Viena
Próxima estación, la Cancillería en 2018
Consecuencias en la política interna. Los xenófobos encabezan los sondeos por la crisis migratoria y el desgaste del Gobierno
No pudo ser. Pero el ultraderechista Partido Liberal (FPÖ) no tira la toalla para hacer saltar por los aires el bipartidismo que ha gobernado en Viena desde el final de la II Guerra Mundial. Estas presidenciales, que han polarizado como nunca antes el país entre europeístas y antieuropeístas, entre el campo y la ciudad, entre jóvenes y viejos y entre universitarios y personas sin estudios, son apenas una estación de paso para la derecha populista. Al fin y al cabo, el jefe de Estado es una mera figura representativa con más influencia moral que política.
La verdadera meta del FPÖ y su líder, Hans Christian Strache, es la Cancillería federal. Y, a tenor de los últimos sondeos, no parece un imposible. La crisis de refugiados de 2015, cuando llegaron a Austria 120.000 solicitantes de asilo, y el desgaste de la Gran Coalición entre socialdemócratas (SPÖ) y conservadores (ÖVP) han aumentado la intención de voto de la ultraderecha, vista como la única opción para castigar a los partidos tradicionales. En opinión de Peter Filzmaier, experto en Comunicación Política de la Universidad de Krems, en Austria hay «mucha desconfianza» hacia el ‘establishment» que ha sabido capitalizar el Partido Liberal.
El FPÖ, fundado en 1956 por antiguos oficiales de las SS, encabezaba en noviembre las encuestas con el 35% de apoyos, a una distancia considerable de los socialdemócratas (26%) y los conservadores (19%). El SPÖ y el ÖVP necesitarían a un tercer socio para mantenerse en el poder, bien Los Verdes (12%) o los liberales de NEOS (6%).
En un intento de recuperar la iniciativa política en los escasos dos años que restan para la cita con las urnas, el Gobierno ha dado un giro copernicano a su política de acogida. Un año después de abrir sus fronteras a los refugiados procedentes de Hungría en su camino a Alemania, Viena ha limitado el número de solicitantes de asilo a un tercio, frente a las 90.000 alcanzadas en 2015. Una nueva ley permite al Gobierno decretar el estado de «emergencia» para rechazar a los migrantes en la frontera. Los perseguidos serán considerados refugiados provisionales durante tres años. Sólo entonces se revisará su situación en sus países de origen antes de prolongar o no su estancia en Austria. Anoche, el canciller Chritian Kern, se mostró satisfecho por un resultado que supone que «no va a dificultar el trabajo del Gobierno federal». En este sentido, el presidente electo, Alexander van der Bellen, optó por no especular sobre un adelanto electoral al zanjar que éste «depende del Parlamento».
Sin embargo, los ultras no lo podrán tan fácil. El derrotado Norbert Hofer vaticinó que «el Ejecutivo no va a aguantar mucho más». «Mi objetivo es aportar lo mío para un buen resultado del FPÖ» en las próximas elecciones, en las que pretende presentarse como «número dos» en la lista tras Strache. Por si acaso, el candidato ultra a la presidencia también anunció su disposición a repetir en las presidenciales de 2022: «Mi vida me ha mostrado que nunca debo rendirme. Estoy listo para las próximas elecciones».
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