Sao Paulo
Sin agua en el paraíso, la isla de Fernando de Noronha afronta su peor sequía
La isla de Fernando de Noronha, un paraíso natural protegido por las leyes ambientales del país, sufre la peor sequía en los últimos 50 años.
Casi 340 kilómetros mar adentro, donde ya no se vislumbra la costa brasileña, la isla de Fernando de Noronha, un paraíso natural protegido por las leyes ambientales del país, sufre la peor sequía en los últimos 50 años, que ha agotado el único manantial de agua dulce de la ínsula.
Si lluvia desde el pasado mes de junio, los casi 3.000 habitantes de este paraíso terrenal y los turistas que constantemente copan las 1.400 camas disponibles para visitantes sufren cortes de agua y sobreviven con la que provee la única planta desalinizadora de la isla que, ahora, no consigue abastecer a todos.
Pese al trabajo incansable de los camiones cisterna que recorren la isla durante todo el día con el agua desalinizada, el gobierno insular tuvo que dividir su territorio en ocho sectores, cada uno de los cuales recibe agua un día de cada nueve, informaron esta semana fuentes oficiales.
Cuando cesaron las lluvias, los ciudadanos de la isla descubierta por Américo Vespuccio en uno de sus primeros viajes recibían agua un día de cada cinco, un abastecimiento que se fue reduciendo conforme caían las reservas.
La dependencia del manantial para suplir con agua a los habitantes se complementa con una batería de cuatro desalinizadoras que transforman el agua del mar en agua potable.
Cuando se llena, el manantial, con capacidad para acumular 411.000 metros cúbicos de agua, los habitantes tienen garantizado el abastecimiento, ya que la mayoría de los hogares cuentan con depósitos.
Con una producción de 27 metros cúbicos por hora, el agua que sale de las plantas desalinizadoras es distribuida por camiones cisterna que se afanan y recorren los escasos 17 kilómetros cuadrados de la isla, pero el aumento de habitantes y visitantes en el último año se ha aliado con la sequía para hacer esa cantidad insuficiente.
Con la ampliación propuesta esta semana por la estatal Compañía Pernambucana de Saneamiento (COMPESA) y tras la inversión de 4,7 millones de reales (casi dos millones de dólares) para las obras, la planta podrá desalinizar 60 metros cúbicos de agua por hora, lo que, en principio, terminaría con el problema.
Con este proyecto, considerado de emergencia por las autoridades, la planta producirá agua durante 24 horas al día.
Pese a la carencia de agua, las autoridades garantizaron que el hospital y las unidades de atención sanitaria con las que cuenta la isla no agotaran sus recursos hídricos y, comentó a Efe la coordinadora de salud de la isla, Fátima Sousa, "no hubo ningún transtorno"en estos centros.
El abastecimiento se hizo con camiones cisterna, comentó Sousa.
La sequía ha llevado a muchos de los habitantes a situaciones extremas pese a racionar el agua y el pasado día 8 algunos de ellos protagonizaron protestas, bloqueando una de las carreteras de la isla con barricadas y neumáticos en llamas.
Según informaron medios locales, algunos de los manifestantes llevaban 12 días sin recibir agua.
De acuerdo con el director de Compesa, Fernando Lobo, durante las últimas semanas la situación se agravó con la multiplicación de visitantes que llegaron a la isla para aprovechar los días festivos del carnaval.
"Durante este periodo, en que la isla recibe muchos visitantes, hay un aumento aproximado del 20% en el consumo de agua", aseguró.
Lobo destaque que, al contrario de lo que sucede en el resto del país, donde la sequía se está ensañando con estados como Sao Paulo o Río Grande del Sur, las soluciones para la carencia de agua tienen que ser generadas dentro de la propia isla puesto que no se puede transportar agua desde otras regiones.
Fernando de Noronha es la más importante de las 21 islas que componen un archipiélago homónimo, que está protegido por las leyes brasileñas desde 1988, cuando fue declarado parque natural.
Sus costas son un paraíso para los buceadores que llegan hasta la isla en gran número aprovechando el clima que les permite sumergirse sin traje de neopreno en busca de la gran biodiversidad marina de la zona.
Entre 1737 y 1942 la isla fue sede de una de las cárceles más temidas de Brasil, a la que eran trasladados los presos considerados más peligrosos.
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