Gastronomía

Fernando P. Arellano: platos biestrellados para la familia

Su primer plato fue pollo al curry, ahora sus recetas están en la biblia roja; en casa da vía libre a los platos criollos, su pasión

Fernando P. Arellano: platos biestrellados para la familia
Fernando P. Arellano: platos biestrellados para la familialarazon

Es el primer cocinero biestrellado de las Islas Baleares. Las responsables son las recetas elaboradas en Zaranda, el restaurante situado dentro del Castell Son Claret (Capdella), una majestuosa propiedad mallorquina a los pies de la tramontana. Le conocimos antes de instalarse en la isla, ya que disfrutó de unos años de sabrosa gloria en la capital, donde se hizo con su primer brillo por su apuesta gastronómica en la calle San Bernardino, un reconocimiento que le obligó a trasladarse a otro espacio más grande en Eduardo Dato y a abrir en el primer local, Zorzal, con Iván Sáez entre fogones.

Selfiereceta:

Arepas con perico

Ingredientes:

-300 ml de agua

-200 gr de harina de maíz cocido (marca PAN)

-50 ml. de aceite de oliva virgen extra

-Sal

-Cebolla

-Tomates

-Ají dulce

-Huevos

Elaboración:Para elaborar las arepas, mezclamos el agua tibia con la harina de maíz, el aceite y la sal. Amasamos y hacemos cuatro bolas, que luego aplanamos. Las marcamos y las terminamos en el horno hasta que formen una concha crujiente y estén tiernas por dentro. Las rellenamos de perico (son huevos revueltos hechos con el sofrito criollo: cebolla, ají dulce y tomate).

Reconoce que después de pasar largas horas entre fogones con la consiguiente tensión que conlleva mantener el nivel en cada servicio, no siempre le quedan ganas para ponerse el delantal en casa. Sin embargo, ejercer de padre de dos hijos le obliga, aunque, confiesa, para ellos elabora platos tan ricos y nutritivos como sencillos. Cuando se encuentra entre los suyos, aprovecha para elaborar las recetas de cocina criolla, tanto de Venezuela como de Colombia, que tanto le apasionan: «En casa nos gustan las arepas y las hacemos con frecuencia», dice. Sin embargo, cuando tiene invitados en casa, la cosa cambia. Sabe que no puede decepcionar y que no vale todo: «Las expectativas son altas cuando un chef te invita a su casa, aunque también observo que, cuando es al revés, cuando yo voy a casa de alguien, el anfitrión siempre lo asume como un reto. A pesar de que soy una persona bastante relajada y adoro la sencillez cuando está hecha con cariño». La suya es una cocina de corte clásico, que ha evolucionado de una forma natural y espontánea. Pero llegar hasta aquí, ha sido un camino largo. Fernando narra cómo comenzó a hacer sus primeros pinitos sartén en mano: «Fue por necesidad. Me fui de casa a los dieciocho años y no siempre podía comprar comida preparada para llevar. Así que comencé a elaborar platos cada vez más complejos. El primero fue un pollo al curry», añade, mientras recuerda una anécdota de la que ahora se ríe: «Me encantan los arroces, pero me han jugado alguna mala pasada. Un día que hicimos un arroz a banda de treinta raciones. El caldo que empleamos tenía un exceso de densidad que no permitía cocer el arroz con soltura. Lo solucioné sirviendo arroz meloso con socarrat. Lo paré a tiempo y no sabía a quemado. Los comensales me felicitaron, pero yo me quedé descontento». Desvela que le encantaría ofrecer pronto un plato con las mamellas características del cerdo negro mallorquín y que para desconectar hace deporte. Uno de sus preferidos es montar en bicicleta, pero también lo es correr, nadar, hacer kayak y submarinismo: «Me faltan horas en el día para poder practicar todos los que me gustan», reconoce.