Elecciones en Grecia
Tsipras, ante el espejo de la realidad
Las contradicciones del programa de Syriza han comenzado a aflorar sólo horas después de ganar las elecciones
No hay nada como decirle a alguien lo que quiere escuchar para metértelo en el bolsillo. En política no es una estrategia nueva, pero en los últimos años ha calado con fuerza ante la difícil situación que viven muchos ciudadanos que no llegan a fin de mes. Mensajes populistas que se transforman en votos de manera instantánea. Pero luego vienen los recortes, no los económicos sino los del programa electoral. A medida que partidos como Syriza o Podemos experimentaron un ascenso exponencial, sus dirigentes han ido rebajando la beligerancia contra el «establishment» y retocando algunas de sus medidas estrella. Ya instalado en el poder, el primer ministro Alexis Tsipras se reencuentra consigo mismo y unas promesas que le serán difíciles de cumplir. La primera contradicción es la de formar una coalición con un partido conservador después de haber estado batallando contra Nueva Democracia (ND) durante dos años. Es más, su nuevo socio de gobierno (pro relaciones Estado-Iglesia y anti matrimonio homosexual, entre otras cosas) fue diputado de esta coalición de ND hasta 2012 y lo seguiría siendo de no haber sido expulsado de la misma. Por el momento, las bases de Syriza callan, pero pronto empezarán a surgir serios encontronazos con el sector duro de la Coalición de Izquierda Radical.
En su primer discurso, Alexis Tipras se erigía como el mayor azote de la troika (FMI, BCE y Comisión Europea) y aseguraba que si llegaba al poder se cancelaría parte de la deuda contraída con Europa y el Fondo Monetario Internacional. Ahora, su propuesta se encamina a una solución más moderada: una renegociación del acuerdo alcanzado por Samaras que consistiría en alargar los tiempos de la devolución de préstamos, así como la rebaja de intereses. La polémica sobre la pertenencia a la OTAN es otro de los aspectos que ha maquillado en los últimos meses el equipo económico de Syriza. En sus inicios, la salida de la Alianza Atlántica era prioritaria, así como el inmediato cierre de la base que Estados Unidos posee en Creta. Ante las consecuencias reales de llevar a fin esta medida, los dirigentes de Syriza optaron más tarde por cambiarla. «Romper con la OTAN no interesaría al país», zanjó Tsipras en uno de sus mítines. Este punto fue el que le alejó del Partido Comunista Griego (KKE), fervientes defensores de la salida de la Alianza.
Syriza también alegó una serie de «contradicciones científicas» que impedirían la adopción a parejas del mismo sexo cuando anteriormente sí había mostrado simpatía por esta causa. Los dobles discursos en ocasiones funcionan y en otras se convierten en la peor pesadilla de quienes los mantienen. Víctima de sus propias palabras, Alexis Tipras (que no es el primero ni el último en caer en este error), deberá ahora enfrentarse a la realidad de gobernar. ¿Cómo conseguirá con las maltrechas arcas públicas reforzar el sistema del funcionariado, aprobar una paga extra para los pensionistas y ofrecer electricidad gratis a los griegos? En los próximos meses, y más aún después de haber pactado con los conservadores de ANEL (Griegos Independientes), muchas de las medidas del «enfant terrible» griego quedarán en el cajón. Tiempo al tiempo.
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