La Razón del Domingo

Rajoy en carne mortal

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Teniendo en cuenta que cuando Dios repartía el exhibicionismo y el histrionismo Rajoy no estaba atendiendo a la lección, son de agradecer sus esfuerzos estos días por hacerse ver.

Juan José Rosón fue un excelente ministro del Interior con Adolfo Suárez y junto a José Mari Bandrés lograron apear a la ETA político-militar de la lucha armada. Fumador en cadena, tenía una voz cavernosa y los periodistas amigos le embromábamos diciéndole que desde que era ministro «de las guardias» se le había puesto voz de «queda usted detenido». No soy fanático de las teorías del doctor Lombrosso pero a María Dolores de Cospedal, secretaria general del Partido Popular y presidenta de Castilla-La Mancha, se le ha puesto cara de «no sabe usted con quién está hablando». Para que le ensombraran, el ex presidente Rodríguez Zapatero colocó muy bajo el listón del Consejo de Ministros y, obligado por su propia cuota femenina, nombró ministras que habían superado con creces su nivel de incompetencia.

Cuando hace poco más de un año Mariano Rajoy formó Gobierno, puso énfasis en la capacitación universitaria y en los idiomas, porque había que viajar mucho a Europa. Mario Conde fue número uno en sus oposiciones a abogado del Estado, lo que no impidió que llegada su caída no supiera defenderse y se entregara a varios años de prisión. Pero no le puedes borrar el currículum. Ventura Pérez Mariño, el juez ponente que le crucificó, me comentó que de lo que no sabía el banquero era de banca y que se pisó los pies él mismo. La Abogacía del Estado es una de las oposiciones aristocráticas de España, por su dureza, y el mero hecho de presentarse a ella presupone una magnífica carrera y gran confianza en uno mismo, como la señora Cospedal que, siendo de derechas, tuvo un hijo biológico de soltera cuando le plugo, algo a que no se atreven los cuadros del feminismo irredento. También la multiplicada Soraya Sáez de Santamaría es abogada del Estado y su carita de muñeca no oculta sus malas pulgas.

En su lecho de muerte Alfonso XII instruyó a la Reina María Cristina: «Tú de Cánovas a Sagasta a Cánovas. Y cuida el coño». El bipartidismo tiene sus falencias, como que una de las dos piernas, te caes. Además, nuestro bipartidismo es imperfecto por la presencia de nacionalistas e independentistas. La oposición socialista está pisando todos los charcos y sus líderes están instalados en la más absoluta provisionalidad. Así las cosas, el PP, extorsionado por un pícaro al que los amigos llaman «Luis, el cabrón», tenía que escenificar unidad y solidez. En el madrileño Ritz le ha dado a Cospedal un baño de multitudes cubriéndola de elogios para escenificar la imagen de que, pese a los trances, no hay fisuras en el partido. Y para desanimar a los alegres comadres de Windsor que pronostican un cambio de rumbo, se ha hecho trascender que no habrá crisis ministerial antes de que ya esté viejo el año próximo. Y la verdad es que no están fallando los ministros sino la meteorología.

Arte dramático

El general Douglas McArthur era maestro de la puesta en escena. Eisenhower, al mando del frente europeo y que había sido su ayudante en Filipinas, comentaba: «Le conozco bien; estudié con él tres años de arte dramático». Desembarcó de vuelta al archipiélago ante un pelotón de cámaras, flanqueado por su Estado Mayor, y repitió la fotografía con el chapoteo en la playa porque en la primera no había salido suficientemente gallardo. Me ha recordado aquella anécdota la imagen del presidente, como desembarcando en Omaha, penetrando en un salón de La Moncloa, con Méndez y Toxo como guardias de corps, los que ponen los palos en las ruedas, para presentar un plan de empleo juvenil, gravísimo asunto que no es de hoy. Felipe González me convenció de que era mejor para un primer parado joven un contrato basura que permanecer al albur mano sobre mano. Por aquello Nicolás Redondo y Marcelino Camacho le hicieron dos huelgas generales y media a un Gobierno socialista. Cabe esperar que UGT y Comisiones hayan aprendido de aquella pérdida de tiempo. Teniendo en cuenta que cuando Dios repartió el exhibicionismo y el histrionismo Mariano Rajoy estaba haciendo pis, es de justicia reconocer al presidente sus esfuerzos de esta semana por hacerse ver y dar representación a su política en el partido y en el ominoso desempleo.