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Carmen Lomana: Soy lo que como...
El jueves estuve de ponente en «Los coloquios del Wellington». El tema era sobre alimentación, mitos y verdades; de qué forma influye alimentarnos correctamente en nuestra salud e incluso en nuestro humor.
El jueves estuve de ponente en «Los coloquios del Wellington». El tema era sobre alimentación, mitos y verdades; de qué forma influye alimentarnos correctamente en nuestra salud e incluso en nuestro humor. Desde los 17 años me he preocupado muchísimo por todos los temas de alimentación, ya que tenía un estómago muy delicado y muchos alimentos, especialmente los guisos con salsas, lo que normalmente llamamos sofritos, me sentaban como un tiro. Empecé a escuchar a mi cuerpo y detectar lo que debía ir quitando de mi dieta. Descarté la carne, nunca me gustó y mi cuerpo la rechazaba. Psicológicamente me producía asco comer carne de un mamífero que habían matado para alimentarme, lo encontraba primitivo. Recuerdo que mi madre me daba jugo de carne por aquello de la proteína animal y hasta eso me negaba a tomar. Durante mi paso por «MasterChef» comenté que era vegetariana solo de mamíferos y fue la gran risa de todos, algo así como haber dicho un disparate que nunca comprendí. En mi código de prioridades el «somos lo que comemos» es lo primero y creo que soy un claro ejemplo de ello. He mantenido el mismo peso desde los 15 años. El cuerpo, por supuesto, no es igual porque parece que el esqueleto se expande y mi cintura, aunque pequeña, ya no tiene los 60 centímetros de antaño. Lo primero que debemos hacer es mantener unos horarios menos disparatados de los que acostumbramos en nuestro país. Hay que desayunar pronto y con tranquilidad. Un desayuno saludable sería fruta, cereales con leche de avena o arroz y pan con cereales de masa madre o pan fresco. A mucha gente le gusta una tostada con aceite de oliva, cierto que es muy bueno, pero no olvidemos que el aceite es grasa y no debería tomarse más de una cucharada sopera al día. El café o té, a gusto de cada uno. Yo soy de té, siempre sin teína. La cafeína me sienta mal. Hay personas que llegan a tomar hasta 7 cafés al día. Tremendo disparate. Debemos tomar productos de temporada porque la naturaleza es muy sabia y nos da lo que necesita nuestro cuerpo en cada época del año. Evitar lo envasado y elaborado, cocinar al vapor o al horno huyendo de la fritanga... De vez en cuando no está mal, sobre todo si estamos en el sur. No podemos dejar de tomar unos buenos pescaditos fritos, pero no como algo habitual. Lo más importante es que nuestra dieta esté compuesta por productos que nos nutren y aportan lo que realmente necesitamos: no a las calorías vacías, sí a los hidratos de carbono que se encuentran de forma natural en las legumbres y cereales, son absolutamente necesarios en nuestra dieta. Si no queréis engordar, cenar poco y pronto. Las ocho de la tarde es perfecto. Tampoco hay que fiarse mucho de esa moda bio y eco, pues detrás de ello hay mucho marketing y negocio. Potenciemos nuestra dieta mediterránea, la más saludable, y huyamos de regímenes milagro, como el de tomar solamente proteínas. Cierto que se adelgaza, al no ingerir ni un hidrato. Entramos en cetosis y quemamos grasa, pero esta dieta puede producir pancreatitis, pues el páncreas necesita azúcar. Por eso os recomiendo no jugar cada año con diferentes dietas antinaturales. El secreto para no engordar es no saltarse comidas, que la comida no sea un sustituto para nuestras frustraciones y levantarnos siempre de la mesa con la sensación de haber podido comer más. Ante todo no os neguéis el placer de tomar un poco de chocolate, buenísimo para las endorfinas, o un buen dulce casero. La vida también es placer y la comida lo es, pero con cabeza y fuerza de voluntad. Otro día hablaremos del alcohol y su aceptación social como algo imprescindible para pasarlo bien y ser feliz. Este tema sí que da para mucho.
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