«La lego película»: La pieza que faltaba

Definitivamente, una monada de película. Pero con miga. Emmet, un muñeco feliz, sigue las instrucciones gubernamentales al pie de la letra: hace algunas flexiones por la mañana, bebe café, realiza durante todo el día los mismos rituales, va al trabajo sin saber muy bien ni en qué consiste, ve luego en la televisión siempre el programa que «el hombre de arriba» recomienda, oye una y otra vez la canción del momento... Una vida, y quizá no lo sabe ni el protagonista siquiera, tediosa, falsa, controlada al milímetro, demasiado ordenada y vacía; recuerda un poco a la de «El show de Truman». En el fondo, manda el no movimiento, la aceptación, el no preguntes. Sí, el bueno de Emmet se encuentra inmerso en una sociedad que parece de cartón piedra. Pero, además, el primer largometraje protagonizado por los encantadores legos y ese mundo que con maña cada uno crea a su manera es, también, sumamente divertido; sobre todo, cuando se ríen de ellos mismos, cuando falla alguna pieza. Y espectaculares resultan las escenas de acción con superhéroes y otros «cameos» famosos incluidos. Una cinta recomendable para todo tipo de espectadores contra el pensamiento único y la falta de libertad creativa, una hermosa manera de enseñarle a los niños una lección tan necesaria como simple: que nadie dicte las leyes, déjame jugar a mi manera.