Serbia
Un pescador serbio ha salvado del suicidio a 29 personas
El último recate fue a finales de octubre, cuando salvó a una joven de 16 años que se quitó la chaqueta y la mochila, saltó la valla del puente y se tiró al agua. Todo por un desdichado amor.
El último recate fue a finales de octubre, cuando salvó a una joven de 16 años que se quitó la chaqueta y la mochila, saltó la valla del puente y se tiró al agua. Todo por un desdichado amor.
Un soleado día de septiembre de 1998 el pescador Renato Grbic navegaba por el río Danubio, cerca de Belgrado, justo por debajo del puente de Pancevo, cuando oyó como algo caía con fuerza al agua. Era un hombre, un suicida, que había saltado al agua desde los 19 metros de altura de esa estructura.
"Su chaqueta, forrada de plumas, estaba empapada y pesaba mucho. Su cabeza se hundía. En un primer momento no quería ayuda, se negaba a darme la mano", recuerda Renato el primer rescate de su vida.
"Yo le decía que el sol era tan bonito y la vida también. Fue una faena sacarlo", cuenta Grbic, quien desde aquel día ha salvado la vida a otras 28 personas que saltaron del puente, la última vez hace unos pocos meses.
"Es bonito cuando se puede ayudar. Se ha convertido en una misión particular mía", asegura a Efe el pescador de 55 años de edad, todo una celebridad en Serbia.
Procede de una familia que desde hace generaciones se dedica a la pesca en el río Danubio, que pasa con fuerza por la capital serbia.
Vive a la orilla en una zona modesta de las afueras de Belgrado, en las inmediaciones del imponente puente de Pancevo, donde gestiona un restaurante.
"Cuando me acerco a esa persona, le agarro la mano, la pierna, la cabeza, lo que se pueda, y la saco a mi bote, de repente siento el bienestar, la belleza, la paz interior, sé que he salvado la vida a alguien, que he hecho algo bueno, bello", cuenta.
El último recate fue a finales de octubre, cuando salvó a una joven de 16 años que se quitó la chaqueta y la mochila, saltó la valla del puente y se tiró al agua. Todo por un desdichado amor.
"Tardé un poco en arrastrar mi bote al agua, estaba fuera por los fuertes vientos. Empezó la lucha por su vida. Un vecino se había acercado un momento antes, le cogió de la mano pero ella se estaba ahogando. Logré finalmente agarrarla por sus axilas y meterla en mi barco", recuerda.
"El Danubio es un río potente, rápido, frío, aquí todo pasa en un momento. En cinco o diez minutos debes reaccionar, si no la muerte es inminente", asegura el pescador.
Su nombre de pila es Renato, un nombre que proviene del latín, de "Renatus"que significa "nacido de nuevo, o dar una nueva oportunidad de vida, tal vez tenga algún simbolismo", se pregunta el pescador, quien sigue en contacto con dos personas que ha salvado.
"Una tenía 18 años cuando saltó del puente. Ahora está casada y tiene un hijo. Me invitaron a su boda. Me recibieron con gran cariño", recuerda Renato.
La otra chica ni había cumplido los 16 años cuando saltó del puente y fue salvada por el pescador.
Días después del intento de suicidio celebraron con su familia en su restaurante el cumpleaños de la joven. Eso fue hace dos años.
"En septiembre cumplió 18. Es un ángel, una belleza que debe vivir y que ha encontrado el sentido de su vida", dice.
"No me siento como un héroe. Creo que todos debemos ayudarnos en la desgracia", señala Grbic y cuenta que mucha gente de Serbia e incluso algunos del extranjero se acercan a su restaurante para saludarlo en persona y tomarse una foto con él.
"Aquí se dice que la buena fama llega lejos. Es bonito cuando la gente se acuerda de uno por algo bueno", concluye.
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