La quinta marcha

Quién podía decirle a Wes Craven (reconozcamos que bastante influido por Jim Abrahams, David y Jerry Zucker, que revolucionaron la comedia gracias a la fórmula de la parodia de gags acumulativos en «Aterriza como puedas», 1980) aquel 1996 que con «Screen: vigila quién llama» arrancaría una venturosa saga que incluso ha conseguido acuñar un término, no ya sólo para definir cierto tipo de filmes, también numerosas situaciones de la vida: esto es, las famosas «Scary». O, dicho en cristiano, el sano deporte de chotearse de cuanta película de terror, sobre todo, pero no siempre, consiga alcanzar eco mediático y el éxito de la taquilla. Pero si hasta en España rodamos su correlato e incluso una falsa Penélope Cruz enseñaba el escote de «Volver»... Ni les cuento. Pues regresamos al redil con esta ya quinta entrega de la serie que parece no tener fin ni ganas tiene nadie que vive a costa de ella mientras el público de acné salvaje continúe soltando dólares. Malcolm D. Lee (una curiosidad: hasta hoy, sólo había dirigido obras protagonizadas por afroamericanos, como él) ha decidido ponerse al frente de la cámara y el resultado no depara sorpresa alguna, claro, sólo que ahora le toca el turno de pasar por la piedra a «Mamá», «Paranormal activity», «Cisne negro», «Posesión infernal», «Origen»... y seguro que me dejo varias fuera. Lo más divertido, el prólogo, con Charlie Sheen y Lindsay Lohan cachondeándose de sus adicciones y encontronazos con la ley mientras practican un increíble sexo acrobático sin enseñar ni medio pecho. A partir de ese punto, sin embargo, quien espere encontrar un guión mínimamente hilado o con sentido lo tiene crudo. Pero da igual: si el invento sigue funcionando, seguro que hay cuerda para rato. Y que salga el sol por Antequera. O por donde le toque en ese momento.