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Obama aviva la rebelión: «Nuestros valores están en peligro»

El ex presidente rompe su silencio para arremeter contra la política migratoria de su sucesor, que ha fracturado al país tras llegar a la Casa Blanca. Trump afirma que no dará marcha atrás aunque se lo piden multinacionales y políticos

Imagen de la manifestación celebrada ayer en Londres. Un millón y medio de firmas piden que Trump no visite el Reino Unido
Imagen de la manifestación celebrada ayer en Londres. Un millón y medio de firmas piden que Trump no visite el Reino Unidolarazon

El ex presidente rompe su silencio para arremeter contra la política migratoria de su sucesor, que ha fracturado al país tras llegar a la Casa Blanca. Trump afirma que no dará marcha atrás aunque se lo piden multinacionales y políticos.

El ex presidente Barack Obama rompió ayer su silencio tras dejar la Casa Blanca el 20 de enero para apoyar a los miles de ciudadanos que están protestando por todo el país con motivo del veto musulmán ordenado por su sucesor, Donald Trump. «Los valores americanos están en juego», dijo a través de su portavoz, Kevin Lewis. «Ciudadanos ejerciendo su derecho constitucional de reunión, organización y haciendo que sus voces sean escuchadas por los oficiales electos es exactamente lo que esperamos ver cuando los valores estadounidenses están en peligro», informó. Lewis también se refirió a la insistencia de Trump en que su decisión de detener temporalmente a los ciudadanos de siete países de mayoría musulmana y frenar el recibimiento de refugiados sirios en Estados Unidos es similar a una decisión de Obama de 2011. «Obama no está de acuerdo con la noción de discriminar a los individuos debido a su fe o religión», reiteró el portavos.

Sin embargo, para Trump «todo va perfectamente» y lo importante es hacer «América segura de nuevo». Las protestas masivas provocadas por su veto musulmán, la reacción judicial y el revuelo en los pasillos del Congreso no son más que habladurías. «Solamente 109 personas de 325.000 fueron detenidas y recluidas para ser interrogadas. Los grandes problemas en los aeropuertos fueron causados por un apagón informático de Delta, los manifestantes y las lágrimas del senador [Chuck] Schumer», dijo a través de Twitter. «Todo va bien con muy pocos problemas», añadió ante la estupefacción del país, que se ha levantado de costa a costa contra la suspensión de visados a los nacionales de siete países de mayoría musulmana (Libia, Sudán, Somalia, Siria, Irak, Yemen e Irán), así como la paralización del sistema de acogida de refugiados. «No es agradable buscar terroristas antes de que puedan entrar a nuestro país. Pero esto fue una gran parte de mi campaña. ¡Estudien el mundo!», exhortaba a través de su habitual vía de comunicación. «Si la prohibición se hubiera anunciado con una semana de aviso, los malos se habrían precipitado a nuestro país durante esa semana. ¡Hay un montón de tipos malos ahí fuera!», añadió para después arremeter contra la Prensa, a la que él denomina ya oficialmente «el partido de la oposición», por desvirtuar lo que está ocurriendo en EE UU. «¿Dónde estaban los demócratas y el partido de la oposición cuando los puestos de trabajo en nuestro país desaparecían», se preguntaba el presidente estadounidense, que ayer, ajeno a la polémica, siguió firmando órdenes ejecutivas. La de ayer tenía el objetivo de reducir drásticamente las regulaciones burocráticas del Gobierno federal. «No necesitamos 97 reglas diferentes para ocuparnos de un solo elemento», dijo en su ya conocido reduccionismo de los problemas.

«Trump no rescindirá esta orden. Es una de sus promesas clave de campaña y por la que le votó la gente. Esta prohibición es muy popular y ha sido muy bien acogida entre su base de votantes. No hay incentivos internos lo suficientemente fuertes como para que retroceda. La presión social no le hará cambiar de opinión. Los que protestan en las calles son los que no votaron por él y tienen un gran rechazo hacia su persona. A Trump le preocupan más los votos que las pancartas y proclamas contra él», asegura a LA RAZÓN Steven Taylor, experto político de la American University.

Sin embargo, la Justicia parece no estar de su parte, como se ha visto el fin de semana, cuando cuatro jueces y 19 fiscales mostraron su rechazo a la aplicación del decreto. En esta línea, ayer, el fiscal general del Estado de Washington, Bob Ferguson, denunció a Trump por la polémica orden ejecutiva, en la que es la primera denuncia oficial de un Estado contra un mandatario. Trump, incluso, ha conseguido romper en dos a la diplomacia de su país. Según varios medios, un nutrido grupo de diplomáticos están preparando una queja formal contra su veto. Preocupa entre la clase política cómo podrán verse afectadas las relaciones diplomáticas tras el veto musulmán, aunque, según Taylor, «finalmente el impacto será mínimo, a menos que la Administración Trump expanda la lista e incluya a naciones de las que depende EE UU en gran medida en comercio y recursos naturales. Siempre y cuando se limite a los países que son sólo socios comerciales de menor importancia, o que dependen en gran medida de EE UU para la asistencia militar o económica, no se prevé que haya consecuencias diplomáticas negativas».

Mientras el presidente trata de continuar con su agenda para cumplir con su plan de choque para los primeros cien días de su Administración, el caos sigue propagándose de costa a costa. Las protestas no cesan en las grandes ciudades y los aeropuertos se han convertido en un nuevo punto para concentrar a sus críticos. También está seriamente comprometida la Prensa del país, que ayer volvió a mostrar su indignación ante el caos informativo provocado por la gestión de la Casa Blanca.