Estados Unidos
Obama y Castro: nueva era tras 53 años de bloqueo
Barack Obama anunció ayer la apertura de una embajada en La Habana, la retirada de Cuba de la lista de patrocinadores del terrorismo y la rebaja de las restricciones para viajar y hacer negocios. Artículos de Inocencio Arias, César Vidal y Hermenegildo Altozano.
El 17 de diciembre va a a marcar un antes y un después en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. En un abrupto cambio en la política estadounidense, Barack Obama anunció ayer la apertura de una embajada en La Habana, la retirada de Cuba de la lista de patrocinadores del terrorismo y la rebaja de las restricciones para viajar y hacer negocios. El presidente demócrata ha tenido siempre en mente empezar la normalización de las relaciones con Cuba antes de abandonar la Casa Blanca, y ha sido en la recta final de su mandato, la derrota en las legislativas de noviembre, cuando ha dado el histórico paso. De momento, ha ordenado a su secretario de Estado, John Kerry, revisar las relaciones con el régimen de la isla.
«En el que será el cambio más significativo en nuestra política en más de 50 años, acabaremos nuestra estrategia obsoleta que, durante décadas, no ha hecho más que interponerse en nuestros intereses en Cuba. Así, empezaremos a normalizar las relaciones entre los dos países. Con estos cambios, intentaremos crear más oportunidades para estadounidenses y cubanos. Empezaremos un nuevo capítulo entre las naciones de las Américas», explicó Obama desde la Casa Blanca, al mismo tiempo que el presidente de Cuba, Raúl Castro, se dirigía a su nación desde la Habana en una histórica comparecencia sincronizada entre ambos Gobiernos.
«Existe una complicada historia entre EE UU y Cuba. Nací en 1961, justo dos años después de que Fidel Castro se hiciese con el poder en Cuba, y justo unos meses después de la invasión de la Bahía de Cochinos, con la que se intentó derrocar al régimen. Durante las siguientes décadas, la relación entre nuestros dos países se desarrolló en el telón de fondo de la Guerra Fría. Estamos sólo a 90 millas. Pero, año tras año, la barrera económica e ideológica se endureció entre nuestros dos países», indicó Obama, que quiso recordar a todas las personas que han venido a EE UU huyendo del régimen de Castro. Tampoco olvidó a la disidencia cubana, gran obstáculo para empezar la normalización de las relaciones, a la que hizo un guiño cuando dijo en español una vieja frase de la isla: «No es fácil». El presidente recordó que «todos somos americanos» tras reconocer que Miami es hoy la capital de Iberoamérica.
Aunque la decisión de Obama marca un giro copernicano en la política de Washington hacia la isla, el presidente no puede unilateralmente terminar con el largo embargo Cuba, pues se precisa la autorización del Congreso.
Estos anuncios se producen después de un año de conversaciones secretas entre Washington y La Habana, que incluyen encuentros clandestinos en Canadá y el Vaticano. El Papa Francisco medió de forma personal para la liberación del ciudadano estadounidense Alan Gross, puesto ayer en libertad tras cinco años encarcelado en Cuba. Su liberación abrió ayer la puerta al cambio de política. Precisamente, Obama reconoció que el «caso Gross» ha sido un gran obstáculo en sus intentos de normalizar las relaciones con Cuba. Mientras, también se llevó a cabo el intercambio de un espía estadounidense en prisión en Cuba durante veinte años por los tres cubanos encerrados en Florida desde hace quince.
La nueva relación entre EE UU y Cuba también se visualizará con intercambios y visitas entre los dos Gobiernos. Respecto a las restricciones de viaje, se permitirán visitas de actividades educativas y de negocios de los miembros de la Administración de EE UU, pero se mantendrá la prohibición a los turistas. De esta forma, las personas con permiso para viajar a la isla podrán volver a EE UU con mercancía cubana valorada en 400 dólares. Además, se aumenta el valor de las remesas que los estadounidenses pueden enviar a los cubanos de 500 dólares a 2.000 cada tres meses.
Desde La Habana, Raúl Castro, vestido con su uniforme de general de Ejército, se dirigió al pueblo cubano para anunciar su conversación telefónica del martes con Obama y el restablecimiento de las relaciones diplomáticas. Con citas sobre la igualdad y el respeto a la soberanía nacional, y tomando como referencia un discurso de su hermano Fidel, Raúl dijo que Cuba y EE UU han decidido restablecer sus relaciones diplomáticas. Pese a las diferencias en derechos humanos y democracia, el líder cubano destacó que la decisión de Obama merece respeto y reconocimiento por parte de los cubanos. Los países, insistió, deben aprender a vivir con sus diferencias de manera civilizada.
«Hemos acordado el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, aunque eso no quiere decir que lo principal se haya resuelto, que es el bloqueo económico, comercial y financiero, que provoca grandes daños humanos y económicos y que debe cesar», advirtió. Asimismo, exhortó a Washington a «remover obstáculos que impiden los vínculos entre nuestros países», como los viajes, el correo postal directo y las telecomunicaciones. «Proponemos a EE UU adoptar medidas mutuas para mejorar el clima bilateral y avanzar hacia la normalización de los vínculos», reiteró.
Si a Obama le entrasen sueños de grandeza y pretendiese acabar con el bloqueo impuesto en 1962, tendría que recordar que en Cuba hay una dictadura y que los Castro aún no hincaron la rodilla. Para que se levantase el embargo, haría falta algo más que la liberación de un empresario. El gesto más más claro que podría hacer el régimen sería liberar la opinión pública.
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