Estados Unidos
Trump: «Aceptaré el resultado... si gano»
Donald Trump parece dispuesto a tumbar todos los cimientos de la democracia en EE UU. En el último debate con Hillary Clinton intentó, y logró durante media hora, mostrarse más sólido. Después lo echó todo a perder. Llamó «asquerosa» a su rival y se negó a asumir una derrota
Donald Trump parece dispuesto a tumbar todos los cimientos de la democracia en EE UU. En el último debate con Hillary Clinton intentó, y logró durante media hora, mostrarse más sólido. Después lo echó todo a perder. Llamó «asquerosa» a su rival y se negó a asumir una derrota
No va más. Donald Trump hizo saltar la banca en Las Vegas, donde se celebró el último debate electoral con Hillary Clinton. El polémico magnate estuvo más tranquilo y «presidencial» que en los dos anteriores, pero fracasó rotundamente en su pretensión de ejecutar por fin una intervención modélica.En cuanto a su rival, la candidata demócrata Hillary Clinton, utilizó la ocasión para presentarse ya como futura presidenta, haciendo hincapié en que es capaz de gobernar, aunque sabe que ha perdido la batalla de transmitir confianza y empatía a los estadounidenses, su talón de Aquiles.
En este tercer debate, tras los espectáculos anteriores, sí se trataron asuntos claves para los votantes, como la frontera con México, el Tribunal Supremo, el control de armas y el aborto. Aunque siguiendo la tónica de esta insólita carrera presidencial, Trump volvió a incidir en tratar temas como las filtraciones de WikiLeaks y los escándalos sexuales para acaparar la atención de los espectadores. Pero el gran error del republicano llegó cuando se negó a afirmar que aceptará los resultados de las elecciones del 8 de noviembre. «Lo decidiré en el momento. Mantendré el suspense. A ella no le deberían haber dejado presentarse a la carrera. Lo que está pasando con los medios de comunicación es increíble», indicó en clara referencia a la cobertura negativa de su campaña. Con sus palabras, Trump volvió a dejar en el aire el pilar de la democracia estadounidense al dibujar un posible escenario que recordó al del año 2000. Entonces, las elecciones se decidieron a favor de George W. Bush frente a Al Gore en el Tribunal Supremo de Florida, pues hubo graves problemas de recuento por un nuevo sistema de papeletas electorales.
El escándalo fue inmediato en los medios de comunicación y en los foros políticos. Nunca nadie se había atrevido a tanto de manera tan descarada. No contento con ello, el candidato republicano insistió horas después en un acto de campaña en Delaware (Ohio): «Aceptaré los resultados de estas grandes e históricas elecciones... si gano». El magnate alegó que se reserva «el derecho a impugnar o presentar un desafío legal en caso de un resultado cuestionable», aunque admitió por otro lado que si el resultado es «claro», no lo ejercería. Trump ha llenado sus discursos de los últimos días con advertencias a los votantes de que habrá fraude en las elecciones, un asunto que incluso fue abordado a principios de esta semana por el presidente Barack Obama en una rueda de prensa en la Casa Blanca. Obama le pidió que «debe de dejar de llorar y conseguir votos».
Ante la oleada de críticas por cuestionar la democracia, incluso desde su propio partido, su jefa de campaña matizó sus palabras. Trump quiso decir que «no concederá la derrota en caso de perder las elecciones hasta que los resultados estén certificados y confirmados», dijo Kellyanne Conway.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, fue mencionado en repetidas ocasiones en el intercambio de ataques. Fue cuando la demócrata acusó a su rival de confiar en el líder ruso antes que en los militares y expertos en inteligencia estadounidense. A la vez, aprovechó para señalar que Moscú había intentado interferir en las elecciones de EE UU. «Putin quiere a Trump para tenerle como marioneta», acusó Clinton al conservador, que negó cualquier relación con el mandatario ruso y que incluso defendió al presidente sirio, Bashar al Asad.
A pesar de que guardaron más las formas en cuanto a lenguaje corporal, no faltaron los insultos: Trump afirmó varias veces que la candidata «es una mujer asquerosa». Mientras que Clinton prefirió criticarle por «no estar preparado para ser comandante en jefe». Como viene siendo la tónica general, los escándalos sexuales ocuparon parte del debate, sobre todo después del ruido de los últimos días. Trump negó las acusaciones de abuso sexual. Incluso, indicó que «no le he pedido perdón a mi mujer todavía porque no he hecho nada». La ex secretaria de Estado fue muy esquiva y evitó abordar las acusaciones contra su marido, Bill Clinton. Aunque sí aprovechó para cargar contra Trump en una clara búsqueda del voto femenino.
Faltan menos de tres semanas para las elecciones presidenciales y algunos votantes ya han empezado a decidir a su candidato en al menos 30 estados en votaciones por correo y en los centros para el voto anticipado. Tras los comentarios de Trump de reservarse el derecho a rechazar los resultados, puede que las elecciones más sucias en la historia moderna estadounidense no concluyan el 8 de noviembre. Sea quien sea el ganador, la pelea seguirá después de ese día, tal vez en los tribunales.
Nueva acusación contra Trump
La instructora de yoga Karena Virginia acusó ayer al candidato republicano de haberla manoseado hace 18 años. Virginia ofreció una rueda de prensa en Nueva York con la abogada Gloria Allred, quien hace una semana representó a otra de las mujeres que habrían sido acosadas por Trump. La instructora rompió a llorar varias veces al recordar su encuentro con el magnate en 1998, a la salida del Abierto de Tenis de EE UU. «Estaba esperando un auto que me llevara a casa cuando vi que Trump se me acercaba». Éste, según la mujer, se refería a ella diciendo: «Miren, vean a ésta, mira esas piernas. Luego se acercó y con su brazo derecho cogió mi brazo derecho y deslizó su mano», denunció.
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