Rescate a Grecia

Tsipras firmó con la troika para «evitar el desastre»

Tsipras, durante la entrevista
Tsipras, durante la entrevistalarazon

La división en Syriza hace tambalearse al Gobierno griego, que deberá legislar las reformas en minoría.

Ante el varapalo sufrido frente a los acreedores en las negociaciones, el primer ministro heleno, Alexis Tsipras, apeló a las elecciones españolas como única esperanza para acabar con la austeridad: «Europa puede cambiar si en España ganan fuerzas parecidas a Syriza». Un claro guiño a Podemos justo después de firmar un doloroso tercer rescate para Grecia, que además le ha costado la estabilidad de su Gobierno. Unos 30 diputados izquierdistas se mostraron en contra del memorándum y la mayoría ya manifestó que no tiene intención de dimitir.

Así lo expresó ayer el ministro de Energía, Panayotis Lafazanis, líder del ala radical de Syriza, agrupada en torno a la denominada «Plataforma de Izquierdas», una corriente etérea que ahora con su oposición a la firma del tercer rescate configura un grupo definido. En esa treintena de parlamentarios –de un total de 149– una quincena rehusó dar su apoyo al acuerdo la semana pasada, mediante abstenciones, o ausencias, y dos votos negativos. Otra quincena votó a favor, pero publicó un comunicado de solidaridad con sus compañeros «rebeldes».

En una entrevista ayer para la televisión pública, Tsipras reconoció que «no fue posible un acuerdo mejor» y que «ni mucho menos es un éxito». De hecho, aseguró que ha firmado un acuerdo en el que no cree para «evitar el desastre». En cualquier caso, el primer ministro heleno se comprometió a poner el pacto en práctica y a asumir las responsabilidades que ello conlleve. «Asumo completamente la responsabilidad de firmar un texto en el que no creo pero que estoy obligado a cumplir», dijo. En su defensa esgrimió que era el mejor acuerdo que ha podido arrancar a sus socios del euro. «Una quiebra desordenada no sólo habría llevado al colapso del sistema bancario sino también a la desaparición de todos los depósitos», argumentó. Además destacó el hecho de que, a pesar de la resistencia de algunos miembros de la eurozona como Finlandia o Países Bajos, «no sólo nos han dado dinero fresco, sino nada más y nada menos que 82.000 millones de euros y han aceptado reestructurar la deuda» del país heleno.

El jefe del Gobierno heleno subrayó que algunos socios europeos habían diseñado las negociaciones para expulsar a Grecia de la moneda única. «La dura verdad es que se ha impuesto a Grecia una vía de un único sentido», ha apostillado el líder izquierdista, lamentando que la forma en que Bruselas ha tratado a Atenas «no honra las tradiciones europeas» de solidaridad.

Tsipras explicó que el principal objetivo de su Gobierno era disipar el «grexit» –la salida de Grecia de la moneda única–, algo que dice haber conseguido reconociendo que no tenía un «plan B» para responder a ese escenario y mucho menos para recuperar la dracma.Sobre esta posibilidad, el primer ministro admitió que «Grecia no tiene suficientes reservas» y «causaría grandes problemas». Además, trató de presentar como un logro la «batalla» por evitar los recortes en salarios y pensiones, así como la reestructuración de la deuda, que, sin embargo, queda en el aire en ese programa.

En esa facción se encuentra la presidenta del Parlamento, Zoe Konstantopoulou, una de las más críticas con los acreedores e impulsora de varias iniciativas en defensa de una quita (o incluso impago) de la deuda. Ella será el mayor obstáculo para Tsipras, pues su cargo es clave para la logística de la votación parlamentaria. Incluso algunos miembros de Syriza la acusaron la semana pasada de «intentar utilizar su papel institucional para impedir una decisión de la Cámara». La única solución puede ser la presentación –arriesgada– de una moción de confianza para destituirla. Un gesto que confrontaría de pleno al primer ministro con sus propios compañeros de partido.

Obligados a renunciar

El código deontológico de Syriza establece que quien vota en una dirección contraria a la decisión del grupo parlamentario –reunido ayer– debe renunciar a su asiento. Hasta ahora, tan sólo ha dimitido el viceministro de Exteriores, Nikos Juntis, además del ex ministro de Finanzas Yanis Varufakis, al que Tsipras recriminó ayer que «no siempre un buen académico es un buen político», asumiendo como propio ese error.

Ante esa disidencia interna Tsipras está forzado a recomponer la estructura de Gobierno para garantizar su estabilidad. Tal y como avanzó ayer el titular de Economía, Yorgos Stathakis, el primer ministro anunciará la reorganización de su gabinete hoy por la noche, tras la votación en el Parlamento para aprobar el tercer rescate. Según la Prensa local, todo apunta a que se producirá la destitución de los dos ministros rebeldes: Lafazanis y el viceministro de Seguridad Social, Dimitris Stratoulis.

La escisión de esa treintena de diputados supone la pérdida de la mayoría parlamentaria del Gobierno. Ante esa situación, Tsipras dispone de dos opciones: formar un Ejecutivo de coalición nacional o bien legislar cada medida con el apoyo de la oposición. Esta segunda opción parece la más probable a la espera de una posible convocatoria de elecciones anticipadas en octubre. Entre otros motivos, porque los liberales de To Potami ya han informado de que no entrarán a formar Gobierno. Cuestionado por la división en el seno de su partido, Tsipras aseguró que hará «todo lo que pueda para mantener la unidad de Syriza y del grupo parlamentario», pero ha recalcado que «cada uno cargará con su responsabilidad». Tsipras apuntó que no puede «presionar a alguien para hacer algo que no quiere», urgiendo a los diputados helenos a «votar en conciencia», pero advirtiendo de que todo el mundo deberá ser «responsable» de la posición que adopte. El primer ministro descartó, no obstante, la celebración de elecciones anticipadas, algo que han llegado a plantear desde su propio gabinete. «No es mi intención», dijo confiando en culminar los cuatro años de mandato. «Lo peor que puede hacer un capitán cuando guía a su barco a través de la tormenta es abandonar el timón». «No tengo razones para convocar elecciones, dependerá de lo que pase en mi partido y en nuestro socio (de Gobierno)», dijo.

En principio, el primer paquete de medidas que se vota hoy en el Parlamento heleno saldrá adelante gracias a los votos de las fuerzas proeuropeas (los conservadores de Nueva Democracia, los socialdemócratas del Pasok y los liberales de To Potami), así como también del socio menor de coalición, Griegos Independientes (Anel). Su líder, el ultranacionalista Panos Kamenos, dejó entrever que votarán a favor pese a que no aprueban el acuerdo. Tanto él como otros ministros consideran el nuevo programa un intento de «golpe de Estado», sobre lo que Tsipras reconoció que hay fuerzas conservadoras dentro y fuera del país que quieren derrocar a su Gobierno. La Prensa también recogía esa sensación de derrota y humillación ante el poderío germano. Una «mano de hierro» que podría tumbar al segundo Gobierno heleno en los últimos tres años.