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Ion Fitz: Alta costura a fuego muy lento
Diseñador. Comparte pasión por la moda y la cocina; sin embargo, la primera le roba todo su tiempo.
Diseñador. Comparte pasión por la moda y la cocina; sin embargo, la primera le roba todo su tiempo
Su Selfiereceta: Ensaladilla rusa de diseño
Ingredientes:
-Zanahorias
-Guisantes
-Patatas
-Bonito
-Aceitunas
Elaboración:
-Se cuecen los tres primeros ingredientes, se pasan por agua fría y se pelan las patatas
-Se hacen trocitos y se mezcla bien
-Después, añadir bonito del norte y aceitunas
-Hacer la mayonesa.
-Mezclar todo bien y refrigerar durante 4 horas hasta que esté compacto
-Sacarla 15 minutos antes de comer... y ¡voilà!
En la vida hay que elegir. Todo es cuestión de decisiones que implican dejar de lado, en ocasiones, aficiones y diversiones con las que uno disfruta especialmente. Esto es lo que le ha ocurrido a Ion Fitz. Su éxito en las pasarelas, donde año tras año deja con la boca abierta con la sensibilidad de sus creaciones, le ha hecho apartarse de los fogones. Aún así, es algo que siempre ha estado unido a su vida, por lo que de vez en cuando trata de recuperar el tiempo perdido y encerrarse en la cocina para dar rienda suelta a su imaginación.
Ahora está de trabajo hasta arriba y no consigue reservar ni unos minutos para ello, aún así, en uno de los descansos en su taller, donde prepara la colección que en septiembre presentará en Cibeles (sí, es MBFWM, pero la nostalgia es inevitable), acepta el reto del verano de LA RAZÓN y prepara un exquisito plato para nuestros lectores. Su elección es una de sus recetas preferidas: la ensaladilla rusa. Bueno, también le gustan las ensaladas al uso, pero en esta ocasión, y teniendo en cuenta que los termómetros superan los 40 grados, esta opción es más «fresquita». «Soy de buen comer, tengo buen saque, aunque en verano hay cosas que no me entran: como por ejemplo el hígado o cualquier tipo de estofado. Los platos calientes no casan bien en época estival, al menos conmigo no van», afirma el diseñador.
A pesar de que sus puntadas huyen de lo mundano y descubren lugares y sensaciones únicos, en la gastronomía Ion es un clásico. «Lo que más me gusta son los huevos fritos con patatas. Soy una persona bastante ecléctica, lo reconozco», confiesa. Un chico fácil de conquistar por el estómago. Sus padres han sido los responsables tanto de su afición al buen comer como al meterse entre los bastidores culinarios. «Soy muy de que la gente venga a casa, pero claro, como no paro de trabajar y no tengo tiempo para prepararles nada, lo que siempre acabo haciendo es invitarles a cenar en un restaurante», afirma entre risas.
Al igual que sus costuras, la cocina es tema de sensibilidad, al menos para Fitz. «Es algo que depende de los ojos, del paladar, son ellos los que lo valoran. Como dice la expresión: ‘‘Comemos por los ojos’’», afirma. Sin embargo, reconoce que desde siempre la cocina ha intentando superarse a sí misma, no sólo en cuestión de calidad sino también en su presentación. Es un espectáculo que en los últimos años además ha cobrado especial importancia y admiración por el público en general. «Cocinar es un arte. Si no lo fuera no existiría la alta cocina, al igual que tampoco lo haría la alta costura».
Lo que está claro es que si los platos que prepara Ion dejan el mismo sabor que el que desprenden las mujeres que llevan puesto un diseño suyo, más le valdría compaginar la cocina con la moda porque tanto arte no puede dejarse pasar por alto.
Mi restaurante favorito
«El Gordo de Velázquez» (calle Velázquez, 80. Madrid). La cocina de José María Ibáñez me encanta. Además, ahora en la terraza se está de lujo. Siempre me pido los canelones trufados de Semon».
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