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Viviane Reding: «La libertad de circulación no es absoluta, nadie puede ser una carga»

Entrevista a la Vicepresidenta de la Comisión Europea

Viviane Reding: «La libertad de circulación no es absoluta, nadie puede ser una carga»
Viviane Reding: «La libertad de circulación no es absoluta, nadie puede ser una carga»larazon

La vicepresidenta de la Comisión Europea y responsable de Justicia, Derechos Fundamentales y Ciudadanía, la cristianodemócrata Viviane Reding, es uno de los pocos pesos pesados en Bruselas que no rehúye las preguntas. Recibe a LA RAZÓN en su despacho de la capital comunitaria con sus dos manos derechas, dos mujeres, un género en el que cree hasta el punto de haber promovido el establecimiento de cuotas en las empresas. Sin embargo, la que suena cada vez con mayor fuerza como futura presidenta del Parlamento Europeo no elude hablar de auge del populismo, del pulso de Rusia en Ucrania o del «inaceptable» espionaje de Estados Unidos.

–Hemos visto expulsiones de gitanos rumanos en Francia; después, de españoles en Bélgica, y ahora Alemania se suma a las expulsiones de parados europeos de más de seis meses. ¿No cree que esta tendencia de lucha contra la migración económica dentro de Europa atenta contra la libre circulación, la solidaridad entre los Estados y la igualdad de todos los ciudadanos europeos?

–La libre circulación es un derecho fundamental, es un pilar de la UE. Es la libertad más querida por todos los europeos, pero muy pocos son los que la usan, porque de los 507 millones de europeos sólo 14 millones hacen uso de ella, es decir, el 3% de la población, y la gran mayoría de estos migrantes internos se desplazan con un trabajo. Trabajan en el país vecino, pagan sus impuestos y su Seguridad Social y esa libre circulación es muy beneficiosa para nuestras economías. Para entenderlo bien, la libre circulación es la libertad de ir a estudiar, ir por turismo o para trabajar en el país vecino. No es una libertad de migrar sin contribución a los sistemas de Seguridad Social. No es la libertad de hacer fraude en las prestaciones sociales. Hay una gran diferencia entre la libertad de querer instalarse y los defraudadores, y en esos 14 millones, lamentablemente, los hay. Que los Estados tomen medidas contra los defraudadores es absolutamente evidente, pero también es verdad que las reglas europeas son estrictas, la libre circulación no puede cuestionarse.

– Entonces para los españoles que deben migrar a Europa para buscar un trabajo y tienen un tiempo limitado para hacerlo, ¿cree que eso es justo? ¿Es tratar a todos los ciudadanos europeos por igual?

–La legislación europea sobre libre circulación dice claramente que cada ciudadano europeo durante tres meses tiene libertad de movimiento sin trabas. Al cabo de ese tiempo tiene que demostrar que no es un fardo para la seguridad social en el país que ha migrado. Está muy claro que la libertad de circulación no es absoluta y sobre todo que la migración en los sistemas sociales no está prevista por la ley.

–¿Habría que cambiar esas reglas a la luz de los grandes desequilibrios que hay en Europa?

–Las cifras demuestran que la inmensa mayoría de los migrantes lo hacen con trabajo y no lo hacen por ayuda social. La directiva de 2004 es muy clara. Libertad de migrar durante tres meses y después hay que demostrar que tenemos los recursos necesarios. Además, hay 2 millones de puestos de trabajo desocupados.

–Manuel Valls, el nuevo primer ministro francés, ha sido polémico por su tratamiento a los gitanos rumanos o por el asunto del cómico Dieudonné. Se le acusa de racismo, pero a la vez era el ministro mejor valorado. ¿Teme que durante su mandato incremente el enfrentamiento entre franceses y extranjeros, como explota el Frente Nacional?

–Nunca haría amalgama entre el señor Valls, que conozco bien, y Le Pen. No se me habría venido nunca a la cabeza. En todos estos años ni un sólo segundo he pensado que podría haber connivencia (entre ellos). Al contrario, Valls cumple siempre las reglas. De hecho, el viernes presentaré el análisis de los planes nacionales de integración de los gitanos y puedo decir que Francia ha cumplido las reglas. Ha intentado reforzar la integración. Si hay campos ilegales, son ilegales y es un tema francés.

–¿Cuál es su interpretación de las elecciones francesas?

–En toda Europa hay una falta de confianza ciudadana hacia su Gobierno. La abstención en Francia es una prueba. Los socialistas han perdido masivamente. El FN ha avanzado, pero no ha ganado. Le Pen supone un repliegue sobre nosotros mismos. No es lo que necesitamos.

–¿La UE debería dar a Ucrania una esperanza de adhesión para ayudar a su democrátización?

–Está muy claro que la UE apoya a Ucrania. No sólo damos esperanza, sino también una ayuda muy concreta. El apoyo financiero, por ejemplo. La instauración de una zona de libre cambio entre UE y Ucrania supone ganar unos 500 millones de euros anuales y estamos poniendo en marcha un plan de apoyo de 11.000 millones hasta 2020. Y, una cosa importante, la semana pasada firmamos la parte política del Acuerdo de Asociación, lo cual es un símbolo muy fuerte del apoyo. Además habrá elecciones el mismo día que las europeas, el 25 mayo.

