Extrema derecha
Un gestor para frenar a la ultraderecha austriaca
El socialdemócrata Christian Kern jura como canciller de Austria tras dirigir una empresa pública
El socialdemócrata Christian Kern jura como canciller de Austria tras dirigir una empresa pública
Los socialdemócratas elegieron ayer a Christian Kern, presidente de la empresa estatal austriaca de trenes ÖBB, como nuevo jefe del partido gobernante, lo que le convierte automáticamente en canciller federal. Kern, un ex periodista económico de 50 años, sustituye a Warner Faymann, que abandonó el cargo el 9 de mayo en medio de una crisis gubernamental por las sucesivas derrotas electorales y el auge del partido ultraderechista y xenófobo FPÖ.
La designación de Kern como nuevo líder del Partido Socialdemócrata (SPÖ) se daba por hecha desde que sus correligionarios consensuaron su nombre el pasado viernes. Ayer, el Comité Federal de la formación le confirmó con el apoyo de 69 de sus 70 miembros, según informa la agencia de noticias APA. El único voto en contra correspondía a la líder de las Juventudes Socialdemócratas de la región de Alta Austria, Fiona Kaiser, que le echó en cara su experiencia al frente de grandes corporaciones empresariales. El nuevo canciller juró ayer tarde su cargo ante el presidente de la República, Heinz Fischer, en el palacio imperial de Hofburg y anunció el relevo de los titulares de cuatro de las seis carteras con las que cuenta el SPÖ en el Gobierno. Hoy presidirá su primer Consejo de Ministros antes de acudir al Parlamento.
En alusión a su exitosa gestión al frente del consorcio de ferrócarriles, que logró sanear tras años de números rojos, el gobernador del sureño Estado federado de Carintia, Peter Kaiser, se mostró convencido de que el nuevo canciller será “el mejor maquinista para Austria”. Entre sus éxitos, se encuentra el rápido traslado en tren de los refugiados que llegaron a Austria el año pasado en su camino al norte de Europa.
Cualidades a las que tendrá que recurrir dada la difícil situación que atraviesan los socialdemócratas, que, junto a sus socios conservadores del ÖVP, por primera vez desde 1945 han quedado excluidos de la segunda vuelta de las presidenciales que se celebran este domingo. El nuevo presidente austriaco, en cambio, saldrá del duelo entre el populista de derechas Norbert Hofer, que contra todo pronóstico fue el más votado en la primera vuelta del 24 de abril, y el ecologista Alexander Van der Bellen. Todos los sondeos anticipan la victoria del candidato del FPÖ, con entre el 49% y el 57% de los votos, frente al 43-51% del ecopacifista.
Adscrito a la corriente centrista del SPÖ y con fama de buen gestor y político pragmático, Kern asume el timón de una Gran Coalición en caída libre en sus índices de popularidad frente a una extrema derecha que encabeza los sondeos de cara a las eleciones federales previstas para otoño de 2018 enarbolando la bandera antiinmigración.
En su primer discurso como canciller, el líder socialdemócrata anunció un drático cambio en la forma de gobernar tras no ahorrar críticas a su antecesor, al que acusó de seguir una política “obesionada por el poder”, “sin sentido” y “olvidada del futuro”. Kern prometió poner en marcha reformas, pero sin olvidar los principios básicos de la socialdemocracia. En este sentido, se mostró dispuesto a olvidar la “línea roja” del SPÖ y pactar si llega el caso con la derecha populista siempre que se respete un catálogo de principios” compartidos por el resto de partidos. Eso sí, advirtió de que “no colaboraré con ninguna formación que instigue el odio”.
Si bien el “número dos del Gobierno”, el vicecanciller Reinhold Mitterlehner, ha alabado la capacidad de gestión del nuevo canciller y ha dicho que su presencia en el Ejecutivo será muy positiva, muchos analistas dan por hecho un aumento de las tensiones entre los socios de coalición que podría paralizar las reformas que Austria necesita. Sobre todo, si el aire fresco que aporta Kern perjudica las expectativas electorales de los conservadores. Con todo, su perfil empresarial vislumbra la introducción de medidas que estimulen la estancada economía austriaca y frenen el inusualmente alto desempleo.
Por el contrario, no se prevén grandes cambios en materia migratoria en Austria, que tras apoyar en un principio la política de puertas abiertas de Angela Merkel, ha endurecido este año los requisitos para solicitar asilo y ha reforzado sus fronteras. Tras recibir 90.000 solicitudes de asilo en 2015 (equivalente al 1% de la población austriaca), las autoridades de Viena se han comprometido a aceptar el presente año menos de la mitad, 37.500. Un esfuerzo más para no dar mordaza a la derecha xenófoba, que no se cansa de hablar de una invasión de extranjeros.
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