Reino Unido
Por qué la UE no puede ceder al chantaje de Boris Johnson
La pérdida de la mayoría parlamentaria del primer ministro británico, Boris Johnson, es un reflejo de la debilidad de Downing Street para imponer su estrategia respecto al Brexit. Tras su llegada al poder, Boris Johnson no ha tratado de construir un consenso nacional en torno a cómo debe salir Reino Unido de la Unión Europea sino todo lo contrario. El primer ministro se ha empleado a fondo para imponer al resto de fuerzas políticas e incluso a los críticos de su propio partido su visión extrema del Brexit.
“Hazlo o muere”, (Do or die, en inglés) ha sido su mantra. Ha ordenado el cierre del Parlamento durante cinco semanas arrastrando a la reina de Inglaterra al fango de la batalla política, y estirando los límites del marco constitucional británico. Boris Johnson ha reconocido que esta insólita maniobra estaba destinada únicamente a colocar a Bruselas en la tesitura de un Brexit sin acuerdo a la espera de que los Veintisiete cedieran y levantaran la salvaguarda irlandesa. El “premier” afeó a los diputados contrarios al Brexit salvaje que estuvieran “minando su posición negociadora en Bruselas”.
La Unión Europea, sin embargo, no puede dialogar con una pistola en la sien. No se puede premiar a quien utiliza tácticas de “hooligan” como es el caso del líder “tory”. Nadie quiere un Brexit duro. Ni la Unión Europea ni Reino Unido. Por eso, el juego de Boris Johnson de escenificar una salida abrupta para tratar de torcer el brazo a la UE es una estrategia tan disparatada como poco inteligente.
El gran escollo: la salvaguarda que mantiene a Irlanda del Norte alineado en la Unión Aduanera y al Mercado Único en la circulación de bienes es en realidad la única garantía para que no se levante una frontera dura entre las dos Irlandas. La prioridad de la Unión Europea debe ser preservar los Acuerdos del Viernes Santo. No se puede ceder a los impulsos más tribales del (anti)liderazgo “tory”.
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