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La ira racial vuelve a prender en Ferguson
Decretado el estado de emergencia tras la violencia desatada al finalizar la manifestación en recuerdo de Brown
Ferguson vivió este lunes una segunda noche consecutiva de protestas, tras la violencia desatada al finalizar la manifestación en recuerdo de Brown
Muchos rezaban para que la marcha que iba a celebrarse en Ferguson, el suburbio de Saint Louis, cuna de Chuck Berry, fuera pacífica, pero reinó el caos. Hubo enfrentamientos, heridos, disparos, e, igual que el pasado año, las protestas por la muerte del joven Michael Brown, que falleció el 9 de agosto por disparos de la Policía, desembocaron en choques entre antidisturbios y manifestantes. La violencia devoraba las calles y las declaraciones de buenas intenciones de los activistas quedaban eclipsadas por el aullido de las sirenas. De ahí que el jefe del condado de Saint Louis (Misuri) declarara ayer el estado de emergencia en la zona. «A la luz de la última noche de violencia e inquietud en la ciudad de Ferguson, y el potencial de daños a personas y propiedades, ejerzo mi autoridad para declarar un estado de emergencia, que entra en vigor de inmediato», anunció Steve Stenger en un comunicado.
Y Ferguson vivió este lunes una segunda noche consecutiva de protestas marcada de nuevo por una suerte de juego del gato y el ratón entre la Policía y algunos manifestantes que se ha saldado por el momento con decenas de detenidos y el lanzamiento de objetos contra los agentes. La avenida West Florissant de Ferguson, epicentro de las protestas por la muerte del joven negro Michael Brown a manos de un policía hace un año, está cortada al tráfico a la altura de su intersección con la avenida Ferguson y para acercarse a la zona donde decenas de personas siguen concentradas hay que caminar unos tres minutos. La Policía del condado de San Luis, donde está Ferguson, blinda el acceso a la zona de protestas, donde a estas horas ya no se escuchan cánticos reivindicativos sino el ruido de las corredizas, los gritos que suceden a cada arresto y la voz de los agentes a través de sus altavoces pidiendo a los manifestantes que vuelvan a sus casas.Apenas pueden verse algunos carteles con la frase "Black lives matter"("Las vidas de los negros importan"), el emblema del movimiento por los derechos civiles que nació tras la muerte de Brown a manos de un policía blanco.
Aunque por el momento no se han producido graves altercados, más allá de algunos lanzamientos de botellas y otros objetos a los agentes, decenas de policías blindan la avenida con equipamiento antidisturbios y vehículos armados. Por encima del silencio tenso que reina en la zona en algunos momentos se escucha el constante sonido de un helicóptero que sobrevuela el área desde el inicio de la manifestación de esta noche.
La protesta, que concentra a decenas de personas, dejó de ser pacífica en torno a las 11:00 hora local (04:00 GMT).
"La seguridad es nuestra mayor prioridad, y ahora está en riesgo. Esta ya no es una protesta pacífica. Los que participan en ella están en una concentración ilegal", anunció en Twitter la policía del condado de San Luis, poco antes de la medianoche.
Este cuerpo policial está al cargo de la seguridad en la ciudad tras declararse hoy el estado de emergencia en el condado y sustituirá en esa labor a los agentes locales, muy cuestionados por su supuesta discriminación y violencia contra la población negra.
Según la Policía de San Luis, al menos nueve personas, entre ellas una joven de 18 años, han sido detenidas hasta ahora en las protestas de esta noche.
Después de ese anuncio, según pudo constatar Efe, hubo nuevos arrestos, que se suman a los 57 detenidos por la mañana en una concentración frente a un juzgado federal que pedía la disolución del departamento de Policía de Ferguson.
