La amenaza del chavismo

Venezuela se desangra ante la pasividad del chavismo

La tensión social eleva el número de asesinatos y sitúa a Caracas como la ciudad más violenta del mundo con más de 500 muertes en julio

El cuerpo sin vida de un joven yace en el suelo tras un tiroteo en Caracas
El cuerpo sin vida de un joven yace en el suelo tras un tiroteo en Caracaslarazon

La tensión social eleva el número de asesinatos y sitúa a Caracas como la ciudad más violenta del mundo con más de 500 muertes en julio

Venezuela, y especialmente Caracas, se ha convertido en un polvorín donde impera la ley del plomo. La extendida impunidad, que deja 92 de cada cien homicidios sin resolver, es el principal incentivo de los criminales. Bajo ese contexto, el país podría decidir su futuro en los próximos meses si finalmente la oposición logra reunir las firmas necesarias para celebrar un referéndum revocatorio contra el presidente Nicolás Maduro. Su Gobierno no sólo no ha rebajado los índices de criminalidad, sino que sus políticas económicas, que tanta escasez y miseria están provocando, se han convertido en el combustible que alimenta nuevos episodios de violencia.

Los últimos datos hacen saltar todas las alarmas. Con 535 cadáveres ingresados en el Servicio Nacional de Medicina y Ciencias Forenses (Senamecf), conocido como la Morgue de Bello Monte, el mes de julio no sólo es el más violento de 2016. El mes que cerró es el que ha tenido más ingresos en esa dependencia desde hace dos años y medio, de acuerdo con cifras extraoficiales. El número de muertes violentas, de las cuales el 85% son homicidios, viene aumentando sustancialmente desde abril.

También se incrementó el promedio de muertes violentas diarias en Caracas: cada día fallecen 17 personas en circunstancias no naturales. «Lo que genera una sociedad violenta es la falta de cumplimiento de leyes, de líderes políticos que den el ejemplo para construir un modelo ciudadano de convivencia, no la pobreza», advierte el experto Briceño León. Venezuela es una bomba de relojería.

Además de las muertes por delincuencia, en el país hay miedo a que se reproduzcan episodios de violencia política como los registrados en 2014 a raíz de una serie de protestas contra el Gobierno de Maduro. Se iniciaron en la ciudad de San Cristóbal, en el estado de Táchira, y el 12 de febrero en la capital, Caracas, como consecuencia de la delincuencia, alta inflación y escasez de productos básicos. Durante aquellos días de furia, las manifestaciones y disturbios dejaron un saldo de 42 fallecidos (oficialistas, opositores y funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana, entre otros), más de 486 heridos y 1.854 detenidos, según un informe de la Fiscalía General de la República, mientras el Foro Penal Venezolano (organización opositora al Gobierno de Maduro) denunció 33 supuestos casos de tortura.

Ayer se repitieron las movilizaciones. Hubo protestas en Mérida, Trullijo, Lara, Nueva Esparta, Barinas, Delta Amacuro, Bolívar, Apure y Miranda. Durante los próximos 15 días, las manifestaciones serán continuas. Caracas queda excluida como plaza de protestas, pues, según el gobernador de Miranda, Henrique Capriles, la capital venezolana será el punto de encuentro de la oposición en caso de que el CNE no dé luz verde a la siguiente fase del revocatorio en el tiempo correspondiente, supuestamente, a primeros de septiembre. Si el referendo no se celebra antes del 10 de enero, el chavismo se perpetuará en el poder dos años más. Mientras, en las calles se respira tensión y existen ciertas facciones de estudiantes más radicales que podrían optar por las «guarimbas» (barricadas) como método de protesta.