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Trump exprime el filón supremacista
Las cuatro congresistas a las que pidió volver a sus naciones de origen se revuelven contra su «estrategia de distracción».
Las cuatro congresistas a las que pidió volver a sus naciones de origen se revuelven contra su «estrategia de distracción».
Mientras la Cámara de Representantes se preparaba para condenar con una votación los tuits racistas del presidente Donald Trump a cuatro congresistas demócratas, el cruce de acusaciones ha seguido marcando la tensa tónica de este inicio de semana en Washington. Pero ayer, en un intento por desviar la atención de sus anteriores ataques, Trump intentaba centrarla en una crítica ideológica, más que racial, hacia las jóvenes demócratas, a las que siguió tachando de activistas radicales. «Nuestro país es libre, bonito y muy exitoso. Si odias a tu país o no eres feliz aquí, te puedes ir», escribió Trump.
El «escuadrón» compuesto por las demócratas Rashida Tlaib, Ayanna Pressley, Ilhan Omar y Alexandria Ocasio-Cortez replicaba las palabras del presidente en una comparecencia ante los medios: «Quiero pedir a los estadounidenses, y toda la gente en esta sala y más allá, no morder el anzuelo. Ésta es una distracción de las cosas que importan y tienen consecuencias para los estadounidenses, y por las que fuimos enviadas aquí a trabajar», recalcó Pressley.
Y es que el presidente, lejos de recular, se defendía insistiendo en que sus tuits anteriores no eran racistas. «¡No tengo ni un hueso racista en mi cuerpo!», escribió, instando al resto de republicanos a «no mostrar su debilidad y caer en su trampa» en la votación de la noche (madrugada en España): una resolución planteada por la Cámara de Representantes, con mayoría demócrata, y que votarán todos los congresistas tras los tuits de Trump el domingo contra esas cuatro de sus legisladoras liberales. «Vuelvan a sus países» que están «infestados de crimen», les dijo, siendo tres de ellas estadounidenses (Tlaib, Ayanna y Ocasio-Cortez) y la cuarta, Omar, somalí nacionalizada desde adolescente. «Las congresistas demócratas han estado arrojando algunas de las cosas más viles, odiosas y repugnantes que haya dicho un político en la Cámara o el Senado, y aun así reciben un pase gratis y un gran abrazo del Partido Demócrata», justificó Trump. «¿Por qué la Cámara de Representantes no vota para reprender las cosas sucias y odiosas que han dicho?», añadió.
Y, en un intento del presidente por desestabilizar aun más al Partido Demócrata, añadió a sus comentarios anteriores: «Nancy Pelosi intentó alejarlos, pero ahora están siempre casados con el Partido Demócrata». «¡Nos vemos en 2020!».
Esta resolución podría traer consecuencias inesperadas. Por un lado, y más allá de las intenciones de Trump, unificar a los demócratas, en lugar de dividirlos, en defensa de las acusaciones racistas hacia sus congresistas. Y, por otro, dar voz a cierto malestar silenciado en sus propias filas que acabe enfrentando al presidente con otros republicanos. «Si no pueden apoyar la condena de las palabras del presidente, bueno, ese es un mensaje en sí mismo», adelantaba Pelosi según fuentes internas del Partido Demócrata. Uno de los pocos en hablar por ahora fue el senador por Ohio Rob Portman, quien aseguró los comentarios de Trump eran equivocados.
Lo cierto es que no es la primera vez que se dan este tipo de conflictos raciales, un tema de gran sensibilidad en EE UU. Y generarlo, a Trump, ya le ha beneficiado en el pasado. Especialmente en un momento como éste, en el que la campaña electoral hacia las presidenciales ha comenzado. Trump podría estar buscando el mismo tipo de efecto logrado cuando dijo en 2015 que Obama no era estadounidense y puso a los inmigrantes en la diana electoral.
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