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Viktor Yanukovich, el nuevo carnicero de Europa

Viktor Yanukovich, el nuevo carnicero de Europa
Viktor Yanukovich, el nuevo carnicero de Europalarazon

En Cataluña lo llamarían charnego y en Vascongadas, maketo porque Viktor F. Yanukovich ciertamente nació en Donetsk Oblast, Ucrania, cuando ésta formaba parte de la URSS, pero sus antepasados directos eran rusos por la vía materna, y polacos y bielorrusos por la paterna. Crecido en un ambiente desfavorecido, en 1967, con sólo diecisiete años, fue condenado a prisión por robo. En 1970, fue condenado a otros dos años por atraco. En 1972, comenzó a trabajar como electricista y, poco a poco, se fue abriendo camino por medios tan diversos como hacer cursos por correspondencia o afiliarse al Partido Comunista. En 1980, era encargado jefe de una compañía de transporte en la que permaneció dos décadas. La caída de la URSS colocó a Yanukovich en el camino del éxito profesional. Adaptándose a las corrientes nacionalistas, en agosto de 1996, era ya vicegobernador del Gobierno de Donestsk Oblast, convirtiéndose en gobernador al año siguiente. Su acceso al poder se tradujo en una alteración significativa de su currículum. Escribió ser profesor de una facultad que nunca existió y en la que nunca dio clases. Igualmente en 2000, fue nombrado doctor habilitatus en Ciencias aunque no cumplió con los requisitos para el título. No son los únicos títulos cuya veracidad resulta más que discutible porque incluso 23 publicaciones supuestamente suyas no han sido encontradas en ninguna biblioteca. En el año 2002, Yanukovich se convirtió en primer ministro y, en rasgo de occidentalismo, envió tropas a la guerra de Irak en apoyo a la lucha contra el terrorismo.

En 2004, Yanukovich ganó las elecciones presidenciales en segunda vuelta, pero una oleada de manifestaciones – la denominada Revolución Naranja– empujó al Tribunal Supremo de Ucrania a anular el resultado y a entregar el cargo a Viktor Yuschenko. Yanukovich dimitió como primer ministro y aceptó la situación. Lo cierto es que la Revolución Naranja no había pasado de ser un pucherazo nacionalista que encrespó las emociones, pero que también sumió a Ucrania en un pozo nacionalista de ine- ficacia económica, clientelismo escandaloso y corrupción galopante. Teóricamente, Yushchenko hubiera podido gobernar apoyándose en una coalición formada por Nuestra Ucrania, su partido; el Bloque de Yulia Tymoshenko y el partido socialista de Moroz. Sin embargo, Yushchenko y Tymoshenko no dejaron de enfrentarse en el seno de la coalición mientras intentaban eliminar a Yanukovich, ahora principal jefe de la oposición, acusándolo de haber violado a una muchacha. El recurso no funcionó y el paso siguiente fue intentar impedir que se presentara a las elecciones dados sus antecedentes penales de juventud. El intento también fracasó y en 2006, el Partido de las regiones de Yanukovich se hizo con el control del parlamento y recibió el encargo de formar gobierno. Ese mismo año, una nueva acusación fue lanzada contra él, pero hasta 2007 no fue desplazado del Gobierno por una coalición del partido de Timoshenko y Nuestra Ucrania.

En 2009, Yanukovich anunció sus intenciones de presentarse a las elecciones presidenciales. De ganarlas, convocaría nuevas elecciones legislativas ya que no veía manera de gobernar junto a un ejecutivo presidido por Timoshenko. Durante la durísima campaña, Yanukovich fue acusado de fraude, pero venció en toda regla a Yulia Tymoshenko. La razón fundamental del triunfo de Yanukovich no fueron sus méritos sino el cansancio por el latrocinio sistemático de los nacionalistas, la proscripción de la lengua rusa, el asqueamiento ante una visión mítica y victimista de la Historia y la pésima gestión económica.

El 25 de febrero de 2010, debía haberse celebrado la toma de posesión de Yanukovych, pero el Tribunal Superior administrativo de Ucrania suspendió los resultados electorales a petición de Timoshenko. Se trató de una molesta circunstancia que, al fin y a la postre, concluyó con el nombramiento de Yanukovich. La oposición estaría ausente en la toma de posesión. De manera bien significativa, desde 2005, Yanukovich ha sido asesorado por Paul J. Manafort, un experto «lobbysta» que colaboró con las campañas de distintos presidentes republicanos en Estados Unidos. Ni siquiera Manafort puede ayudar a enderezar la difícil situación derivada de una nación artificial en la que buena parte de sus habitantes se considera preterida y donde la corrupción nacida del sistema clientelar establecido por los nacionalistas es astronómica. Si Yanukovich sobrevive es, simplemente, porque no está dispuesto a que lo desalojen del poder como en 2004 y ha aprendido a ser incombustible.