África

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Sida: la lacra que recorre el continente

LA MAYORÍA DE LOS INFECTADOS acceden tarde a los tratamientos antirretrovirales
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«Esto es una guerra. Ha matado a más personas de lo que lo han hecho todas las guerras previas y todos los desastres naturales anteriores... No debemos seguir debatiendo, alegando, cuando las personas están muriendo». Estas palabras de Nelson Mandela reflejan la impotencia del líder surafricano ante uno de los grandes retos que no pudo lograr. Precisamente Suráfrica reúne todos los condicionantes para describir uno de los grandes problemas del continente. A pesar del crecimiento de los últimos años, el país sigue siendo uno de los más desiguales del mundo. Es precisamente la situación de pobreza extrema la que estimula la prostitución, principal fuente de contagio del sida, una enfermedad que ni Suráfrica ni el resto de África se han tomado en serio hasta hace poco más de una década. Thabo Mbeki, el sucesor de Mandela al frente de la presidencia, fue duramente criticado por su resistencia a tratar y prevenir el sida, y llegó a decir que la enfermedad no existía, que era algo inventado por los blancos para vender medicamentos.

Esto ha convertido a Suráfrica en el país, por detrás de Lesoto, con más sida, donde el 17,3 por ciento de los adultos están infectados, tal y como explica José Antonio Bastos, presidente de Médicos Sin Fronteras. Sin embargo, para Bastos «la situación ha mejorado en los últimos 13 años, en los que ha aumentado exponencialmente el porcentaje de personas con acceso a terapia retroviral».

Pero estos avances no son suficientes para un continente en el que 25 millones de personas conviven con el virus, de los que 2,9 son menores de 15 años, según el Informe Mundial de la Epidemia 2013 de Onusida. Sólo en 2012, se produjeron 1,6 millones de infecciones, de los que 190.000 fueron en niños.

En palabras de Bastos, «la lucha contra el sida no ha terminado, en algunos países sólo acaba de empezar». De hecho, sigue habiendo personas seropositivas sin acceso a diagnóstico o que cuando lo tienen no consiguen el tratamiento o acceden a él demasiado tarde; hay mujeres embarazadas infectadas sin el tratamiento que impide la transmisión del virus a sus hijos; o la falta de recursos provoca que los niños sigan muriendo por falta de acceso a un diagnóstico o al tratamiento.

Dentro de la globalidad y dejando un lado los factores coincidentes, cada zona de África tiene sus propias especifidades. Así, describe Bastos, «en el África Occidental y Central, en los países con una prevalencia más baja, los servicios de atención son erráticos o casi inexistentes». «En países como Sudán del Sur, República Centroafricana o Guinea-Conakry, nuestros médicos se han vuelto a encontrar con la misma realidad que vivimos hace dos décadas en el sur de África, con altos niveles de estigmatización y discriminación –incluso por parte del personal médico–, falta de acceso a pruebas de diagnóstico y a tratamiento y poquísimos programas de prevención». Es estas zonas, sólo el 34 por ciento de los infectados recibían tratamiento antiretroviral, según Onusida, el porcentaje más bajo del continente.

Uno de los casos paradigmáticos es el de República Democrática de Congo, «donde hay una desesperada falta de acceso a los servicios de salud por la inseguridad y el conflicto, hace que se prioricen los tratamientos de enfermedades como la malaria, el cólera o el sarampión. En este contexto, el sida queda en un segundo plano».

A pesar de todo, desde Médicos Sin Fronteras consideran que «en los últimos años se ha avanzado mucho, pero no podemos bajar la guardia principalmente por dos razones: por el beneficio de los enfermos que ya están en tratamiento y por los 18 millones que aún no han podido acceder a él».

Avances científicos

Otro de los aspectos que permiten mantener la esperanza por lograr un futuro para África es la investigación. Durante los últimos años, se han logrado grandes avances en la lucha contra el sida. De hecho, esta semana se ha hecho público un ensayo clínico del CSIC sobre un prototipo de vacuna que ha desarrollado una respuesta inmune al virus y hace pensar que el sueño de lograr una vacuna contra el sida está muy cerca.

Precisamente otro equipo español, liderado por Pedro Alonso, que ha logrado un cien por cien de eficacia de una vacuna contra la malaria en la primera fase de estudio. De las 219 millones de personas afectadas, el 80 por ciento vive en África.

El apoyo internacional es básico, pero no suficiente. El Fondo Mundial contra el sida, la tuberculosis y la malaria acaba de anunciar la aportación de 12.000 millones de dólares en tres años, lejos del mínimo fijado en 15.000 millones.

África necesita ayuda, pero tiene que hacer los deberes. La mejor vacuna es la prevención y tal y como defendía Mandela, la única forma de aplicarla es mediante la educación, «el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo».