Crítica de cine
«La banda picasso»: Artistas y rateros
Dirección y guión: Fernando Colomo. Intérpretes: Ignacio Mateos, Pierre Benézit, Jordi Vilches, Raphaëlle Agogué, Tony Gaultier, España, 2012. Duración: 100 minutos. Comedia.
No es «El robo más grande jamás contado», ni tampoco el de la «jojoya», pero sí, al menos, uno muy sorprendente. Imaginen, o quizá no tanto, que estamos en París, que corre el año 1911, que la Gioconda desaparece del Louvre, y que Picasso y Apollinaire, amigos de juergas, pinturas, poemas, vinitos y penas, son detenidos por dicha sustracción. Entremedias aparecen un señor apodado El Barón, pero también Gertrude Stein, Braque, Manolo Hugué, media flor y nata de los grandes artistas que dieron esplendor a aquel fructífero periodo. Y cuyas obras, vidas y milagros espero el espectador conozca medianamente bien, porque Fernando Colomo ofrece sobre ellos bastantes pocas pistas. Eso sí, existe, por parte del director, un esfuerzo grande en la ambientación del filme, en la dirección artística, en el vestuario y la fotografía. Pero, más que nos pese, las historias, medio reales, medio no, que eso da un poco igual en una película, de personajes ilustres y genios españoles no tienen nunca buen fin por estas tierras; véase para ilustrarlo «Buñuel y la mesa del rey Salomón», de Carlos Saura, y lo comprenderemos mejor. Probablemente porque, en el fondo, al cineasta lo que le atraía, sobre todo, era radiografiar en su conjunto un tiempo artístico irrepetible y, menos, a los protagonistas. Harina de otro costal es que el filme, cuyo guión fue revisado en numerosas ocasiones, parezca un tanto desordenado (básicamente en el segundo tramo del mismo). Que una cosa es el cubismo y otra distinta los «costurones».
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