Y es que durante la noche anterior, en mitad de una de las concentraciones, un hombre, Tyrone Harris, disparó contra un vehículo policial. Los agentes, de paisano, respondieron al ataque. Como resultado el delincuente terminó en el hospital, herido de extrema gravedad. En cuestión de minutos la noticia prendía las calles y la yesca del odio, la marginalidad, los agravios reales o imaginarios, la incomprensión y el miedo reinaban en Ferguson. Hay que contar numerosos heridos, tres de ellos policías, mientras desde internet se llamaba a la desobediencia civil. No ha sido ésta, desde luego, la única jornada de violencia callejera del último año a cuenta del descontento con la actuación y modos de la Policía.
Está muy presente todavía lo sucedido en Baltimore el pasado 28 de abril, cuando la ciudad ardió por sus costados más pobres mientras la alcaldesa, Rawlings-Blake, explicaba visiblemente preocupada a la Prensa que «lo que estamos viendo esta noche en nuestra ciudad es muy perturbador». Entonces los disturbios tuvieron como detonante la muerte del joven Freddy Gray, que murió el 19 de abril mientras permanecía bajo custodia policial. Durante aquella noche, grupos de violentos, entre los que se encontraban miembros de las bandas criminales de la ciudad, pero también ciudadanos de toda condición, quemaron cuanto encontraban a su paso, saquearon y comercios y, en general, le dieron a Baltimore un aire como de 1968, cuando tras el asesinato del reverendo Martin Luther King Estados Unidos amaneció bajo un sudario de llamas. Larry Hogan, gobernador del Estado, declaró el Estado de Emergencia. La alcaldesa, entretanto, repitió que «mucha gente construyó está ciudad durante generaciones como para que ahora unos matones destruyan aquello por lo que tantos lucharon».
Sin necesidad de remontarse mucho en el tiempo, los últimos meses han visto decenas de sucesos violentos relacionados con la Policía y respuestas populares no siempre acordes al espíritu de la ley el orden. Está el caso del policía Ray Tensing, acusado de homicidio por matar a tiros a un conductor que se había saltado una señal de tráfico, y el niño de doce años Tamir Rice, liquidado por la policía de Denver en un parque público porque creyeron que el arma con la que jugaba, de plástico, era un revólver real.
Cuando todo estallo en Baltimore, David Simon, periodista de sucesos durante década y media, creador de la legendaria serie «The Wire», y natural de la ciudad portuaria, escribió en su blog que «la ira, el egoísmo y la brutalidad de los que reclaman el derecho a la violencia en nombre de Freddie Gray debe terminar». «Había auténtico potencial», dijo también «en las protestas pacíficas en nombre del señor Gray, pero esto es una afrenta a su memoria».
Hace un año, cuando Ferguson entró por primer vez en erupción, en lo que entonces eran los disturbios raciales más importantes en veinte años (hasta que llegó Baltimore esta primavera), Malik Shabazz, presidente de la Black Lawyers for Justice, le decía a la cadena CNN que estos «infiltrados y alborotadores profesionales han estado aquí todo el día tratando de provocar a la Policía para que nos ataque». El domingo fue distinto. El domingo fue peor. El domingo directamente alguien disparó contra la Policía.
Nadie recuerda ya las palabras que el presidente Barack Obama pronunció hace pocos meses, durante el aniversario de la marcha sobre Selma, uno de los hitos en la lucha por los derechos civiles. Entonces el presidente de Estados Unidos dijo que «lo sucedido en Ferguson puede no ser único, pero ya no es endémico. Ya no está sancionado por la Ley o la costumbre, y antes del movimiento por los derechos civiles, sin duda lo estaba».
Un homenaje perdido en la caldera de la violencia, y que rendía tributo, para enmendar el futuro, a las tres manifestaciones que en 1965 salieron de Selma (Alabama) con el objetivo de alcanzar Montgomery, capital del Estado, y cuya represión, desembocaba, el 6 de agosto, cincuenta años y tres días antes de la muerte de Michael Brown, desembocó en la entrada en vigor de la Ley del Derecho de Voto.
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