Rescate a Grecia
Tictac hacia el «Grexit»
Los socios del euro se inclinan por una salida si no hay propuestas ya
La línea dura contra Grecia coge fuerza en la eurozona según van avanzando los días y no se ve respuesta alguna por parte del Gobierno de Alexis Tsipras. Hay países que se muestran ya intransigentes con Atenas, otros que toman la postura de mediadores y un tercer grupo que a pesar de los desplantes sigue siendo conciliador con Syriza. Son mayoría, sin embargo, los socios que no se asustan a la hora de plantear un «Grexit» y que no están dispuestos a hacer muchos más sacrificios si desde Atenas no se aceptan las condiciones que desde Bruselas se imponen.
El tiempo ya está agotado y las ganas, también. Los países que se muestran con un talante más de mediador podrían cambiar el sentido de su disposición hacia la línea más contundente. De confirmarse, Grecia se quedaría sin apenas aliados para convencer a los 18 restantes países que componen la eurozona. Hay consenso para mantener a Grecia dentro de la eurozona si cumple su parte y para decir que no hay tiempo que perder. Para dejarla caer si no cumple con sus condiciones no hay unanimidad, pero los ánimos empiezan a hacer crecer al grupo de socios que lo defiende.
Los halcones: Finlandia y los países del Este
Entre las posturas más radicales se encuentran las defendidas por países como Finlandia, los países del Este– como Lituania, Estonia, Eslovenia o Polonia–. La primera ministra lituana se permitía bromear ayer sobre los tiempos, según los griegos. «Para Grecia cada momento siempre es mañana», ironizaba Dalia Grybauskaite a su entrada a la Cumbre. Su voluntad no es la de seguir por la vía de las negociaciones si eso conlleva que Grecia no presente medidas con fundamento para seguir dentro de la zona euro. Su mensaje se alinea con la cercanía de un «Grexit» si ésa es la voluntad griega. Países Bajos también se encuentra dentro de este grupo. Ayer su primer ministro, Mark Rutte, amenazaba a Grecia con que si no llegan sus propuestas, la negociación concluirá pronto.
Los rigoristas pero flexibles: Alemania, España, Italia y Portugal
Alemania mantiene su voluntad de alcanzar un acuerdo pero no a cualquier precio. El referéndum de Tsipras le ha colocado ya muy cerca de los radicales. Mueve fichas en estos dos sentidos, dependiendo de si es el ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, quien habla o la propia canciller alemana, Angela Merkel, que se afana por reunirse de forma bilateral con Hollande y el propio Tsipras para encontrar una solución. Una solución a su gusto, eso sí. «Sin solidaridad y reformas no es posible seguir avanzando», templaba ánimos la canciller. Merkel se ha convencido de que es mejor un «Grexit» que una eurozona en la que las reglas del juego no se cumplen.
En este grupo se encuentran también países como España, Portugal o Irlanda. Comparten el grueso del mensaje alemán de continuar las negociaciones para alcanzar una salida a la crisis, pero siempre con condiciones: Grecia debe hacer reformas estructurales. El ministro de Economía español, Luis De Guindos, advertía ayer de que Atenas debe apresurarse a enviar una propuesta seria porque «no se está para perder el tiempo».
Los conciliadores: Francia y Chipre
El presidente de Chipre, el conservador Nikos Anastasiadis, desde el primer momento ha apoyado las solicitudes de Grecia para extender el programa de rescate que concluyó el pasado 30 de junio. El país, que ha vivido en parte la crisis que ahora viven los griegos, aceptó de forma ejemplar las condiciones impuestas por la troika para volver al crecimiento, que ahora es muy moderado, después de haber sido rescatados. El apoyo de Chipre resulta cuanto menos paradójico. Y en esta misma línea se presenta Francia, con François Hollande como el líder indiscutible de la diplomacia, tendiendo la mano a Grecia y dispuesto a ser flexible. No a toda costa, tampoco, pero con más ganas que el resto de socios. A su llegada ayer a la Cumbre reconocía que Atenas necesita urgentemente ayuda, además de un tercer programa de rescate. Cuando pronuncia la palabra «solidaridad», lo hace con conocimiento profundo de lo que implica. Su ministro de Economía, Michel Sapin, no tiene miedo de hablar de la reestructuración de la deuda para negociar con Atenas. Francia es el único país que tajantemente ha dicho explícitamente que no quieren un «Grexit», recordaban ayer fuentes diplomáticas.
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