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«Viajaremos al ritmo de mujeres y niños, que nadie se quede atrás»

Varios migrantes de la caravana viajando hacia Estado Unidos en un camión a su llegada a la ciudad de Matías Romero Avendaño, en México
Varios migrantes de la caravana viajando hacia Estado Unidos en un camión a su llegada a la ciudad de Matías Romero Avendaño, en Méxicolarazon

Al fin llegó el día que muchos esperaban. Después de casi una semana de escala en la capital de México, el grueso de la caravana, unos 4.000 migrantes centroamericanos, reemprendieron el camino hacia el punto fronterizo de Tijuana, desde donde esperan cumplir su sueño de cruzar a Estados Unidos. Nada les frena: ni la negativa de la ONU a proporcionarles transporte seguro; ni los 2.800 kilómetros que restan de peligrosa ruta; ni tampoco las medidas hostiles adoptadas por el presidente estadounidense Donald Trump: 5.000 soldados en la frontera y condiciones más duras para pedir asilo.

La jornada comenzó muy temprano, a las 3:30 horas del sábado los migrantes ya se preparaban para abandonar el estadio Jesús Martínez Palillo, que ha funcionado como un enorme albergue desde el pasado domingo. Durante toda la madrugada el flujo de personas fue constante. Tomaron el metro a la salida de la ciudad deportiva con destino a la última estación al norte de la ciudad, Cuatro Caminos.

Unas 24 horas antes había salido un primer grupo de unas 900 personas, los más impacientes, a pesar de que la consigna es mantenerse unidos para caminar más seguros. «Tenemos que viajar al ritmo de mujeres y niños, que nadie se quede atrás», advertía Walter Cuello, uno de los coordinadores, al multitudinario auditorio en la última asamblea celebrada en el estadio.

Tomaron la decisión de continuar a pie tras confirmarse la negativa de la ONU a facilitarles el viaje hasta la frontera mediante autobuses. La noticia fue recibida con mucho enfado. «La ONU nos ha engañado, no los queremos más en la caravana y les hacemos responsables de lo que nos pueda ocurrir», declaraba el salvadoreño Carlos Andrés Ramos tras una reunión con el organismo internacional.

A partir de ahora, el plan de los migrantes es «pedir jalón» (autostop) en autobuses y vehículos de carga para llegar primero a la localidad de Querétaro, y más adelante a Guadalajara (en el estado de Jalisco), Culiacán (Sinaloa) y Hermosillo (Sonora) hasta llegar a Tijuana, en la frontera estadounidense, según informó la directora de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, Nashieli Ramírez. El gobernador de Querétaro, Francisco Domínguez, afirmó que los migrantes se van a instalar en el estadio Corregidora de la capital estatal y están preparados para recibir a 4.000 personas.

Los migrantes son un bien preciado para el crimen organizado, que puede sacar mucho rédito de su secuestro «con la extorsión a familiares en Estados Unidos u obligándoles a integrarse al crimen organizado», cuenta a La Razón Edgar Corzo, de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Aún está por resolver la posible desaparición, hace unos días, de un centenar de migrantes en los estados de Puebla y Veracruz.

La ruta hasta Tijuana, frontera con California, es la más larga de todas las posibles desde Ciudad de México, con una distancia de unos 2.800 kilómetros. Un camino más largo del que separa Madrid de Varsovia. Aun así, los integrantes de la caravana han decidido tomar ese camino porque lo consideran menos peligroso que cruzar otros estados como Tamaulipas, donde se han perpetrado matanzas de migrantes.

Del otro lado de esa frontera, en San Diego (California) les esperan 5.000 soldados estadounidenses del operativo «Línea Segura» que ya han empezado a desplegarse y permanecerán en ese puesto al menos hasta mediados de diciembre, según han informado autoridades fronterizas. Las tropas están preparadas para «cualquier contingencia» y sobre la mesa están todas las opciones, incluso un «cierre completo» de la frontera, sostuvo Pete Flores, director de operaciones terrestres de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza en San Diego.

A este despliegue de tropas hay que sumarle las restricciones al asilo recién anunciadas por la Administración Trump que entrarán en vigor en los próximos días. Las peticiones de refugio solo podrán realizarse en los puntos fronterizos y los que hayan entrado a Estados Unidos de manera ilegal estarán privados de ese derecho.