Estados Unidos
El veto de Trump al islam desata una tormenta política
El magnate propone prohibir la entrada de los musulmanes a EE UU tras el atentado de San Bernardino y su partido tacha de «ilegal» la idea
El magnate propone prohibir la entrada de los musulmanes a EE UU tras el atentado de San Bernardino y su partido tacha de «ilegal» la idea
Vive de la polémica, y lo sabe. Le alimenta y le hace ganar puntos en las encuestas. Donald Trump, el hombre de negocios y pre candidato republicano a la Casa Blanca ha cruzado estos días una línea roja: vetar la entrada de musulmanes a Estados Unidos. En un acto en Carolina del Sur abogó por prohibir la residencia y el turismo de los seguidores del islam, una propuesta que va en contra de la Primera Enmienda de la Constitución, que consagra la libertad religiosa. Tras desatar una tormenta política dentro y fuera de su partido, Trump se reafirmó en su idea y la comparó con la decisión del presidente Franklin Roosevelt durante la Segunda Guerra Mundial de concentrar a los estadounidenses de origen japonés en campos de internamiento.
«Hay que cerrar de forma completa y total la entrada de los musulmanes a Estados Unidos», indicó ante su parroquia en un acto en Carolina del Sur. Sus seguidores, entregados, aplaudieron su comentario. Trump pronunció estas palabras en medio de la conmoción por el tiroteo de California investigado por el FBI como un «acto terrorista» de naturaleza yihadista. El matrimonio formado por Syed Farook y Tashfeen Malik mantenía vínculos con organizaciones terroristas, y la mujer había jurado lealtad al Estado Islámico en una red social. El que sería el primer atentado del Estado Islámico en suelo americano ha abierto un fuerte debate sobre la política antiterrorista de la Administración Obama que fue aprovechado por el controvertido candidato republicano.
«No me importa lo que digan. Hago lo correcto», indicó Trump en una entrevista telefónica en la cadena CNN en referencia a las críticas de los líderes del Partido Republicano. Incluso, reconoció que «no me molesta que me comparen con Hitler» en una entrevista en la cadena ABC. Al inicio de la campaña, Trump ya cargó contra los inmigrantes mexicanos, a los que acusó de violadores y criminales. Unas manifestaciones que le permitieron escalar puestos en las encuestas y obtener el favor del votante ultraconservador.
Dentro del «establishment» republicano llevan meses planteandose cómo deshacerse del magnate, que parece haber intoxicado el proceso de primarias con sus comentarios sensacionalistas. Pero de momento Trump se mantiene contra todo pronóstico arriba en las encuestas de la carrera en las elecciones primarias. Cuanto más descalifica a sus oponentes, más respaldo acapara entre los votantes. En medio de este sin sentido, los demócratas se frotan las manos. Saben que sus declaraciones racistas y clasistas aumentan el ruido dentro del campo enemigo mientras su candidata Hillary Clinton se afianza como presidenciable.
Hasta ayer parecía que los políticos del «establishment» conservador esperaban a que el tiempo pusiera las cosas en su sitio, Trump cayese y la carrera se encauzase. En cambio, los comentarios sobre que el veto a los musulmanes, hicieron que los pesos pesados del partido expresasen en público lo que han tratado en privado en los últimos meses. El portavoz de la Cámara de Representantes Paul Ryan, congresista de Wisonsin, indicó ayer que los comentarios de Trump «no representa lo que somos en el partido y viola la Constitución» en referencia a la Primera Enmienda. «Esto no es conservadurismo. Algunos de nuestros mejores y más grandes aliados en la lucha contra el terror del islam radical son musulmanes. Lo que se propuso ayer no es lo que defiende el partido. Y más importante, no es lo que defiende este país», recordó Ryan en una rueda de prensa. A las críticas de Ryan, se unieron las de los candidatos republicanos. Entre ellos, destacó el ex gobernador de Florida Jeb Bush, que recordó que «sus propuestas no son serias». Mientras el senador de Carolina del Sur, estado donde Trump pronunció estas palabras, fue más lejos: «Pone a nuestros soldados y diplomáticos en peligro. Le da poder al enemigo». El lenguaraz Trump se ha convertido en una pesadilla para los republicanos, que sienten al enemigo en casa.
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