América

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¿Por qué lo llaman genocidio cuando quieren decir ideología?

Una imagen de «Apocalypto», la película dirigida por Mel Gibson sobre el mundo precolombino
Una imagen de «Apocalypto», la película dirigida por Mel Gibson sobre el mundo precolombinolarazon

Frente a lo que se defiende desde algunos púlpitos, nunca hubo un plan diseñado para aniquilar a la población autóctona de la América colonial.

La verdad es que después de más de treinta años como americanista uno empieza a desmoralizarse. Leía estos últimos días algunas declaraciones de importantes representantes políticos de las nuevas hornadas, del cambio, en el sentido de que celebrar el día de la Fiesta Nacional el 12 de octubre equivalía a gastar un montón de dinero en conmemorar una efeméride nefasta: «el Genocidio Americano». Vaya por delante que, en mi opinión, el comportamiento de los conquistadores españoles en el Nuevo Mundo deja mucho que desear, pero no más que el continuo e injusto calvario que las potencias europeas (véase Holanda, Portugal, Francia o Inglaterra) han impuesto al resto del mundo en los últimos cuatrocientos años, y, sin embargo, los españoles somos los únicos que seguimos mareando la perdiz con este morboso y estéril debate. ¿Cuál será la explicación? Después de mucho devanarse los sesos uno llega a la conclusión de que en este país los políticos nunca han tenido una postura coherente al respecto, ni los de derechas ni los de izquierdas. En el primer caso se ha abusado en demasía de una concepción patriótica e imperial que ensalza la labor de los conquistadores, frailes y funcionarios de la Corona. Que si les llevamos la religión, la lengua, etc., cuando en nuestros días todos sabemos perfectamente que los indígenas americanos habían desarrollado religiones de una gran complejidad y coherencia, por no hablar de la riqueza, variedad y eficacia de miles de lenguas autóctonas hoy desaparecidas o en vías de extinción. Resumiendo, una visión simplista y maniquea contaminada por intereses políticos de un arcaísmo ofensivo y carente de interés. Los segundos, los de izquierdas, llevan décadas enarbolando la bandera de la culpa en el sentido más freudiano de la palabra. ¡Qué barbaridad lo que hicimos! ¡Avergoncémonos de tan oscuro pasado!, un planteamiento que entronca con buena parte de los argumentos utilizados por la llamada «Leyenda Negra» a lo largo de muchos siglos. En este caso nos encontramos con una postura radicalmente opuesta a la primera, pero igual de simplista y estéril, un planteamiento que tampoco aporta nada a una visión objetiva y moderna de la historia de España en América.

Con el término «genocidio» pasa lo mismo que con otros como «fascista» o «comunista», que se utilizan con una alegría y despreocupación que lo van desposeyendo poco a poco de sus connotaciones reales. Según el sociólogo e historiador estadounidense Michael Mann, el genocidio es el grado más extremo de violencia intergrupal y el más extremo de todos los actos de limpieza étnica. Desde esta concepción la conquista y colonización de América por los españoles difícilmente podría ser calificada así en su conjunto. Claro que hubo terribles abusos y violencia extrema sobre los pueblos indígenas, lo que es consustancial con todo proceso colonial, pero no debemos perder de vista que los primeros interesados en que siguieran vivos eran los propios españoles e indianos. No por motivos morales y humanitarios, que también los hubo, sino por otros más prácticos y propios de nuestra especie como el afán por enriquecerse a costa de los demás. Esto nos lleva a afirmar que no hubo un plan diseñado conscientemente para aniquilar a la población autóctona, sino un eficaz sistema de explotación económica que reportó pingües beneficios a lo largo de más de trescientos años.

Labor culturizadora

Explotación, abuso e injusticia, sí, genocidio, al menos tal y como se define en nuestros días ese concepto, no. Nos podemos preguntar a continuación: ¿por qué algo tan obvio no es tomado en consideración por los representantes de la culpa?, pues por el mismo motivo que los partidarios de la España Imperial sólo ven en la Conquista de América una labor cristianizadora y culturizadora, porque les ciegan sus ideas políticas y son incapaces de ver en la América de nuestros días una cultura rica y variada fruto de un encuentro traumático, sí, pero con una vitalidad y proyección de futuro que ya quisieran muchos. Respecto a que el 12 de octubre sea la fecha más idónea para celebrar la Fiesta Nacional, eso es ya otro asunto, parecido, pero otro asunto. No olvidemos que se instauró como tal en 1981 con la denominación de «Fiesta Nacional de España y Día de la Hispanidad», y que desde 1987, ganando por la mano a los partidarios de situarla el 6 de diciembre, día que se aprobó la Constitución de 1978, pasó a llamarse «Día de la Fiesta Nacional de España», suprimiéndose y «Día de la Hispanidad». Afortunadamente, ya hacía tiempo que habían desaparecido términos como «Día de la Madre Patria», «Día del Indio» o «Día de la Raza». El considerar la Conquista de América como un genocidio no deja de ser una ocurrencia política cargada de ideología, como pasa con las pomposas declaraciones imperiales de los situados al otro lado del río. Creo, sinceramente, que ya va siendo hora de que los políticos españoles vean América desde una nueva perspectiva, desde planteamientos constructivos y realistas, desde una concepción alejada del triunfalismo y la culpa. Y ya va siendo hora, que nos estamos cansando, lo digo de verdad.