–¿No puede ir más allá?

–He dicho lo que podía decir.

–¿Vamos hacia una nueva guerra fría con Rusia? ¿Podemos dar por perdida Crimea?

–Crimea ha sido anexionada ilegalmente. Nada está ganado ni perdido. No me gusta hablar en términos de guerra porque Europa es garante de paz y, por tanto, Europa va a poner todo su peso sobre la mesa para seguir siendo garante de la paz. Podemos pensar en todas las soluciones, pero sin usar la fuerza armada. Además, creo que en ningún país es correcto hacer votar a la gente con el fusil apuntando contra ellos. No es así que hacemos las cosas en nuestros Estados. La anexión de Crimea es una vergüenza para el siglo XXI. El Estado de Derecho y el Derecho Internacional están por encima de los intereses comerciales. En ese sentido, he visto con alivio el encuentro entre Estados Unidos y Rusia en suelo francés. Es el camino que hay que seguir.

–Tras conocer las actividades que llevó a cabo la NSA, ¿cómo podemos hacer creer a los ciudadanos que sus datos están protegidos?

–Comenzamos a dudarlo seriamente. Los ciudadanos saben que sus datos les pertenecen en privado. Está estipulado en los tratados de la UE y en la Carta de Derechos Fundamentales. Por tanto, lo que ha pasado con los datos robados a los ciudadanos es completamente inaceptable. Europa ha sido muy clara antes y en la reunión del presidente estadounidense, Barack Obama, en la Comisión Europea. El Parlamento Europeo ha sido muy claro también al respecto y ha votado por 621 votos a favor de una fuerte legislación de protección de los datos personales. Por tanto, lo que hay que hacer a corto plazo es hablar con EE UU mientras hacen la reforma del funcionamiento de la NSA. La seguridad nacional debe ser la excepción y no la regla. La excepción debe ser la recogida de datos y, si se hace, debe hacerse con la pinza de depilar, no con un aspirador. Estamos negociando con el acuerdo marco con la protección de datos sobre la Policía y la Justicia. Espero que lleguemos a conclusiones antes del verano. El acuerdo «safe harbor», las ventajas que da Europa a las empresas americanas cuando intercambian datos, no es «safe» (seguro) del todo. Hemos entregado a los americanos trece puntos de reparación para que podamos llamarlo «seguro». En eso también deberíamos tener la respuesta en positivo antes del verano.

–Por tanto, ¿nada de recopilar datos directamente como ha hecho Estados Unidos con ciertos políticos europeos ni a través de empresas de telecomunicaciones? ¿Siempre a través de un juez?

–Efectivamente, y puede ser muy rápido porque hay cláusulas de

urgencia.

–¿Por qué los movimientos nacionalistas –que defienden una idea tan contraria a los principios de unidad de la UE– están aumentando?

–Los movimientos nacionalistas siempre han aumentado cuando hay problemas económicos, una tasa de paro elevada, cuando hay que buscar un chivo expiatorio, que normalmente son los otros. Como regla general, y hablo como luxemburguesa, la mejor forma para un pequeño país de preservar su independencia es unirse con los otros porque el problema de mañana no será mi vecino sino el otro continente en un mundo globalizado. Si quiero seguir siendo fuerte y preservar mi identidad como luxemburguesa, tengo que seguir en un conjunto fuerte. Es la única forma de hacerlo. No es la hora de la división sino de la unión.

–¿Cree en la legalidad del referéndum que prepara el Gobierno catalán?

–La cuestión de la legalidad debe reglarse en el marco constitucional de España. Corresponde a los españoles encontrar soluciones. Yo he hecho un llamamiento al diálogo, a la escucha del uno y del otro, a la negociación, a una discusión abierta sin a prioris, y he escuchado con gran alivio que el 8 abril en el Congreso habrá un debate sobre las relaciones financieras entre España y Cataluña. Es un buen comienzo para hablar, para ponerse de acuerdo. Ésa es la solución a los problemas que puede haber en el interior de las naciones, a los problemas que puede haber entre naciones y dentro de la UE. Siempre defiendo el diálogo. Una solución siempre tiene que ser posible.

–¿Cree que podría haber una negociación entre Cataluña y Madrid como en Escocia?

–No puedo comparar Cataluña con ningún otro territorio europeo. Cataluña forma parte de España. Es en España donde estos problemas se tienen que resolver. No quiero interferir. No quiero crear una interferencia en ese debate, sólo digo que tiene que haber diálogo.

–Ahora que termina la legislatura, ¿le gustaría ser presidenta del Parlamento Europeo?

–Me gusta estar al servicio de los europeos. Europa es mi pasión. Creo que nos faltan muchos parlamentarios europeos y dirigentes que tengan a Europa como pasión. Creo que falta pasión en este momento. Es una de las más bellas aventuras de la historia: garantizar la paz en nuestro continente. Como se puede ver en Ucrania, puede haber una desviación rápida hacia el horror. Es bueno recordar que Europa es nuestra fuerza, de todos.