Relaciones EEUU/Cuba

«Cuentapropistas», el semillero de la clase media cubana

Obama saluda a los asistentes a un foro con empresarios y emprendedores
Obama saluda a los asistentes a un foro con empresarios y emprendedoreslarazon

La apertura económica del castrismo alienta la creación de una modesta clase media propietaria de pequeños negocios

Barack Obama se reunió con un puñado de emprendedores cubanos y americanos instalados en Cuba para escenificar el apoyo del Gobierno estadounidense a las medidas comerciales lanzadas en los últimos meses. Obama aseguró que la economía cubana "está empezando a cambiar"y elogió el "espíritu"de esos emprendedores y destacó que Estados Unidos "está listo"para ayudarles a "tener éxito".

"La conclusión es que creemos en el pueblo cubano", subrayó el presidente durante su discurso ante el foro, en el que participan también empresarios estadounidenses y representantes de compañías estatales cubanas. Según Obama, como ocurre ahora en Cuba, algunas de las grandes compañías privadas de Estados Unidos "nacieron pequeñas, incluso en un garaje". A juicio del mandatario, cumplir las "aspiraciones"del pueblo cubano dependerá de consolidar al sector privado en paralelo a la acción del Gobierno, una tarea que, admitió, "no es fácil". El emprendimiento "crece con fuerza"cuando hay un entorno en el que "todo el mundo tiene la oportunidad de triunfar", resaltó Obama.

Actualización económica

“Vamos de cabeza al capitalismo”, le explica Vladimir a su amigo Jesús. Los dos ancianos están sentados junto a un paladar en el barrio del Vedado. “Para mí que nos vamos a quedar en un mediosocialsmo”, le replica el otro cuando se les pregunta si algún día Cuba dejará de ser socialista. Nadie sabe dónde desembocará el camino abierto por Raúl Castro cuando en 2008 comenzó a tomar las primeras medidas de apertura tras reconocer un año antes la urgencia de reformas, pero la necesidad y el optimismo invita a mucho cubanos a creer que las cosas solo pueden ir a mejor.

La “actualización económica” de Cuba ha permitido que en los últimos años crezcan pequeños negocios como tiendas de barrio, paladares o restaurantes caseros y taxis para los extranjeros. Según algunos cálculos, en La Habana existen 10.000 casas y habitaciones de alquiler que complementan la escasa oferta hotelera de la capital. Los datos oficiales de 2012 indican que hay en el país 470.000 cubanos con licencia para operar como cuentapropistas, que representan una supuesta clase media dentro del país.

En una tienda de ropa frente al hotel Habana Libre, un joven dependiente explica cuáles son las maneras habituales de “resolver”, la palabra clave, al margen de la oficialidad. “Muchos jóvenes prefieren comprar la ropa de fuera, no les gusta la que se hace en Cuba porque está hecha con tejidos tradicionales. Si tu vienes conmigo por la izquierda te enseño la ropa que no podemos vender oficialmente”. En Cuba “ir por la izquierda” significa trapichear.

Otra expresión muy común entre los cuentapropistas es “la luchita”, la batalla del día a día para sobrevivir. Hay empleados públicos de hoteles que “toman prestado” productos que después reparten entre los familiares porque no se puede vivir con los 30 dólares del salario oficial, nos dicen en la calle, ni con la cartilla de racionamiento que canjean en la bodega, donde se les entrega cada mes cinco huevos, dos libras de frijoles, siete de arroz, media de aceite y otra media de pollo.

Uno de las profesiones más pujantes es la de conductor de taxis. “Los almendrones mueven La Habana. Son los taxis antiguos que tanto gustan a los turistas”, explica Juan, un conductor que paga unos 40 euros al dueño del coche, un Chevrolet del 52 que circula por la ciudad de forma milagrosa.

De las medidas aprobadas por el Gobierno cubano en 2011, apenas un 21% habían sido implantadas hace un año, según datos oficiales. Una de las tareas pendientes es el fin de la doble moneda, el peso cubano y el CUC.

«En Cuba no hay miseria»

El Gobierno del país vecino confía en que el desarrollo de la economía de mercado y los intercambios comerciales entre los dos países conducirán a Cuba hacia una normalización. “A mí me da lo mismo si es socialismo o capitalismo. A nadie le gusta vivir en la miseria y pasar necesidades”, afirma Gloria, dueña de una peluquería en Centro Habana, que rápidamente matiza que “en Cuba no hay miseria, pero sí carencia de productos importantes” que atribuye al embargo económico. “Cuando todo esto cambie veremos si es culpa del bloqueo o del Gobierno”, añade. Las autoridades cubanas estiman que los más de cincuenta años de embargo han tenido un coste superior a los 100.000 millones de dólares para Cuba.