Fallece la Duquesa de Alba

Que continúe la Monarquía

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Los últimos días han sido muy duros para la Duquesa de Alba, quien, entre la lucidez y la inconsciencia, comenzó a asumir que se apagaba poco a poco y lo último que quería era hacerlo en un centro sanitario. Siempre ha sido una mujer de gran carácter y no cejó hasta conseguir que la trasladasen a Dueñas. Ha sido una despedida amarga: «Llegó un momento en el que sabía que se le estaba yendo la vida. Ella, que la había amado tanto, que la había devorado...», lamentan desde su entorno. «El más afectado con su pérdida es Alfonso, su viudo. Se trata de una persona muy sensible y se queda desamparado», añaden. Durante estos últimos años este entrañable compañero de viaje ha estado, según afirman los amigos de la aristócrata, literalmente «pegado a ella». «Tuvo mucha suerte y buen ojo, ha sido una alegría para ella contar con un hombre tan entrañable», dicen.

Según reconoce la propia familia, la Duquesa ha disfrutado de una mala salud de hierro los últimos diez años. Siempre ha sabido cuidarse, «pero no de una forma extrema: nunca dejaría su vida en un rincón por tener una mejor condición física. Ha sido una mujer que, hasta este verano, salía todos los días y disfrutaba enormemente haciendo vida social», comentan desde su círculo íntimo. Sus almuerzos con amigos, las comidas que organizaba en Palacio, los conciertos, el cine, el flamenco, la ópera, irse de compras... Las pasiones de Doña Cayetana pasaban por disfrutarlas en compañía. Quizá por eso este último año fue tan complicado para ella. Desde su regreso de San Sebastián, sus salidas fueron contadas y, cuando las ha hecho, volvía bastante mal, agotada. A pesar de todo siempre ha sido, según sostienen quienes mejor la conocían, una mujer vitalista que confiaba mucho en su capacidad de recuperación: «Tenía mucha fe en que podía superar sus problemas de salud. De hecho, con el cariño que le tenía a los médicos, a veces soltaba: ‘‘A ver si es que no están acertando con lo mío...’’. No se daba cuenta de que era su edad la que iba marcando sus patologías».

PATRIMONIO DE SEVILLA

Su marcha ha sido triste, pero incluso ese camino lo ha trazado como ella quiso, al igual que el resto de su vida. Uno de sus deseos, según reconoció en varios encuentros entre amigos, era morir en su casa de Dueñas. «Por encima de todo estaba su inmenso amor a Sevilla», comentan desde la capital hispalense. Esa popularidad significaba mucho para ella porque, al margen de todos los títulos que había heredado, el cariño de la gente fue el que obtuvo por derecho propio. Además de reposar en Dueñas, otra de las cosas que solía comentar a sus amigos es que quería irse de este mundo con un Rey en el trono español. «Ante todo ella se declaraba monárquica y católica. Una de sus preocupaciones era que la república pudiese asentarse en España. ‘‘Yo quiero que la Monarquía siga’’, solía decirnos», confiesa una persona cercana a Doña Cayetana. La Duquesa sentía un enorme respeto por el Rey Juan Carlos I y la Reina Sofía, que siempre se han mostrado muy cariñosos con ella. «La Corona era para ella una institución sagrada y sentía gran admiración por los Reyes», sostienen.

El fallecimiento de Cayetana de Alba deja a Sevilla huérfana. «Siempre ha patrocinado la ciudad y aquí se le quería muchísimo. Sólo hay que ver la cantidad de medios que se concentraron en las puertas de Dueñas durante estos últimos días», comenta el periodista Enrique de Miguel, antes de añadir que, «con una vida tan larga, es curioso que haya sido un personaje que nunca se ha pasado de moda. La Duquesa tenía una enorme fuerza popular, era una de las grandes personalidades de Sevilla y generaba una gran publicidad a la ciudad».