes, que podrían ser tentados por el narco o el crimen organizado.
El rechazo al acuerdo de paz deja en el limbo la reinserción de los ex combatientes, que podrían ser tentados por el narco o el crimen organizado.
Aunque el líder de las FARC, «Timochenko», haya salido a calmar las aguas y hablar de paz, lo cierto es que la guerrilla se encuentra en la encrucijada. Por ahora no existe un «plan B» y la hoja de ruta que salga de un posible pacto entre los grupos políticos no será igual de beneficiosa para ellos. Por tanto, el gran reto del alto mando ahora es conseguir que sus combatientes se mantengan unidos y ocupados, alejados de los cantos de sirenas de otros grupos que querrán captarlos.
Es posible que parte de los guerrilleros de las FARC sean captados por la Bacrim, las bandas emergentes del crimen organizado que ya ocupan los espacios que deja la guerrilla. Las Bacrim, herencia maldita de los paramilitares, tratarán de atraer a los descontentos e incluso completos frentes guerrilleros para alcanzar mayor control territorial. Podrían también darse alianzas, por ejemplo en Chocó, una zona rural de Quibdó, donde las FARC controlan el oro, pero en el área urbana «los Urabeños» son quienes lo comercializan.
Uno de los escenarios que ya se están dando es que parte de los guerrilleros pasan de luchar con las FARC a hacerlo con el ELN, con el que el Gobierno mantiene un proceso de diálogo. De acuerdo con informaciones de inteligencia militar, el ELN busca fortalecerse en las zonas de Arauca, el sur de Córdoba, Catatumbo y Cauca, territorios antes ocupados por la guerrilla de las FARC.
Otro de los peligros es que algunos frentes de las FARC se conviertan en cárteles de la droga, apoyados y vinculados con los grandes cárteles mexicanos. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y grupos mexicanos como el cártel de Sinaloa o el de Jalisco Nueva Generación (CJNG) se han aliado para introducir toneladas de cocaína en EE UU, según un informe de la DEA de 2015.
La última posibilidad, no menos preocupante, son los grupos rebeldes. Tanto el Frente 1 como el Frente 7 han dicho que no están dispuestos a entregar las armas y desmovilizarse como el resto de sus camaradas. El rechazo del Frente 1, compuesto por unos 200 hombres y conocido por su belicosidad, fue comunicado tras el cese el fuego y se convirtió en la primera muestra de rebelión de un sector de la guerrilla ante el acuerdo. El Frente 7 de las FARC, llamado Jacobo Prias Alape, que también pertenece al Bloque Oriental, tampoco acatará los acuerdos. Este frente está compuesto por al menos 300 narcoguerrilleros.
Tras paralizarse el proceso también se bloquean las ayudas económicas a las FARC. El acuerdo de paz establecía la creación de una entidad de economía «social y solidaria» denominada ECOMÚN, a la que los ex combatientes podrán afiliarse voluntariamente para crear emprendimientos. Además fijaba un apoyo económico equivalente a unos 2.700 dólares por rebelde, que se otorgará una sola vez para emprender un proyecto productivo individual o colectivo. A eso había que sumar las ayudas de 200 dólares al mes que todos recibirían durante dos años.
Durante este periodo en el limbo mientras se renegocian los acuerdos, los guerrilleros tendrán que ser autosuficientes para no caer en la delincuencia. Los rebeldes podrían dejar sus uniformes de combate para trabajar de guías turísticos, fabricantes de queso o mecánicos en Colombia, como parte de los planes del grupo de incorporarse a la economía cuando entre en vigencia un hipotético acuerdo de paz.
Extensas e inhóspitas zonas rurales abandonadas que estaban bajo su control podrán ser utilizadas por los propios combatientes que piensan quedarse en la región para lanzar sus iniciativas como emprendedores, apoyados por un subsidio del Gobierno. «Tenemos que vincularnos también en la parte económica (...) para que no podamos irnos por el camino equivocado», aseguró a Reuters Mauricio Jaramillo, miembro de la cúpula de las FARC. Mientras tanto, varias fuentes de la guerrilla reconocieron a LA RAZÓN bajo la condición de anonimato que algunos de los proyectos productivos ya están funcionando, sin ofrecer muchos detalles por temor a que puedan ser confiscados para resarcir a las víctimas del conflicto.
Uno de los proyectos en los que podrían trabajar los ex guerrilleros es un centro de turismo ecológico y de aventura en zonas selváticas que durante más de cinco décadas estuvieron vedadas para los turistas por culpa del conflicto armado más largo del hemisferio.
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