Violencia racista
Trump agita los demonios de la América blanca
La ONU alerta sobre el aumento de la xenofobia en EE UU a raíz de los episodios de Charlottesville y después de que el presidente volviera a igualar a los supremacistas con los antirracistas
La ONU alerta sobre el aumento de la xenofobia en EE UU a raíz de los episodios de Charlottesville y después de que el presidente volviera a igualar a los supremacistas con los antirracistas.
Las declaraciones del presidente Donald Trump en las que justifica que fueron «los dos bandos» los culpables de los choques violentos en Charlottesville, Virginia, han sido condenadas tanto a nivel doméstico como internacional. Salvo en los grupos racistas y de extrema derecha, que no sólo se lo agradecen, sino que les da alas, las palabras de Trump han indignado a la sociedad americana.
Cabe recordar que una joven de 32 años, Heather Heyer, murió el sábado en un atropello múltiple. Su asesino era uno de los asistentes de las marchas supremacistas blancas que se organizaron durante el fin de semana en la ciudad universitaria. Sin embargo, según Trump, «no todos los asistentes eran neonazis. No todos eran supremacistas. Esa gente estaba allí porque quería protestar por el derribo de la estatua de Robert E. Lee». Aunque sí se escogió Charlottesville por ese motivo, el lema de la marcha, en el que portaron antorchas, armas, bates, banderas confederadas y nazis, era «Unamos a la derecha». Uno de sus organizadores, Jasson Klesser, explicó a la agencia AP que la convocatoria se debía a que «hay un clima antiblanco en Occidente y necesitan que los blancos cuenten también con defensores al igual que otros grupos». Además, miembros reconocidos del Ku Klux Klan (KKK), neonazis y otros grupos supremacistas blancos asistieron y animaron a sus correligionarios a participar.
Tim Treadstone, uno de los líderes dentro del movimiento «alt-right», dio ayer las gracias a Trump por «condenar a los matones de la ‘‘izquierda alternativa’’ que nos atacaron en Charlottesville». En junio, Treadstone había tuiteado las «14 palabras», el eslogan neonazi: «Debemos asegurar la existencia de nuestra raza y el futuro de los niños blancos». Otra de las personalidades satisfechas con los comentarios del mandatario de EE UU fue David Duke, quien entre sus logros está haber sido el líder del KKK. «Gracias por su honestidad y coraje de contar la verdad y condenar a los terroristas izquierdistas», escribió Duke en Twitter.
A pesar de que muchas veces es difícil analizar los motivos de las decisiones de Trump, Justin W. Holmes, profesor de Políticas en la Universidad de Northern Iowa, apunta a LA RAZÓN que «podría ser incompetencia o estrategia. Yo creo que una mezcla de ambas». Holmes recuerda que «la extrema derecha es su nicho electoral. No todos sus votantes lo son, por supuesto, pero muchos de estos hombres son sus fans, y sus mensajes calan en ellos». Más allá de eso, «existe un amplio contingente de la América blanca que piensa que son las verdaderas víctimas del racismo y apoyan a Trump arrolladoramente». El profesor reconoce que no puede saber qué piensa Trump, pero «mucha de su retórica se acerca a la línea del racismo explícito, especialmente en asuntos de crimen e inmigración». Navegando por la web de Breitbart, del actual jefe de estrategia de la Casa Blanca, Steve Bannon, sólo hay noticias en las que se defienden los comentarios de Trump. Lo curioso es que también ha comenzado una campaña contra el general McMaster, consejero de Seguridad del presidente, quien está pidiendo la cabeza de Bannon, precisamente por este tipo de recomendaciones a Trump.
Pence cancela su gira
En medio de esta fuerte crisis, el vicepresidente, Mike Pence, canceló su gira por Suramérica para reunirse hoy con Trump en Camp David . La explicación de su equipo fue la urgente necesidad de tratar la estrategia respecto a Corea del Norte, pero está claro que en su decisión pesó el incendio que ha provocado Trump en la Administración.
Al margen de los centenares de comentarios de gratitud de extremistas, en el Partido Republicano no ha sentado nada bien, pues atenta contra los valores de la histórica formación. El aluvión de críticas e incredulidad –desde los años 40 ningún presidente se ha salido del guión al condenar el nazismo– no se hizo esperar. Los ex presidentes George H. W. Bush y George W. Bush difundieron un comunicado conjunto: «EE UU siempre debe rechazar la intolerancia racial, el antisemitismo y el odio en todas sus formas». El portavoz en la Cámara de Representantes, Paul Ryan, señaló: «Debemos ser claros. La supremacía blanca es repulsiva. Esta intolerancia es contraria a todo lo que este país defiende. No puede haber ambigüedad moral». El líder republicano del Senado, Mitch McConnell, manifestó que «no hay neonazis buenos». En la misma línea, el senador John McCain, que acostumbra a mostrar su antagonismo con Trump, espetó: «No hay una equivalencia moral entre racistas y americanos que se alzan para desafiar el odio y la intolerancia. El presidente de EE UU debería decirlo así». La mayoría de los políticos demandó ayer al mandatario menos relativismo al tratar algo tan grave. «Hay una batalla interna en el seno del Partido Republicano», explica Holmes. «Los peores impulsos de Trump han tenido cabida en una facción del partido, particularmente el sentimiento antiinmigración», añade el experto, para quien «muchas de esas denuncias son repulsión genuina, pero para otros es una reprimenda por decirlo en público».
La comunidad internacional también reaccionó con dureza. El panel de expertos en derechos humanos de la ONU pidió a «los líderes de todos los niveles combatir el aumento de la xenofobia y a que se persiga a aquellos que cometen crímenes de odio». Mientras que desde Alemania, Martin Schulz, el líder del SPD y candidato a canciller, indicó que «la trivialización de la violencia nazi por las confusas declaraciones de Donald Trump es muy peligrosa».
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