Estados Unidos
Dura bronca en el Congreso al inicio de la «era Trump»
La inauguración de la nueva legislatura escenifica el primer enfrentamiento entre el presidente electo de EE UU y su partido. Los republicanos tratan de suspender la oficina de ética, pero rectifican tras las protestas del magnate inmobiliario. El conservador Paul Ryan es reelegido casi sin oposición portavoz de la Cámara de Representantes
La inauguración de la nueva legislatura escenifica el primer enfrentamiento entre el presidente electo de EE UU y su partido. Los republicanos tratan de suspender la oficina de ética, pero rectifican tras las protestas del magnate inmobiliario. El conservador Paul Ryan es reelegido casi sin oposición portavoz de la Cámara de Representantes
Si algo que caracteriza de por sí el funcionamiento de las instituciones en Estados Unidos es el respeto por las buenas formas. Como decía la canción de un añoso musical, «compostura y buenos modos» son algo cuya práctica no implica ninguna pérdida. No está siendo el caso en este final de mandato presidencial e inicio de nueva legislatura.
Ante su inmensa superioridad en el Capitolio, resulta más que chocante que la mayoría republicana en el Legislativo se reuniera el lunes por la tarde, precisamente en un día en que buena parte del país no ha regresado a la actividad tras las celebraciones de Año Nuevo, con la intención de cometer una torpeza no sólo innecesaria, sino autodañina. Precisamente, al inicio del 115º Congreso, los republicanos decidieron limitar los poderes de la Oficina de Ética del Congreso (OCE). La justificación para tal paso es la ineficacia de la citada oficina, pero poco puede dudarse de que, al actuar así, se entregaba un arma a los demócratas, que ahora podían afirmar que los republicanos deseaban privar a la práctica política de la poca decencia que le quedaba.
Una vez más, fue Trump el que captó los pensamientos del hombre de la calle y anunció por Twitter lo que pensaba: «Con todo lo que ese Congreso tiene que trabajar, realmente tienen que dedicarse a debilitar al perro de presa independiente de la ética. Quizá sea su acción y prioridad. ¡Céntrense en la reforma de los impuestos, la sanidad y muchas otras cosas que tienen una importancia mucho mayor». Las palabras de Trump tuvieron una eficacia inmediata porque los republicanos decidieron dar marcha atrás en sus propósitos. Desde su creación en 2008, tras varios escándalos de corrupción, la OCE ha contado con su propio equipo de investigadores, que pueden examinar denuncias anónimas y hacer públicas sus investigaciones directamente, unos puntos ideados para preservar la independencia del órgano y que querían cambiar algunos legisladores republicanos. Mientras, el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, fue reelegido casi sin oposición por sus compañeros del Congreso para continuar en el cargo. «Hace unos momentos, Ryan ha sido reelegido como presidente de la Cámara Baja», anunció la bancada del legislador en su cuenta oficial de la red social Twitter. Ryan, que sustituyó en octubre de 2015 a John Boehner, obtuvo el voto de casi todos sus compañeros republicanos, siendo el legislador Thomas Massie, de Kentucky, el único que discrepó y votó a favor de Daniel Webster, de Florida, asegurando que él sería el único capaz de «drenar el pantano». Massie citó así uno de los lemas de campaña de Trump, que ha prometido acabar con la corrupción y la concentración de poder en Washington.
A apenas dos semanas de la investidura de Trump, los demócratas han demostrado una y otra vez que adolecen de las conductas de mal perdedor de que tanto acusaron a Donald Trump. Solicitaron recuentos en algunos estados, hicieron campaña para que los compromisarios republicanos no votaran al presidente electo y multiplicaron las referencias a una intervención de «hackers» rusos que habría sido decisiva para la derrota de la candidata Hillary Clinton.
Incluso Barack Obama se permitió decir que hubiera batido a Donald Trump en las urnas, una afirmación que dañaba más a Hillary que al nuevo inquilino de la Casa Blanca. El resultado de todas estas maniobras ha sido penoso. El candidato republicano emergió con más votos todavía en los estados con recuento, Hillary perdió más compromisarios que Trump en la votación final y Wikileaks ha emitido un comunicado afirmando que la fuente de los datos que emitieron y que dejaban en pésima situación a Clinton y a otros miembros del Partido Demócrata no tenían nada que ver con una intervención rusa.
Sin embargo, la falta de compostura y de buenos modos ha pasado también al campo republicano en las últimas horas. Como recordaba en una reciente entrevista con Spike Lee, el demócrata Bernie Sanders, la hegemonía política de los republicanos es apabullante. No es sólo que Trump va a nombrar a un nuevo miembro del Tribunal Supremo que cambiará la mayoría, sino que controlan el Congreso y el Senado y tienen los gobiernos de prácticamente dos terceras partes de los estados de la nación.
En otras palabras, el Partido Demócrata no está viviendo sus mejores momentos y el Republicano se encuentra en una situación de extraordinaria fortaleza aunque –o quizá porque– su «establishment» no esté pasando uno de sus mejores momentos.
Agenda de presidentes
- 10 de enero. Obama pronunciará su último discurso como presidente de EE UU en Chicago, en el mismo lugar donde realizó su primera intervención pública en 2008 después de ganar las elecciones.
- 11 de enero. Trump dará ese día su primera rueda de prensa como presidente electo. En ella hablará de los conflictos de intereses que se le presentan, pero también podrá responder al discurso de Obama de un día antes.
- 20 de enero. Con un gran acto de aires festivos en Washington se dará por inaugurada la presidencia de Trump. Hasta el momento, ninguna estrella del pop ha querido cantar en la mediática ceremonia.
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