Martín Prieto
Guerra a los ricos
Rubalcaba, que no sabe qué hacer con la bolsa de gatos del PSOE, ha enviado una circular a la Internacional Socialista para rediseñar su acervo político, al menos respecto de la crisis endémica europea. Por lo que ha hecho durante un año en España como jefe de la «leal oposición», nada se espera de una cumbre socialista, ni siquiera que asisten sus principales representantes. No son éstos los tiempos en que te podías entrevistar el mismo día con el adelantado Willy Brandt, el ingenuo y mártir Olof Palme, el miserable y mentiroso Mitterand o el sabio y ecléctico Bruno Kreyski. El nivel ha bajado tanto como las expectativas de gobernanza en Europa, liderada mayoritariamente por esa derecha que en labios de Rubalcaba suena a dicterio.
La mayor elaboración de mi respetado químico, cuando se ha visto en soledad, es que Rajoy supedita las necesidades a su ideología y por tanto favorece los intereses de los poderosos porque la derecha aborrece a los más desfavorecidos como el integrismo protestante desdeña suavemente a los que no tienen éxito en la vida. A este hombre sometido a todos los avatares políticos, que tanto le placen, solo se le ha ocurrido en doce meses aumentar los impuestos a los ricos. La progresividad fiscal no es discutible, ni es hoy propiedad de la derecha o la izquierda, esa hemiplejia mental que horrorizaba a José Ortega y Gasset, pero la abominación de los ricos es un brindis al sol porque contenta a todo el aforo.
A nuestro alquimista le ha seguido el Presidente francés Hollande, que tiene de Primera Dama a su amante y de lideresa de la oposición a su ex, con un 75 por ciento de impuesto al millón de euros. Gerard Depardieu corrió a exiliarse a Bélgica porque siempre son los grandes actores, artistas y deportistas los primeros en hacer las maletas.
La madre de la socialdemocracia es administrar correctamente el capitalismo. La socialdemocracia tiene que preguntarse ¿qué es un rico? ¿Es un rico Ruiz-Mateos o Amancio Prada? La socialización de la pobreza es el fracaso comunista. Los socialistas de Rubalcaba establecieron las SICAV para que nuestros ricos no se llevaran el dinero al extranjero (y los más rácanos se lo llevaron) pagando aquí una fiscalidad de menesterosos. Jesús de Polanco (que Dios tenga en su gloria) me conducía en un Mercedes propio de la II Guerra Mundial y ante mis objeciones me contestaba que no tenía dinero para comprarse otro. Era riquísimo pero nunca se le ocurrió comprarse un dúplex en Nueva York frente a Central Park, como otros pelafustanes que trabajaban a sus órdenes. El sistema de retribuciones y pensiones en muchas grandes entidades es inmoral y deslía la imagen de ricos que trabajan decentemente todos los días, como el dueño de Zara, que come con sus empleados tras robar una patata frita en la freiduría. No es el dinero sino cómo lo usas y qué imagen ejemplar das de tu opulencia.
Dinero bueno y malo
El presidente Obama tiene razón negándose a que la clase media americana se vea obligada a pagar al fisco una media de dos mil dólares anuales más: eso quiebra una hipoteca o la universidad de los hijos. Pero no les falta razón a los republicanos suponiendo que hay que adelgazar al Estado Federal para no chocar con el déficit ni agraviar a los mediopensionistas. Se debería superagravar a Henry Ford, descerebrado antisemita, o a Craso, que financió la destrucción de Espartaco y sus esclavos, pero no a Mecenas o a Cervantes, que cumplió cárcel por tributos.
Los antepasados del compradísimo Hugo Boss, acérrimos nazis, se hicieron muy ricos diseñando el uniforme de la calavera de la SS. La metalurgia de las dos ramas Thyssen (alemana y húngara) armó al III Reich y disfrutamos de un excelente museo en Madrid pagado por Hacienda. ¿Quiénes son ricos sujetos de exacciones fiscales? Desde luego la socialdemocracia no lo sabe, porque es un problema teológico en el que no son prácticos. Hay ricos que deberían ser expropiados y, según el proverbio ruso ahorcados los que logran su fortuna en un año. Pero hay ricos,que cimentan la prosperidad de una nación. El almirante Carrero Blanco dijo a un interlocutor fiscal: «A los ricos ni se les toca». Debió de ser de lo poco sensato que afirmó. Rubalcaba, Hollande y hasta Obama se equivocan. Los ricos que llegaron hasta la abyección de Lehman Brothers necesitan más jurisprudencia que atomización fiscal. El fisco es muy chulo (en EE UU pueden portar armas y esposas) pero el dinero es invisible.
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