Crítica de cine
«La ladrona de libros»: Leer para combatir la barbarie
Dirección: Brian Percival. Guión: Markus Zusak y Michael Petroni. Intérpretes: Sophie Nélisse, Geoffrey Rush y Emily Watson. EE UU/Alemania, 2013. Duración: 131 minutos. Drama.
Una voz en off, la Muerte, al cabo, nos advierte desde el principio: hagas lo que hagas, tú también desaparecerás algún día. Nadie está aquí para siempre, se trata de la democracia perfecta, de la más justa. Y bajo esa premisa se abre «La ladrona de libros», basada en la novela homónima de Markus Zusak, o la historia de Liesel Mamminger, una niña de 9 años adoptada por una familia obrera alemana durante la II Guerra Mundial que no sabe leer ni escribir pero que, gracias a su padre adoptivo, aprende a desentrañar las líneas enigmáticas y, sobre todo, a depender de las obras que sustrae cada día atestadas de palabras que consiguen aliviar el miedo cuando estallan cerca las bombas, cuando comienzan los ataques aéreos sobre un pueblo, el germano, que, está en el trasfondo del filme, aún no sabe la trascendencia de la barbarie en la que está inmerso desde que los nazis tomaron el poder y decidieron eliminar a un pueblo de la faz de la tierra. De hecho, en el sótano de la familia, un judío que huyó intenta sobrevivir a la desnutrición y la miseria mientras comparte con Liesel el amor por esos volúmenes y garabatean vocablos en una pizarra. Sophie Nélisse (la mirada de esta jovencita basta a veces para entender cualquier escena), Geoffrey Rush y Emily Watson interpretan al sólido trío protagonista en el sobrio, contenido filme de Brian Percival (director, asimismo, de la premiada serie televisiva «Downton Abbey»), lo que fue una gran decisión: es tan dura la historia, duele tanto todavía, que sin cuidado el tono de la cinta habría derivado pronto al terreno abiertamente lacrimógeno. Hablábamos de la Muerte, la narradora: al final, susurra, «los humanos siempre me acechan». Es una manera de verlo no por inédita menos real.
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