Papel
Putin busca sortear el aislamiento occidental
Rusia acoge la cumbre de los BRICS y de Shangai para tratar de dibujar un orden alternativo.
Expulsado del G-8 por su papel en Ucrania, el presidente ruso, Vladimir Putin, ha encontrado en el club de las principales economías en desarrollo un refugio al aislamiento occidental y una alternativa para amortiguar el perjuicio de las sanciones. Pese a que China tiene con diferencia el mayor peso económico en el grupo, el presidente ruso se ha erigido en la principal voz política del club y busca posicionarlo como eje de poder alternativo al que en sus discursos acostumbra a referirse como «mundo unipolar surgido tras la Guerra Fría». La ciudad de Ufá, centro industrial al oeste de los Montes Urales, acoge desde ayer y hasta el viernes la séptima cumbre anual de jefes de Estado de los BRICS, club del que Rusia ejerce este año la presidencia de turno.
Putin mantuvo reuniones bilaterales con Xi Jinping, Jacob Zuma y Narendra Modi, líderes de China, Suráfrica e India, respectivamente. Al margen del ya consolidado eje Moscú-Pekín, pivotal en la política exterior y económica de Putin, India se ha convertido en un importante cliente del armamento y la tecnología nuclear rusa. A finales del año pasado se acordó la adquisición por parte de India de dos reactores para la central de Kudankulam y en las próximas semanas se cerrará un convenio para el alquiler con opción a compra de dos submarinos nucleares rusos.
La última en llegar a la cita fue la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, que por motivos de agenda aterrizó en Ufá por la noche. Será ya hoy jueves cuando Putin tenga su ansiada foto oficial, como anfitrión de un club que aúna el 27% del PIB mundial. Una foto con mensaje que es para el líder ruso el principal objetivo de la cumbre, pese a los importantes acuerdos económicos firmados. Uno de los temas centrales de la cita es el lanzamiento de un banco propio, el Nuevo Banco de Desarrollo, llamado a hacer de contrapeso al Fondo Monetario Internacional, en el que durante años estos cinco países solicitaron sin suerte un mayor protagonismo, dado que ostentan sólo el 11% de los votos pese a sumar el 42% de la población mundial. Se creó oficialmente en la cumbre de 2014 en la ciudad brasileña de Fortaleza, pero hasta esta semana no había entrado oficialmente en funcionamiento. La sede estará en Shanghái y su primer presidente será el indio Kundapur Vaman Kamatj, ex gobernador del banco central de India.
El nuevo organismo cuenta con un capital inicial de 50.000 millones de dólares, que se ampliará a 100.000, de los que cada socio aportará la quinta parte. Un proyecto relevante para Rusia en el contexto de las sanciones, que limitan el acceso a los mercados tradicionales de financiación a varias de sus principales empresas. Antón Siluanov, ministro de finanzas ruso y máximo representante del país en el banco, afirmó ayer que, según está previsto, la entidad concederá sus primeros créditos hacia abril de 2016, si bien «no planea ayudar a otros países a resolver sus problemas presupuestarios, sino que inicialmente se centrará en proyectos de infraestructura en los países miembros», una sutil forma de cerrar la puerta a la comentada posibilidad de una ayuda financiera del grupo BRICS a Grecia. «Atenas tendría que trabajar en conseguir sus pasivos en línea con las posibilidades de su economía antes de unirse a los BRICS», continuó Siluanov.
El yuan como alternativa
La alternativa para Grecia sería la asistencia directa de alguno de los paíes miembros, Pekín o Moscú principalmente. De hecho, Vladimir Putin fue el destinatario de una de las primeras llamadas de Tsipras el domingo tras el referéndum. Rusia agradece la postura crítica del Gobierno de Syriza con la posición común de la Unión Europea en el asunto ucraniano, pero no se plantea por el momento un apoyo a Atenas más allá del moral y político. Sin embargo, disfruta observando cómo irrita a la Unión Europea el hecho de que el primer ministro griego coquetee con Moscú en plena crisis de las sanciones.
A nivel financiero, Moscú sólo maneja inversiones puntuales, como la construcción del tramo heleno del gasoducto Turk Stream, o muestra interés por participar en eventuales procesos de privatización. Una línea de crédito que pueda aliviar los problemas de Atenas ni siquiera se encuentra en la agenda de Moscú, cuyas finanzas tampoco están para alardes, con una recesión de entre el tres y el cuatro por ciento del PIB prevista para final de año.
Además del banco de desarrollo, los BRICS han aprobado la creación de un Fondo de Estabilización, dotado con 100.000 millones de dólares, destinados a ayudar a los cinco países en caso de una crisis mundial. En el caso del fondo, China aporta la mayor parte del capital, 41.000 millones de dólares, mientras que Brasil, Rusia e India prestan 18.000 millones cada uno y Suráfrica, los 5.000 millones restantes. Otra de las líneas de trabajo de grupo es la creación de un sistema alternativo al dólar para las transacciones internacionales, al menos entre los países miembros. De hecho, empresas de Rusia y China ya funcionan con yuanes para ciertos pagos. «Es factible que a corto-medio plazo hasta un 40 o 50% de nuestro intercambio comercial se realice en divisas nacionales. Lo nuevo siempre despierta recelo al comienzo, pero estoy convencido de que este proceso ya ha echado a andar», valora Andrei Kostin, presidente del banco VTB, el segundo mayor ruso.
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