Crisis migratoria en Europa

Sexo a cambio de comida

Los trabajadores humanitarios fueron «explotadores sexuales de niños refugiados» en África.

El entonces director de ACNUR Ruud Lubbers cuestionó los resultados del informe en 2002. Tres años después dimitió al ser acusado de acoso sexual
El entonces director de ACNUR Ruud Lubbers cuestionó los resultados del informe en 2002. Tres años después dimitió al ser acusado de acoso sexuallarazon

Los trabajadores humanitarios fueron «explotadores sexuales de niños refugiados» en África.

Sexo a cambio de comida: estas son las normas que, supuestamente, se aplican –o se aplicaban– en más de 40 organizaciones humanitarias de ayuda al refugiado. El escándalo vuelve a golpear a las ONG después de que el rotativo «The Times» revelara ayer en portada un documento realizado en 2001 por un equipo de investigación de la ONU que, sin embargo, nunca llegó a hacerse público.

Muchas de las ONG identificadas en el informe de 84 páginas son pequeños grupos locales. Pero la lista también incluye a 15 organizaciones internacionales de renombre, entre ellas, el propio Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y el Programa Mundial de Alimentos. Las británicas Save the Children, Merlin y Médicos sin Fronteras también están mencionadas, así como Care International, el Comité Internacional de Rescate, la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y el Consejo Noruego para los Refugiados.

La polémica llega tan sólo meses después del escándalo protagonizado por Oxfam. En febrero, «The Times» sacó a la luz las fiestas con prostitutas organizadas por algunos responsables de la ONG británica en la misión de Haití que tuvo lugar tras el terremoto que devastó al país en 2010. En cuestión de semanas, más de 4.000 socios de toda Europa se dieron de baja.

Aquello obligó a la Cámara de los Comunes a iniciar una investigación que sigue en curso y ahora los diputados del comité responsable han podido tener acceso al nuevo informe mencionado por el rotativo. La diputada conservadora Pauline Latham asegura que el documento es «muy importante porque muestra que el sector humanitario ha tenido problemas durante muchos años que no ha podido solucionar por sí mismo y ahora es el momento de una renovación y reforma».

Entre octubre y noviembre de 2001, durante seis semanas, un equipo de investigadores de ACNUR y Save the Children recorrió varios campamentos del oeste de África. Fue allí donde descubrieron que los trabajadores humanitarios estaban «entre los principales explotadores sexuales de niños refugiados, a menudo utilizando la misma asistencia humanitaria y servicios destinados a beneficiar a los refugiados como una herramienta de explotación». Las mujeres en un campamento en Guinea dijeron a los expertos: «En esta comunidad nadie puede obtener la mezcla de soja de maíz [un alimento básico] sin tener relaciones sexuales primero. Aquí lo llaman ‘un kilo por sexo’». Por su parte, en Liberia una adolescente explicó que los trabajadores de las ONGs «usaban la ración de alimento como cebo para que tuvieras relaciones sexuales con ellos».

Aunque no era sólo comida. También se trataba de petróleo, acceso a la educación o láminas de plástico para construir refugios. Todo estaba siendo intercambiado por sexo. Las familias habían llegado a asumir que tenían que entregar a sus hijas adolescentes a los abusadores para poder sobrevivir.

Los detalles de las denuncias contra 67 personas se transmitieron a altos funcionarios de ACNUR «en listas confidenciales». Según «The Times», menos de diez fueron despedidos y ninguno fue denunciado, como pasó con el caso de Haití. El propio director de ACNUR, Ruud Lubbers, cuestionó las conclusiones del informe. Pese a ello, tras recibir el documento, ACNUR escribió a todas las ONG y agencias mencionadas y envió a otro equipo de investigadores desde la sede principal que identificó, por separado, otras 43 acusaciones de abuso en África occidental.

Tres ONG identificaron y despidieron a los abusadores. Nueve agencias dijeron que se habían tomado muy en serio los informes, pero que no pudieron identificar a los delincuentes. Una de las agencias ya no existe y otras dos no quisieron ni siquiera realizar comentarios.

ACNUR subraya que tiene «una política de tolerancia cero» con los abusos, lo que significa que «cada posible denuncia o alegación de explotación sexual, abuso o acoso por parte de ACNUR o del personal asociado se evalúa minuciosamente y, si se corrobora, da lugar a sanciones, incluido el despido».