Reforma laboral
Valls sentencia la reforma laboral
El primer ministro francés recurre al «decretazo» para la aprobación definitiva de la polémica ley.
El primer ministro francés recurre al «decretazo» para la aprobación definitiva de la polémica ley.
Los diputados franceses tenían cita ayer en la Asamblea Nacional para discutir la reforma laboral en segunda lectura. Les esperaban mil enmiendas, pero el primer ministro, Manuel Valls, tomó la palabra para anunciar que se habían acabado las discusiones, y que el Gobierno echaba mano del artículo 49.3 de la Constitución para aprobar la ley sin voto.
Valls justificó el uso del «decretazo» porque constata «una alianza de conservadurismos e inmovilismos» por parte de los que quieren cuestionar el modelo social francés, y los que consideran que más diálogo social en la empresa significa menos derechos. Por ello, el primer ministro ha decidido pasar a la acción y «comprometer la responsabilidad del Gobierno» invitando a los que no estén de acuerdo con su política a que presenten una moción de censura.
Valls defendió el trabajo realizado para descentralizar el diálogo social y lograr «que los asalariados participen en las decisiones de las empresas y que los sindicatos dispongan de más medios para actuar». Según el primer ministro, la empresa es «el nivel adecuado» para tomar decisiones sobre «la duración del tiempo de trabajo o la remuneración de las horas extra», entre otras cosas.
Los diputados tienen hasta hoy a las 15:15 para decidir si presentan una moción de censura. Los Republicanos ya han anunciado que se abstendrán. Su portavoz en la Asamblea, Christian Jacob, ha preferido citar a los franceses en las urnas «dentro de nueve meses» para que digan lo que les parece un primer ministro que «ha asolado el país durante tres meses para llegar y decir al Parlamento: ‘circulen, no hay nada que ver’».
Los diputados socialistas «rebeldes» ya intentaron durante la primera lectura de la reforma presentar una moción, pero les faltaron dos votos de los 58 necesarios para conseguirlo. Esta vez lo intentarán de nuevo, pero algunos que se sienten tentados por pasar al acto no lo harán porque saben que si lo hacen, en diciembre, cuando el Partido Socialista decida las listas de los candidatos para las legislativas, quedarán fuera de las listas.
A la misma hora, se celebraba una nueva manifestación contra la reforma laboral, menos numerosa que en otras ocasiones. Era la última antes del verano aunque el líder de Fuerza Obrera (FO), Jean-Claude Mailly, anuncia que seguirán realizando acciones puntuales contra la Ley del Trabajo, aunque ya haya sido adoptada.
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